Pbro. Jorge H. Leiva
Empatía, solidaridad y esperanza
Durante los días 8 y 9 de junio tendrá lugar en las comunidades católicas del país La Colecta Anual.
Como sabemos, esta tarea –nos dice el informe- “es una acción de Cáritas Argentina que tiene una incidencia muy profunda en nuestra sociedad. Por un lado, nos permite a todos hacer un aporte concreto para construir una sociedad más justa. Y por otro, permite que miles de familias en situaciones de pobreza y exclusión puedan transformar visiblemente sus condiciones de vida y acceder a nuevas oportunidades”.
Se nos dice, también, este año a través de las comunicaciones de la institución: “Creemos en la solidaridad, en la educación y en la cultura del trabajo como elementos centrales para superar las situaciones de pobreza y las desigualdades. El dinero recaudado en la Colecta ayudará a sostener, durante todo el año, numerosos programas de respuesta alimentaria, educación, primera infancia, economía social y solidaria, adicciones, autoconstrucción de viviendas, integración de barrios populares y, también, de ayuda inmediata ante emergencias climáticas o situaciones urgentes, que se implementan a través de más de 3.500 comunidades de Cáritas en las 67 diócesis del país.
Gracias al trabajo desinteresado de más de 40.000 voluntarios que organizan actividades de animación, y a la generosidad de muchas personas, instituciones y empresas comprometidas, la Colecta va creciendo año tras año.
Te invitamos a colaborar. Entre todos podemos transformar esta realidad de pobreza que tanto nos duele”.
Quiero hacer notar tres conceptos que aparecen en estas comunicaciones:
El primero de ellos es el de la exhortación a “sufrir con el sufriente”, en relación con el bello término que se ha difundido -providencialmente- en los últimos años: “la empatía”. “La palabra empatía -dice el diccionario- tiene un origen griego (“empátheia”, que significa “emocionado”) y su significado en español es la cualidad de un ser humano que le permite tener la intención de comprender lo que le sucede a otra persona (sentimientos y emociones), intentando experimentarlo de forma objetiva y racional”.
En segundo lugar, se nos exhorta a la solidaridad, término que proviene del latín “soliditas”, que expresa la realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza. Es decir que cuando en una comunidad (una familia, un pueblo) nos ayudamos mutuamente, nos volvemos más sólidos frente a la “liquidez” de la fragmentación y las “grietas”. Un grupo humano agrietado deja de ser sólido, deja de ser solidario y, por tanto, fraterno y justo.
Finalmente, en torno a la colecta se nos vuelve a hablar de la esperanza: Para los católicos es una virtud sobrenatural que nos da la expectativa confiada y el anhelo de recibir las bendiciones prometidas. Cabe señalar que hay dos maneras de olvidar la verdadera esperanza: por un lado, la presunción que es un exceso y, por otro, la desesperanza que es un déficit. En relación con estas dos maneras mencionadas, decía un teólogo del siglo XX: “La presunción es una anticipación inoportuna, arbitraria, del cumplimiento de lo que esperamos de Dios. La desesperación es la anticipación inoportuna, arbitraria, del no cumplimiento de lo que esperamos de Dios. Ambas formas de falta de esperanza”.
Cuando este domingo colaboremos con la Colecta Anual de Cáritas, estarán poniéndose en marcha en nuestros corazones estas tres consignas: empatía, solidaridad y esperanza.