¡Bienvenidos a la segunda temporada de Retratos Íntimos!.
André Baranoff, referente de la fotografía y embajador de la cultura de nuestra ciudad.
Yo nací en París, Francia. Mi familia está compuesta por mi padre, que era conde de origen, y mi madre, que era una princesa, se llamaba María Tatiana Obolensky. Los dos venían de familias nobles.
Mi abuelo, el padre de mi papá, era militar, casi General. No lo recuerdo con exactitud. Yo tengo las fotos de él, pero no puedo decir exacto si era General o el Sub, pero era algo muy fuerte debido a que estaba siempre a la guardia de Nicolás Segundo, el Zar de Rusia. Eso es una parte.Por otro lado, mi madre nació en Polonia y pertenece a la familia real de Obolensky. Ése es el origen de mi familia. Posteriormente decidimos venir a la Argentina después de la guerra en el 53’.
Hay muchas cosas desde que nací hasta que yo vine acá a Argentina, de las cuales sufrí mucho. Y esto me ocurre hasta el día de hoy. Me duele incluso cuando escucho sobre la guerra que hay en Ucrania. Cuando veo lo que pasa en otros países, yo estoy mal un día o dos día porque yo lo viví. Parte de la guerra, los bombardeos, todo esto. Por eso no quiero hablar al respecto de todo lo que es asunto militar y política.
Me gusta comenzar a contar mi historia desde Argentina. Este país para mí hoy es el uno o dos. Pueden ser Australia. Bueno, para mí, Argentina y Australia son los dos países que menos peligro tienen de alguna problemática militar.
Una vez que llegué acá conocí a mi señora Inés en Buenos Aires. Es una mujer que siempre ha vivido en el campo. Sus padres eran de campo y me gustó mucho el sistema de vida: comer chorizo, asado, bueno, era otra cosa (risas). Entonces me casé. Y ahí empecé esta vida donde tres hijos. Uno es Andrés, Andrés con S, Brígida que es la segunda y Tatiana, ella es la mayor. Es decir, yo nombré al revés. Tatiana. Brigitte y Andrés. Los tres viven en Argentina, no los quise mandar afuera. Nunca. Siempre dije que Argentina es para ellos. Aunque por ahí me enojo o hablo mal de acá porque suben los precios, yo amo la Argentina.
Imaginate, de París y aparecer acá en el campo. Allá todo coches. Cuando yo vine acá, cuando llegué a Galarza, bajo del tren y veo un hombre con bigote, bombacha, un sulki. Y digo: “Bueno, ¿cómo es esto?” (risas). De todas formas, me acostumbré y me gustó. Y, también, conocí gente muy buena. Que son de acá, de Gualeguay y de Galarza. Por ejemplo el padre Marco, que fue uno de los que me pinchaba para que yo hiciera fotografía. Porque en Francia, en el liceo que yo iba en París, había de mañana educación como acá, pero de tarde era obligatorio aprender entre 12 profesiones. Es decir, un día tenía tres, el otro tres más, y así. En lo cual yo aprendí a revelar rollos, ser tenedor de libros, carpintería, mecánica, electricidad, enfermería. Bueno, ya hoy no recuerdo todo eso. Entonces, acá cuando conocí al Padre Marco, él fue que me empujó y por amistades de mi señora conocí gente muy amable, muy amiga de su familia. Por ejemplo, los Duvillard, una familia suiza-argentina, después conocí los Reggiardo, entre otros.
Antes de llegar a Galarza y Gualeguay, yo vine de Buenos Aires a Concepción del Uruguay. Cuando llegué a ésta, primero puse una boutique de ropa por mi mujer que era muy buena costurera, era una muy buena modista. Entonces pusimos una boutique y un día los amigos de mi suegro me dijeron: “André, con tan lindas fotos que hacés, ¿por qué no venís a probar a Gualeguay? Nosotros te conseguimos el local. Te instalas por seis meses sin pagar nada. Si te gusta, te quedas. Si no te gusta, volvés a Concepción”. Bueno, vine acá, me gustó y listo. Me quedé. Y de ahí empiezan 53 años de fotografía acá.
Para mí la fotografía significa todo. Yo siempre digo: cuando me entierren yo quiero mi cámara conmigo. Porque no la suelto. La cámara para mí es todo.
Mi principal motivación artística y profesional son las exposiciones fotográficas, que son las que más me rinden y me sirven. Yo también hago sociales pero esto es más bien como diversión, porque bueno, no quiero ser grosero o que me interpreten mal: yo jamás trabajé, yo siempre hice lo que me gusta y me divierte. Siempre digo que un casamiento, un cumpleaños, yo voy a divertirme. Cobro bien, conozco gente, paso bien la noche. Después vengo a mi casa, duermo y al otro día sí, ¡Bum! , de vuelta con todo. Es decir, no tengo reproche en esto para mí. Después cuando hago moda, cuando hago esto, lo otro, es porque yo quiero hacerlo.
La felicidad para mí es vivir la vida.
Son varios momentos de la vida. Una cosa cuando uno todavía no tiene conciencia real de lo que está pasando, como era mi juventud. Plena guerra. Problemas políticos en Europa. Después viene la época donde ya me largué con todo donde sí estaba feliz. Luego, perdí mi mujer y se me vino abajo muchas cosas porque ella era muy, como te podría decir, muy consciente de todo. Teníamos discusiones todos los días, como cualquier matrimonio. Pero nunca dijo algo. Siempre estuvimos bien. Cuando yo la perdí, perdí mucho. Pero bueno, eso es la vida. Y hoy estoy remontando de a poco, pero gracias a amigos o gente de acá que yo conozco, que yo hice los casamientos o los cumpleaños, que me dicen tal cosa u otra y, bueno, me alivia todo.