El circo nacido en Entre Ríos palpita su gira, tras 18 meses
Por la pandemia, el staff del circo Varekay estuvo un año y medio en San Luis de las Palmas, Corrientes. Ahora por fin pudieron empezaron a rodar
Cuando se tomaron las primeras medidas de aislamiento para frenar el avance del coronavirus en el país, el 20 de marzo, los integrantes del circo entrerriano Varekay justo habían llegado a San Luis del Palmar, un pueblo de unos 10.000 habitantes situado a 25 kilómetros de la capital de la provincia de Corrientes.
Sin poder trabajar con su espectáculo ni seguir viaje hacia otros destinos, debido a la cuarentena, se instalaron en un gran predio que habían alquilado, esperando reanudar su gira en poco tiempo. Pero pasó un año y medio hasta que pudieron hacerlo. En el medio pasó de todo: debieron abandonar por este tiempo el modo itinerante que abrazaron como estilo de vida, bajar el telón por largo tiempo, reinventarse, rescatar oficios que ya conocían pero no aplicaban o aprender alguno para subsistir, y establecieron lazos más estrechos con los vecinos del lugar.
Finalmente, el domingo comenzó el periplo de retornar a la ruta, echar a andar los semirremolques con los que solían trasladar las enormes estructuras que se transforman en carpa, en la que luego se viven con alegría los shows de malabaristas, magos, acróbatas, payasos y demás, quienes despiertan la ilusión y encienden la fantasía en cada presentación.
Eduardo Ovejero es el referente del circo Varekay. Con nervios, ansiedad y mucha expectativa, fue quien gestionó el traslado a Corrientes capital —al menos por ahora—, para poder empezar a trabajar nuevamente en lo que saben hacer y les gusta. "Sabía que una vez que empezara a rodar iba a empezar de vuelta con lo mío. Era cuestión de tiempo nomás", dijo a UNO.
Haciendo un balance del período en el que estuvieron parados en San Luis de las Palmas, reflexionó: "Aprendimos que existe otra vida aparte de la del circo, que es la de permanecer estable en un solo lugar. Para mí fue toda una experiencia, porque empecé a trabajar en un circo a los 14 años y por 40 años no volví a estar más de dos meses en una misma ciudad, un pueblo o lo que sea. Y después de tanto tiempo de rodar, me tocó quedarme casi dos años en un solo lugar".
A su vez, confió: "La verdad es que la pasamos lindo, aprendimos muchísimas cosas: que hay otro tipo de personas, que a la gente le importamos, porque nosotros pensábamos que pasábamos desapercibidos, que venían a mirar la función, se iban y ya estaba. Y no es así: descubrimos que le dejamos algo a la gente, y que la gente nos deja algo a nosotros".
A esto lo comprobaron el domingo, cuando se empezaron a despedir del pueblo que los adoptó un año y medio. "Nos causó muchas emociones despedirnos de los vecinos de San Luis de las Palmas y ver que la gente lloraba cuando nos íbamos. Muchos pensaron que nos quedaríamos a vivir ahí. Cuando salimos a la calle con los semirremolques salían a saludarnos, y fue la noticia en los grupos de WhastApp y las redes sociales del pueblo. Fue muy loco y no nos alcanzan las palabras de agradecimiento para todos ellos", aseguró.
Desde que comenzó la cuarentena en 2020 y no pudieron generar ingresos con su trabajo, se la rebuscaron con diferentes tareas: algunos miembros del circo comenzaron a hacer tejidos, comidas y artesanías para vender, otros fabricaron hornos y parrillas o se las ingeniaron realizando tareas de herrería, eléctricas, pintura; y ofrecieron la camioneta para hacer fletes también.
"Aprendimos también que podemos vivir de otra cosa que no sea el circo, si bien no es para lo que nos preparamos. Pero si nos tocara quedarnos estables, podemos defendernos tranquilamente haciendo de todo un poco y mantenernos. Toda esta experiencia nos dio la pauta de que estamos preparados para todo, que somos todoterreno", sostuvo Eduardo.Acto seguido, recalcó con entusiasmo: "Ahora llegó el momento de empezar con lo nuestro, volver a hacer las funciones. Mi nieto más chiquito no tenía ni un año cuando paramos y no sabe cómo es una función de circo. Queremos sumar cosas nuevas, y hay un par de bailarinas que se fueron y tendremos que agregar otro número".
Volver a ensayar y entrenarse para cuando llegue el tan ansiado momento de encontrarse con el público obligó a algunos a volver a ponerse en forma tras el tiempo sin ese tipo de actividad: "Imaginate que la persona que hacía trapecio se puso de pintor en estos meses y no se cuidó nunca con las comidas. Ahora está haciendo ejercicio y preparándose. Calculo que vamos a llegar perfecto", comentó con simpatía.
A los primeros pasos ya los dieron, cuando hace unos meses fueron contratados por el municipio de Paso de la Patria, una villa turística situada a 35 kilómetros de Corrientes capital, donde se pusieron a tono brindando funciones al aire libre. No obstante, Eduardo explicó: "Para abrir queremos prepararnos, porque una cosa es ensayar afuera y otra es hacerlo adentro del circo. Nos tenemos que preparar también mentalmente, porque estos fueron días de mucha ansiedad. Hace dos o tres días que no duermo bien. Son los nervios de volver a viajar, no por irnos del pueblo en el que estuvimos, porque ahí nos han tratado muy bien, pero esto es lo nuestro, lo que nos corre en la sangre".
Si bien aún no tienen fecha definida para la primera función, porque necesitan antes ponerse a tono con los protocolos a implementar, esperan que sea pronto. Sobre este punto, indicó: "Tenemos previsto empezar cuando armemos todo. Hace ya casi dos años que el circo estaba cerrado y es como empezar a armar de cero, hay que ver qué nos hace falta. Además, debemos esperar que nos habiliten en Corrientes y conocer las nuevas disposiciones con respecto al tema del Covid. Si bien en el circo todos estamos vacunados con las dos dosis contra el coronaviris, queremos que sea lo más seguro posible para nosotros y para la gente que va a la función".
Por último, celebró poder volver a viajar con el circo a otros lugares, y mencionó que en algún momento espera llegar nuevamente a Entre Ríos, la provincia que ama y en la que nació Varekay, hace unos 13 años atrás.