GUALEGUAY
¿Qué podemos hacer con nuestro río Gualeguay?
De darse a esa pregunta una respuesta la primera que se nos ocurre es “dejarlo como está”, aunque más adecuado sería “dejarlo como cuando mejor estuvo”, ya que como agresores seriales del ecosistema como somos, no hemos dejado de contaminarlo, aunque siempre en menor medida que a sus hermanos mayores, los cuales con su abrazo conforman nuestro territorio provincial.
En tren de encontrarles una cualidad discordante, en estos tiempos de desencuentros y polarizaciones extremas que llegan hasta deshermanarnos –lo que indudablemente resulta un pecado gravísimo-, con su cuenca que se aplana entre la Cuchilla grande de Montiel a su oeste; y la Cuchilla Grande a su costado este, puede llegar a decirse, sin faltar del todo a la verdad, que viene a dividir ese nuestro territorio en una suerte de “dos sub/provincias”, una y otra cada lado de su curso, ya que si bien no se puede discutir la entrerrianía de ambas partes, muestra en su geografía y en su gente ese no sé qué que nos distingue, como decía Borges, en relación a “los orientales” y nos hace tan iguales y a la vez tan distintos.
Por otra parte teniendo en cuenta, como se lo describe en algún libro que versa sobre nuestra geografía al hacer referencia al mismo como “un río caracterizado por las formaciones de extensos bancos de arenas blancas y por las numerosas especies vegetales y animales silvestres y que en una trayectoria con unos cuantos meandros desde sus nacientes entre Federación y Feliciano hasta su desembocadura en los brazos del Paraná Pavón/Paraná Ibicuy, con una cuenca hidrográfica que drena más de 21 mil kilómetros cuadrados”; no se puede dejar de pensar en aprovecharlo de esa manera, que en la actualidad son habituales, y que tienen que ver con el esparcimiento y la utilización de sus aguas para riego.
Es por eso que en estos tiempos en que se presta tanta atención a la “generación de energía eléctrica limpia” como forma de enmendar nuevos desafíos climáticos pecaminosos, de los que somos responsables, no es desencaminado suponer no faltará quien le preste atención, como fuente de ese tipo de energía, “mini/represas” y “mini/núcleos de turbinas” acordes, mediante. Se trata de una ocurrencia que no es nuestra, ya se nos ha relatado que durante los tiempos en que el Brigadier Favre gobernaba la provincia, en la década del sesenta del siglo pasado, en uno de esos gobiernos militares que supimos conseguir, alguien habría hablado del tema. Aunque nuestra fuente ignora hasta dónde se avanzó en la idea, si es que se avanzó.
Nada que pudiera causar extrañeza alguna. Ya que, si nuestra imaginación y verborragia son grandes, pareciera que ambas se desbordaron en cuánto a las posibilidades infinitas del aprovechamiento de “nuestros recursos hídricos” se hizo presente. No en balde hace casi dos siglos que se está hablando de un impreciso proyecto sobre “la canalización del río Bermejo”.
Y la exitosa conclusión del complejo hidroeléctrico de Salto Grande, es una cantera infinita de proyectos varios, algunos de ellos con los “papeles completos” y otros tan solo especulativamente barajados. ¿Quién no se acuerda de qué íbamos a hacer subir los peces por una escalera, para superar la represa? ¿O del canal de navegación que se construiría para que la navegación de nuestro río quedará expedita, tanto aguas arriba, como aguas, abajo de ella? ¿Sin olvidar las “granjas ictícolas” y el gran acueducto que iba a regar nuestra tierra hasta más allá de Jubileo?
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