Doctrina
Doctrina para que nos entiendan y conducta para que nos crean
Fabián Rogel reflexionó sobre la salida de la película sobre el enjuiciamiento a las Juntas. Un descuido del film.
La reciente difusión que ha tenido la película Argentina, 1985 amerita que hagamos algunas consideraciones. Sobrevuelan, por ejemplo, la muerte de las ideologías. Hay también una corriente de banalización de las cosas y están aquellos que quieren ideologizar de manera extrema lo que debe ser un simple relato histórico. Por último hay otros que directamente tiran piedras para que el olvido gane la escena.
La película tiene un buen fin cuando intenta recordarle a las actuales generaciones, los años duros de la Argentina, para que sepan que la democracia no siempre reinó entre nosotros. Ese, reitero, es un fin positivo que tiene la película.
Sin embargo, las miradas obtusas, pequeñas, casi mediocre, caen en un partidismo estúpido y barato, en lugar de contar la historia como lo que fue: años negros de una terrible dictadura cívico-militar.
Rescato –con la fuerza con que debió haberlo hecho la película–, la tarea de la Conadep y la decisión de Raúl Alfonsín de juzgar, por primera vez después del primer golpe de Estado de 1930, nada más ni nada menos que a las juntas militares y establecer así que los argentinos Nunca Más pueden tentarse en pensar que la discontinuidad democrática puede servirle a alguien.
Dejo esta reflexión porque me siento en la obligación de no guardar silencio frente a este tema, más aún al haber ingresado a la política después de Malvinas, haber vivido y militado intensamente estos años y ser un militante de los derechos humanos. Precisamente este jueves he sido invitado al Comité de Gualeguay para hacer un comentario de la película.
(*) Ex diputado provincial, ex diputado nacional, ex convencional constituyente, actual precandidato a gobernador por la UCR.
Fuente: Página Política