JULIA ELSA MEO DE BELLO
“Acá, también murió una reina. Su nombre, JULIA ELSA MEO DE BELLO, Ex directora de la Escuela N° 22
Homenaje de su Comunidad Educativa hasta el año 1976
Acá, también murió una Reina
Nuestros padres nos contaron que esta reina llegó a las tierras verdes bañadas por el arroyo “El Animal” cuando el siglo pasado recién comenzaba a correr. El título se lo habían entregado a los 18 años. Comentaba que para que se lo otorguen “se había tragado los libros”. Y oído de su boca, ya tenía un sentido.
La calle donde vivía era ancha, de cunetas profundas, plagadas de chilcas, bordeadas de perfumados espinillos, frondosos talas, invasivas acacias y algún espinoso chañar. Justo ahí, entre un árbol de nudosas y espeluznantes raíces y una singular palmera con frutos de bolitas anaranjadas, estaba su palacio.
La construcción constaba de tres salones hacia el Sur, al Norte los aposentos de la reina, al Este un profundo depósito subterráneo de agua dulce y al Oeste una plantación de eucaliptos, esos árboles medicinales de tronco liso y altura considerable. El horario para poder ingresar a la casa real era: de lunes a viernes, a la mañana en verano y a la siesta en invierno.
Ella era la anfitriona y le gustaba tomar té. Salía al encuentro casi en puntas de pies, o tal vez deslizaba su menudo cuerpo, o no le gustaba el sonido de sus pequeños tacos. Vestía con sencillez y elegancia con trajes de tres piezas de lino, en una paleta de tonos entre rosa y bordó, para asistir a importantes actos del Estado. Pero para el resto de los días prefería un modelo de una sola pieza, en blanco inmaculado. Su maquillaje era un labial carmesí. Llevaba el pelo corto y su color dorado fue cambiando a cano conforme pasaron los años, pero su peinado siempre era perfecto. Adornaba su rostro bondadoso un par de pendientes de rosas de oro con destellos de cristal en su centro.
Sus ojos eran sinceros y capaces de ver la belleza del alma de las personas, nos hacía sentir amado con su mirada llena de ternura. Dueña de un corazón noble de cuyo interior fluía bondad, generosidad, humildad, igualdad, compasión, respeto, que brindaba con inteligencia y sabiduría. Virtudes que transmitió con su hacer, a los adultos o a los pequeños, como mástil para sus vidas.
Su Parlamento estaba formado por una sociedad que trabajaba en común unión. De las tareas que éste realizaba la más recordada por la emoción, es la fiesta del último día del año. Se contrataban músicos y luces extraordinarias, se comían corderos y bebían jugos de uvas, naranjas o manzanas. Los invitados eran los vecinos de allí cerquita y los de allá lejos, y todos recuerdan el año que con sorpresa fueron mil. La Reina, cual perfecta secretaria, anotaba todo en forma prolija, controlando la contabilidad del evento.
Al comenzar el nuevo año, los que asistían al palacio eran recibidos con regalos que usarían para convivir en armonía, escribir sueños con esperanzas, para entrar en el mágico mundo de la lectura o saber más de las tablas de multiplicar, para pintar un mundo de colores o para jugar a la bolita. La única recomendación era “Apliquen lo que saben”.
Ella fue con mayúsculas, mujer, esposa, madre de sus hijos como lo fue de todos los hijos, padres y abuelos que pasaron por su reino. Ella era una maestra de vocación. Lo hacía con eficacia. Se podía percibir esa pasión cuando se la escuchaba entonar el himno de su nación repitiendo con sentimiento “Oh! juremos con gloria morir!”
Murió de vejez, ese día se produjo una reacción que nos llevó a comunicarnos entre quienes la llevamos para siempre en el corazón y decidimos que necesitábamos dar a conocer esta noticia: “Acá, también murió una reina. Su nombre, JULIA ELSA MEO DE BELLO, Ex directora de la Escuela N° 22 “Asamblea del Año XIII” del 5to Distrito Departamento Gualeguay.
Homenaje de su Comunidad Educativa hasta el año 1976.