Gualeyos por el Mundo
María Elena Ipoutcha desde Cockeysville, Maryland, Estados Unidos 1ª parte
Sin darnos cuentas la vida pasa. Diecisiete años vividos en mi ciudad natal, tres años en Paraná, nueve años en Buenos Aires, gran parte de mi vida recorrieron todas esas calles. Ya no recuerdo muy bien las caras, sólo los nombres me han quedado y por lo general de aquellos que compartieron mis días. Sí recuerdo los aromas, las flores de la casa de mi abuela, de los vecinos alrededor de mi casa que ya no recuerdo casi sus nombres o sus caras, pero sólo la idea de pasar por allí y sentir el perfume de los jazmines, sus jardines bellamente adornados.
Como dijo el sabio Facundo Cabral “no soy de aquí, ni soy de allá”. Han pasado 23 años de que decide abrir mis alas y volar. Gualeguay, Paraná, Buenos Aires me quedaron chico en mi búsqueda de encontrar mi lugar, la fascinación por conocer el mundo y las culturas. Así un 5 de abril de 1999, volé dejando todo atrás con mi hija de Lara de 16 meses en búsqueda de nuevos horizontes. Sólo añoranzas me quedan y vuelven con el tiempo.
Vivimos en Minnesota por 5 años; cansados del frío y los inviernos interminables, nos mudamos a la Florida. Pasaron los 5 años y nuevas oportunidades surgieron y llegamos ad Maryland donde actualmente vivo. Y los cinco años se convirtieron en 13. Después de tantos años los idiomas se confunden, el inglés ocupa mi mente y el castellano se trastabilla y se ha transformado en un multicultural español. Nuevos dialectos, nuevas experiencias llegaron.
Actualmente vivo en Cockeysville, Maryland, una ciudad pequeña, pero muy diversificada. El primer pensamiento que cruzó por mi mente cuando llegué a Maryland, por la vegetación exuberante y los caminos de siluetas entre las montañas, fue cómo le hubiese gustada a mi padre este lugar. Es ir a través de la ruta envuelto entre los árboles, cordoneando las reservas de agua. Si tuviera que compararlo, sería como vivir en Córdoba y su vegetación, pero con un clima más adverso. Los veranos son calurosos y muy húmedos con temperaturas de más de 34 grados y 60 por ciento de humedad. Por el contrario los inviernos pueden ser duros, no sólo por las tormentas de nieve, sino por el frío y la humedad que puede pasar los 10 grados bajo cero. La primavera entre lluvias, tormentas y tornados nos prepara para la temporada de pesca de la cual me he convertido en una empedernida aficionada.
En Maryland he aprendido a vivir la naturaleza ya que tiene mucho para explorar. Uno se hace amante a las caminatas y la belleza de los pájaros. Encontrarse un Martín pescador posado en el árbol de tu casa o por qué no un pájaro carpintero buscando su comida en el jardín de la casas. Las águilas y los halcones sobrevolando el cielo y la exorbitante belleza de los cardenales visitándote por las mañanas. Los ciervos cruzando o reposando en la sombra del jardín y cuando menos lo piensas pasando la ruta por la que vas. Zorros rojos, mapaches y toda criatura silvestre forman parte de tu jardín.
(continuará)