Para compartir sus experiencias
María Elena Ipoutcha desde Cockeysville, Maryland, Estados Unidos 2ª parte
En la entrega anterior, María Elena Ipoutcha hace un recorrido de su vida y de los lugares en los que residió desde hace 23 años en que se fue de Gualeguay. Minnesota, Florida, Marylan y allí Cockeysville, un lugar en que se siente cómoda y plena, donde disfruta la naturaleza con todos sus sentidos.
Cockeysville está en Baltimore County, al norte de Maryland, a unos 20 minutos de Pennsylvania, y se caracteriza por los extensos “trails” o caminos entre las montañas. Hay más de 100 caminos para realizar caminatas que cubren 4584 millas. Mi lugar favorito es Jerusalem Mill Village, un pueblito que fue establecido alrededor del 1700 por una comunidad religiosa conocida como los “Quaker”. Ellos establecieron un molino y fue creciendo a través de los años, teniendo mucha influencia económica durante la guerra civil, siendo ésta una comunidad pacifista y libre. Está rodeada por una naturaleza increíble y circunvalada por el río que atrae multitudes en la primavera para la pesca de truchas.
Navegar por la bahía y esperar el amanecer, buscar por cangrejos y rockfish es uno de mis hobbies. En realidad disfrutar de esta naturaleza increíble que se nos ha dado.
Por lo contrario, Kansas donde las temperaturas son similares, pero con un invierno más largo, es un estado completamente plano donde el viento sopla mayormente todo el año y puedes ver los rollos de vegetación rodando por las carreteras. Lawrence, donde vive Cyro, su hijo, es una ciudad predominantemente universitaria. Es una ciudad muy amplia y rural, donde los edificios, que son escasos, no pueden ser más elevados que uno de los edificios más altos de la universidad. La vida es más tranquila, la gente va sin prisa y aprecia una conversación, en contraposición a la vida y población de Maryland donde nos envuelve la vorágine de una ciudad cosmopolita.
Siempre dije que volvería a Gualeguay a pasar los últimos días de mi vida, algo que siempre me recuerda mi hijo y con el tiempo pasado no sé si tengo una respuesta concreta.
Mis hijos, la luz de mi vida, hoy han llegado a la adultez con sus diferentes personalidades fuertes e independientes que hacen cada día una aventura de risas, enojos, frustraciones, alegrías y logros.
(continuará)