El INV inició el proceso para crear la IG de Victoria, Entre Ríos: cómo es este terroir
A partir del pedido impulsado por Bodega BordeRío, el Instituto Nacional de Vitivinicultura comenzó con el procedimiento legal para otorgar el estatus de Indicación Geográfica a esta región.
La diversificación de la vitivinicultura argentina podría dar un paso más con el reconocimiento de una nueva IG en el país. El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) presentó el pasado viernes el aviso legal en el Boletín Oficial, iniciando así el proceso para reconocer a Victoria, Entre Ríos, como una nueva Indicación Geográfica.
Por pedido de Bodega BordeRío, se solicitó el "reconocimiento, protección, registro y derecho a uso de una Indicación Geográfica de la República Argentina, conforme a los términos de la Ley N° 25.163".
El área geográfica abarca por completo al departamento de Victoria de acuerdo y los límites considerados son "al oeste, con el Departamento Diamante; al norte, con el Departamento Nogoyá; al sur, con la provincia de Santa Fe; y al este, con el Departamento Gualeguay".
Siguiendo el marco de la Ley N° 25.163, "toda persona física o jurídica que justifique un interés legítimo, que estimara que alguno de los requisitos establecidos no han sido debidamente cumplidos, podrá formular oposición a su registro, por escrito fundado", dentro de un plazo de 30 días que rige desde el pasado 19 de marzo.
Luego de esa fecha, la IG de Victoria podría convertirse en la primera de la provincia de Entre Ríos y aunque hablemos de una nueva zona, la tradición vitivinícola en la región es bien antigua, aunque por un tiempo fue interrumpida y ahora está recobrando fuerzas con una nueva impronta.
La historia de vitivinicultura en Victoria
Para poder comprender la tradición vitivinícola de Victoria primero tenemos que hacer un breve repaso por la historia. Y hablamos de tradición porque hace menos de 100 años, la provincia de Entre Ríos era la cuarta productora de vino a nivel nacional. Muchos se preguntarán qué pasó en el medio y cómo llegó a desaparecer todo rastro vitícola en todo el territorio mesopotámico hasta este resurgir
La respuesta está en la Década Infame y una decisión presidencial que benefició a Mendoza y San Juan a posicionarse como las más influyentes en la industria del vino en Argentina, pero entorpeció el desarrollo de otras regiones.
En el año 1934, el entonces presidente Agustín P. Justo dictó la Ley 12.137. En ella se prohibió toda actividad vitivinícola en el país, salvo en la región de Cuyo. Así, algunos terroir como los de Entre Ríos quedaron reducidos a cenizas, ya que muchos viñedos fueron quemados y otros arrancados, mientras que los tanques de las bodegas que allí funcionaban fueron destruidos y su contenido dilapidado.
A partir de los '90 esta normativa fue revocada y así volvieron a aparecer "nuevas regiones vitivinícolas", aunque en realidad no era más que el resurgir de una tradición que había sido extinguida por la fuerza de la ley.
La identidad de Victoria
El reconocimiento de Victoria como una nueva IG se explica en el espíritu de la zona de retomar la vitivinicultura. Además de BordeRío, la bodega impulsora de la iniciativa, en ese departamento se desarrollan alrededor de siete proyectos que por ahora son pequeños y considerados artesanales.
"Se trata de una zona que también se está definiendo vitivinícolamente. Esto es un trabajo conjunto de varias bodegas, pero nosotros tomamos un poco la responsabilidad de ser los que marcan la tendencia por ser la bodega más grande de la zona", comentó en diálogo con Los Andes Mariela Ardito, enóloga de Bodega BordeRío.
Aunque ella es de Mendoza, la también ingeniera agrónoma se ha ocupado desde el comienzo del proyecto. Y si bien aún se encuentran en un periodo en el que van probando distintas variedades al suelo que tienen a orillas del río Paraná, hay algo que tienen claro y es que quieren tener su propia identidad, despegándose de lo que sucede en la misma provincia a orillas del río Uruguay. "Entre Ríos es una provincia muy diversa de un lado y del otro de los ríos. Si nos vamos al otro extremo, ahí se dan muy variedades como el Tannat o el Syrah y hay algunas bodegas importantes. Pero es otra cosa por el tipo de suelo y es muy parecido al estilo uruguayo de vinos. Nosotros siempre quisimos despegarnos de ese concepto", consideró Ardito.
La bodega en la que trabaja la enóloga mendocina funciona desde el 2015. "Arrancamos con 1.000 botellas con una uva que compramos a un productor de Victoria y en estos años hemos crecido en volumen y elaboramos con nuestras propias uvas. Tiene una capacidad de 80.000 litros en tanques de acero inoxidable y cuatro huevos de concreto", sostuvo.
BordeRío nació de la mano del matrimonio de Guillermo y Verónica, dos rosarinos amantes del vino que encontraron a 70 kilómetros de su ciudad, en Victoria, un paisaje que les recordó sus viajes por la Toscana italiana y otras regiones vitivinícolas de Europa y el mundo. Así, comenzaron las investigaciones y se encontraron con toda la historia vitícola del lugar, lo que los animó a iniciar el proyecto.
"Lo primero que se hizo fue una plantación con un mix de variedades. Algunas se dieron mejor y otras peor, el gran desafío fue entender las plantas. Una de las ideas que había era que no había que regar, pero nos dimos cuenta que sí hacía falta porque justamente llovía cuando no lo necesitaba. También se puso malla antigranizo, un poco por la probabilidad de piedra y otro porque hay mucha diversidad de pájaros en la zona y eso ayuda a proteger los racimos. El manejo es muy similar al que se hace en Mendoza", detalló la profesional que trabaja con ellos.
BordeRío ha elaborado Malbec, Syrah y Merlot, y según Mariela "la expresión es distinta" a la que podemos encontrar en el oeste, "pero es muy difícil compararlos con los vinos de Mendoza porque en Victoria hay una cuestión de inconstancia con la amplitud térmica, que no siempre se da. Hay veranos con noches muy cálidas y otros con noches frescas como ha sido este".
Para esta añada, decidieron apostar dos variedades italianas: lanzelotta y sangiovese. "Si bien nuestro Malbec está bueno y sale bastante bien, por ahí te diría que la característica de estos vinos es el calcáreo. Es una apreciación mía y nos gustaría más adelante poder hacer estudios de suelos que nos ayude a determinar mejor la composición", explicó la enóloga.
"Lo bueno de los vinos es que no son vinos amargos, como sospechábamos por lo que habíamos probado de algunos productores. De todos los descriptores que tiene una variedad -los que yo llamo dulces, pero que en realidad no son dulces porque tengan azúcar sino porque son florales, avainillados o ahumados-, todos aparecen. Son vinos que quedan muy prolijos y que van muy bien con la madera, porque los complementa y le termina de dar la definición", completó.