Un poco de historia
El candidato a gobernador gualeyo que casi muere en el intento
En tiempos de apatía y cierre de listas, o viceversa, recordamos un hecho histórico casi silenciado. Allá por el año 1951, en la ciudad de Paraná, Amaro Villanueva escapó de un acto político que fue dispersado a balazos. por Santiago Joaquín García
Este cronista repite algunas cosas de forma sistemática. Aparte de homenajear y copiar y pegar frases sueltas, a las figuras de la cultura gualeya hay que leerlas, mirarlas, repensarlas, discutirlas, problematizarlas, contextualizarlas, y así. La fotito suma para las redes, pero la puesta en valor viene por otro lado. Claro que cuando uno recorre sus páginas, o las cosas que pintaban, se da cuenta de dónde viene ese supuesto olvido:
‘Soy de Gualeguay con vergüenza política’, dice Villanueva en el tomo uno de sus Obras Completas. ‘Y así como quiere que lo homenajeen maestro’, le diría Manauta, que lo consideraba de esa manera. Cabe recordar que desde Gualeguay partieron los tres primeros gobernadores de Entre Ríos, y la ciudad tenía en su época de esplendor mucho más peso en la discusión no sólo de la política provincial sino también nacional. Decir eso antes de la mitad del siglo XX era muy fuerte y casi un boleto de ida sin retorno.
Una breve cronología
Como el público se renueva (eso dicen en la tele con más esperanza que datos) vamos a citar algunos hechos biográficos de Amaro Villanueva:
José Napoleón Amaro Villanueva nace el 13 de septiembre de 1900 en Gualeguay. En la escuela conoce a otro escritor, Carlos Mastronardi, iniciando así una amistad. Se gradúa como maestro normal y bachiller en la Escuela Normal en el año veinte y conoce después a Juan L. Ortiz, en la Biblioteca Popular llamada en ese entonces “Bartolomé Mitre” (hoy Carlos Mastronardi). Empieza una larga relación con Juanele que incluye poesías a cuatro manos, movimientos políticos y demás divertimentos intelectuales. Juanele le decía a Villanueva el “criollo universal”. Después de abandonar medicina en Rosario, Amaro se radica en Paraná en el año 1927 y profundiza su vínculo con el oficio de periodista que había comenzado desde muy joven en nuestra ciudad. Villanueva fue uno de los fundadores del círculo de periodistas y una figura central de esta labor que todo aspirante debería leer. Durante sus años de formación, al igual que muchos de las y los grandes de la cultura gualeya, se vincula con ideas socialistas y comunistas y empieza a colaborar con revistas y publicaciones hasta que decide participar en el plano electoral. Abandonamos, por el momento, la biografía para pasar al tema que nos ocupa en esta nota.
Ponerle o no el cuerpo a la política
Teniendo en cuenta el tema del que estamos hablando es imposible no volver un poco al presente. Cuando salga este artículo ya estarán cerradas las listas de candidatas y candidatos tanto a nivel nacional, como provincial y local. Cuando uno conversa con la gente de a pie, se encuentra en forma mayoritaria con apatía, indiferencia, hastío, enfado, angustia, desesperanza. Muy pocas personas están emocionadas por la posibilidad de participar en las próximas elecciones, incluso algunas manifiestan su deseo de no concurrir abiertamente. Las encuestadoras hacen malabares para conseguir que alguien conteste un par de preguntas. Esa es la realidad que vivimos hoy en día, y de la que deben tomar nota las personas que aspiran a dirigir los destinos de nuestra ciudad, provincia, país. En algunos casos, da la impresión de que vivieran una realidad paralela, y entonces, uno termina entendiendo el cansancio de la gente que sostiene este país con su trabajo remunerado y no remunerado, formal o precarizado.
Por todo esto decidimos recordar una anécdota de otros tiempos en los cuales había personas que se dejaban la piel en la política. Y estamos hablando en términos literales. Vamos a tomar algunos fragmentos de la crónica premiada “Disparos en la Plaza”, escrita por Martín Gerlo, para sentir esas escenas.
