11 de Septiembre: “Día del Maestro”
Día del Maestro: “Educar es difícil, posible y bello”
En 1943, la Conferencia Interamericana de Educación (integrada por educadores de toda América) se reunió en Panamá y estableció el 11 de septiembre como Día del Maestro, en consonancia con el 55º aniversario del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento.
“Ninguna fecha es más oportuna para celebrar el día del maestro que el 11 de septiembre, día en que pasó a la inmortalidad Domingo Faustino Sarmiento. Por tanto se declara día del maestro en todo el continente americano el 11 de septiembre”, fue el argumento de la Conferencia. Cabe resaltar que Domingo Faustino Sarmiento fue una de las personalidades más importantes de nuestra historia. Su figura despertó admiración, resistencia y oposición desde las más diversas posiciones políticas en su época e incluso posteriormente. Fue docente, periodista, militar, estadista, promotor de avances científicos, político y escritor. Como hombre de acción, soñó un rol protagónico para nuestro país en el grupo de las grandes naciones del mundo.
¿Qué es ser Maestro?
Toda profesión debe tener atractivos para quien la ejerce y muchas de sus aristas deben generar satisfacción cuando se desempeñan bien. Pero hay profesiones que tienen una especial dimensión, una proyección más trascendente y son aquellas puestas al servicio de los demás, como es el caso del maestro que aporta al crecimiento y preparación de la persona para su digna realización en la vida. Ser maestro es ayudar, orientar, conducir sin manipular, guiar, ser ejemplo.
El maestro junto con el hogar son la base de la educación; en especial la escuela es el punto de partida para todas las profesiones, es fundamental para la vida del ser humano ya que la nobleza y grandeza de la profesión del maestro radica justamente en ser generador de vida. Por lo tanto, al elegir la profesión de docente hay que tener en claro la vocación, esa que nos empuja a estudiar, capacitarnos y pararnos frente a los alumnos con el respaldo de la sabiduría y capacidad para transmitirla. Esto es lo que da autoridad, esa autoridad bien entendida, no exenta de comprensión y afecto, pero sí firme al momento de enseñar, de entregar el saber sin claudicar ante facilismos injustificados que sólo conducen a poseer un diploma, pero no la preparación para el mañana.
La carrera docente no debe ser una alternativa más de trabajo, o la única, sino que debe ser elegida por verdadera vocación y entrega al prójimo, lo cual no exime del reconocimiento y colaboración justa que le debe al maestro la sociedad y el Estado. Toda lucha docente debe pedir por los derechos laborales marcando con fuerza y mayúscula que ellos deben ser logrados para que redunden en calidad educativa, la que nos permita discernir ideas, propuestas; la que nos hace libres. Esa calidad está endeble y sólo facilita la claudicación ante los poderosos y corruptos que es sinónimo de una indigna dependencia. En esa lucha por derechos y calidad todos debemos ser actores responsables: familia, docentes, Estado, instituciones privadas. Es nada menos que el futuro lo que está en juego.
Los maestros son la bisagra clave entre un futuro esclavo y una patria libre.
Y si el pesimismo los abruma, tienen que seguir abonando el presente con el ejemplo diario, preparar para el mañana a los hijos de esta tierra, buscar la superación permanente y saber que el reconocimiento mayor lo van a recibir, cuando pasados los años, sus alumnos recuerden con admiración los saberes que recibió en su niñez.