RAZÓN CRÍTICA- Por Julián Lazo Stegeman
Debates y consensos:el futuro de las elecciones legislativas
El régimen republicano se construye, fundamentalmente, a partir de los consensos que se configuran a su interior.
Uno de ellos es el consenso electoral. A las muchas incertidumbres a las cuales esta pandemia nos ha arrojado, muchas veces a causa y con complicidad del Gobierno Nacional, en este 2021 se suma una nueva: las elecciones legislativas.
A lo largo de estos últimos días se han profundizado los debates al respecto. La diversidad de posturas y alternativas que se plantean son tan amplias como las voces que se escuchan al respecto. Desde posponerlas hasta juntar las legislativas primarias con las generales, la variedad de posibilidades que se manejan omiten una cuestión importante: más allá de la decisión que se tome en relación a este tema, es importante su justificación y que el diálogo para determinar la misma sea claro, transparente, basado en datos y que, también, incluya a todos los sectores de la ciudadanía. Estas aristas son claves. Es imprescindible llevar adelante una discusión que no desgaste el consenso electoral y que sirva para fomentar una mayor democracia.
A propósito de estas cuestiones, Poder Ciudadano (ONG que promueve la participación ciudadana, la transparencia y el acceso a la información pública para fortalecer las instituciones de la democracia argentina) comenta lo siguiente: "Uno de los grandes consensos que tenemos en Argentina es que las elecciones son el corazón de nuestra democracia. Si bien la pandemia actual debe ser considerada a la hora de organizar el proceso electoral, no debe romper con el consenso mencionado. Las modificaciones a las reglas previstas siempre despiertan sospechas y desconfianzas (y no está mal que así sea). Por lo tanto, el tratamiento de los temas electorales debe ser hecho con la máxima de las precauciones y con la mayor seriedad posibles. Votar no es algo sencillo.
Los procesos electorales son técnicamente muy complejos, necesitan tiempo de planificación, orden para su ejecución, y previsibilidad que garantice su eficiencia, confianza y transparencia. Las autoridades electorales de nuestro país tienen el desafío de preparar todo el proceso electoral cuidando la salud de los ciudadanos (votantes y personal abocado al propio proceso) y la calidad de la democracia.
El proceso electoral, incluyendo las fechas de las elecciones, no son propiedad exclusiva de la política sino de toda la ciudadanía. Por lo tanto, una modificación extraordinaria debería estar muy bien justificada sanitariamente y es recomendable que la voz de la sociedad civil sea escuchada.
Debería justificarse, por ejemplo, por qué no podrían aplicarse protocolos sanitarios en la votación, por qué las experiencias de los países que lo hicieron no son aplicables, o por qué esos protocolos no serían efectivos para el cuidado de la salud de todos. También debería estar más que claro qué ocurriría si las supuestas imposibilidades sanitarias se extienden en el tiempo. Estos argumentos deberían estar respaldados por opinión profesional sanitaria debidamente acreditada y basada en datos, y por el acuerdo de las instituciones encargadas de la administración de las elecciones. Los regímenes democráticos vienen perdiendo confianza social desde hace tiempo en muchos países.
La manipulación de las elecciones es una de sus causas. Manosear el calendario electoral sin rigurosidad ni previsión extrema contribuirá a deteriorar la democracia. En un eventual caso extremo, debidamente justificado y consensuado, de que haya reformas en el cronograma electoral, o en algún componente del sistema electoral, este no debe afectar la calidad, la profundidad, ni la transparencia del voto de la ciudadanía. Y ante todo, de ninguna manera se debe avanzar hacia un sistema que aleje al votante de su opción más directa. El doble voto (para la primaria y para la general) simultáneo (el mismo día) ha demostrado tener serias falencias para respetar la voluntad de los votantes. Su instauración de hecho o de derecho sería un retroceso que se debe evitar.
Cualquier cambio en el cronograma electoral vigente debe ser consensuado entre las fuerzas políticas en el Congreso Nacional (única opción posible). Al mismo tiempo deben tenerse en cuenta los tiempos necesarios de cada uno de los pasos del cronograma electoral, y la opinión de las instituciones involucradas en la organización de las elecciones, como así sus tiempos para llevar adelante cada uno de los pasos del proceso".
El debate alrededor del futuro de las elecciones legislativas debe cuidar el consenso electoral. En este sentido, es importante que las decisiones que se tomen sobre esta temática sean transparentes, justificadas y dialogadas ampliamente.