Disparos en la Plaza
Viajamos al año 1951, más precisamente, al 31 de octubre en la Plaza Sáenz Peña de Paraná. Del acto, aparte del candidato a gobernador, Amaro Villanueva, participó quien encabezaba la lista presidencial, Rodolfo Ghioldi. Seguimos a Gerlo:
“El cronista había condensado en múltiples oportunidades sus inquietudes políticas en artículos periodísticos. Esta vez pretendía llevarlas a la Casa Gris como candidato a Gobernador de Entre Ríos (…) Villanueva, tal vez, imaginó muchas veces las palabras que habría de escuchar aquella noche en la Plaza Sáenz Peña, uno de sus lugares predilectos de la ciudad, donde los comunistas buscaban hacer públicos los postulados que los llevaban a disputar la elección (…) Todo discurría de acuerdo a lo previsto, hasta que –entre el vértigo de la arenga y el rumor del público – se mezcló intempestivamente una palabra ajena al universo político
- Corramos
Los disparos sonaron mientras Ghioldi, su hija y el candidato entrerriano se hallaban en el escenario ubicado en la esquina de Irigoyen y Villaguay. Segundos después de que el tumulto producido por la balacera dispersara el mitin partidario, Villanueva se dio vuelta y reconoció a uno de sus camaradas, quien lo tomó del brazo y lo instó a salir rápido del lugar.
- Va a ser peor. Caminemos nomás – alcanzó a responderle pocos metros antes de llegar a la esquina y esconderse en un zaguán.
Primero fue el asombro y la perplejidad. Luego el miedo los empujó a evadir rápido esa trampa mortal con fuego cruzado. No lo supo entonces, pero para el escritor entrerriano había comenzado un periodo de errancia que terminaría con su partida a Buenos Aires pocos años después”.
Los exilios de Villanueva
Es sabido y ha sido muy bien descripto por investigaciones en nuestra ciudad que la mayoría de las y los referentes de la cultura gualeya en algún momento sufrieron formas de exilio. Sin embargo, el caso de Villanueva es emblemático. Despreciado en Gualeguay por sus ideas de izquierda, encontró durante un tiempo estancia en Paraná, hasta que, como vemos, la capital provincial también se le hizo agobiante. Así fue como partió rumbo a Buenos Aires en el año 1955 donde permaneció hasta su muerte en 1969. Aun así, en cada lugar que estuvo dejó su sello, no sólo desde el punto de vista afectivo, sino intelectual. Así lo demuestran sus estudios sobre el mate, la literatura gauchesca, el ombú y el lunfardo. Casi que son un paralelismo con su derrotero, aunque en realidad, jamás cortó con sus raíces, pese a vivir alejado de la provincia durante casi quince años, y así lo atestiguan sus libros que siempre siguieron con un ojo puesto en Gualeguay y Entre Ríos.
El saldo de la balacera (y de esta historia)
Sin embargo, en la crónica tenemos otro bonus track que no hace más que confirmar esa máxima que dice que la historia se repite primero como tragedia y después como comedia. En aquella balacera que contamos en el acto del partido comunista perdió la vida un trabajador peronista llamado Camilo González. El gobierno provincial se despegó del hecho, y denunció que la provocación había partido de parte de los comunistas. A su vez, el candidato a presidente, Rodolfo Ghioldi, recibió heridas de bala en dos costillas, que lo obligaron a ser operado en Paraná, pero según la versión oficial se la habían hecho sus propios camaradas. También resultó herido un comunista llamado Eudaldo Londero y otras personas que concurrieron al Hospital San Martín, ubicado a tres cuadras del hecho. Del sepelio del trabajador peronista participaron hasta el gobernador Ramón Albariño y se convirtió en un acto político más. Ghioldi volvió a Capital, participó de las elecciones que ganó Perón junto a Hortensio Quijano por el 62% de los votos. En nuestra provincia, el también peronista Felipe Texier se impuso por un margen similar y Amaro Villanueva quedó en quinto lugar.
Ahora que volvemos a ver la violencia política en la Argentina en las calles de Jujuy y en series pochocleras que se ajustan, más o menos, a la realidad de los hechos es bueno también recordar de dónde venimos para saber hacia dónde nos pueden llevar ciertas ideas. Lo cierto es que el compromiso que tenían los grandes de la cultura de Gualeguay de aquel tiempo no era sólo de la boca para afuera. Será por eso, tal vez, que son tan nombrados como desconocidos.