Río Gualeguay
“Es imprescindible iniciar políticas urgentes de reducción de uso de plaguicidas”
Damián Marino, científico de la UNLP, brinda detalles de su trabajo en la cuenca del Río Gualeguay, que arrojó resultados preocupantes: una gran presencia de sustancias contaminantes derivadas del modelo de producción en la zona
Un trabajo realizado por científicos de la Universidad de La Plata constató la presencia de agrotóxicos en el Río Gualeguay, uno de los más importantes de la región mesopotámica. El mismo lleva la firma de Tomás Mac Loughlin, Leticia Peluso y Damián Marino, expertos del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM) -dependiente del CONICET y la Universidad Nacional de La Plata.
“Quisimos medir cómo la cría de pollos y huevos y el cultivo extensivo, actividades habituales en la zona, impactan en el cuerpo de agua y de qué manera ello se manifiesta. Entonces, en distintas estaciones del año, hicimos estudios de agua y de sedimentos de los ríos y arroyos”, cuenta Marino en diálogo con el programa radial Primera Maraña, que coproducen Pulso Noticias y Radionauta.
Los resultados no fueron nada alentadores. La consecuencia más grave del uso de los agrotóxicos que llegan al curso de agua del Río Gualeguay se explica en que su cuenca desemboca en el último tramo del Paraná, por lo que la carga de plaguicidas detectada culmina por acumularse en el sistema de humedales del delta.
—¿Cuál es la magnitud del problema desde el punto de vista ambiental?
—Una de las principales funciones que tiene el humedal es filtrar agua. Entonces, cuando en ese caudal de agua hayamos presencia de glifosato, atrazina o glufosinato de amonio a niveles que año a año van en aumento, eso implica que estamos bajo un proceso que se denomina ‘acumulación’. Las sustancias se acumulan porque ingresan mucho más al ambiente de lo que este puede degradar. Ahí se desarrolla la biota acuática; de ahí toman agua para consumo humano muchas ciudades costeras del Gualeguay; de ahí la gente saca su pescadito del fin de semana como actividad recreativa; y se baña también… Estamos frente a un escenario socioambiental que amerita acciones urgentes.
—¿Podrías explicar el proceso mediante el cual los agrotóxicos llegan al agua?
—Hay muchos procesos. Uno es: “Llueve y los campos alimentan los arroyos”. Los campos tienen pendientes que drenan hacia los ríos o arroyos. De hecho, los arroyos son como colectores de agua. Así, toda lluvia que ocurra va a movilizar materiales del suelo con los plaguicidas hacia los cuerpos de agua. Y hay otro fenómeno, que nosotros llamamos “dinámica ambiental”. Es decir, no es que estas sustancias llegan ahí y quedan abrazadas a la partícula del suelo en los campos. Una vez que se liberan al ambiente, se mueven y llegan. Por factores climáticos, por la naturaleza de las moléculas… por aire, por agua, en transporte alimentario. Uno por ahí dice: “Yo no consumo soja”. Lo invito a agarrar cualquier paquete de alimentos, de golosinas… lo que denominan ultraprocesados. Tienen derivados de soja. En Brasil, hace un año salió un informe de un montón de marcas de productos de consumo habitual (galletitas, alfajores, etc) que contenían residuos de plaguicidas. Eso es consecuencia de este modelo.
En nuestro país, la regulación estatal en torno al uso de plaguicidas es nula. Las estadísticas, brillan por su ausencia. El último registro data de 2013 y, paradójicamente, lo hizo la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), que es la que promueve la venta de estos productos. “El Estado Nacional nunca se ocupó siquiera de conocer cómo es el mercado y reportar a fin de saber qué regular. Para regular algo primero tenes que conocerlo. Es un tema casi prohibitivo, gobierne quien gobierne”, dice Marino.
—¿Es reversible el daño que se está haciendo sobre los cursos de agua y humedales?
—Es imprescindible iniciar políticas urgentes de reducción de uso. El ambiente es maravilloso y se recupera siempre y cuando uno lo deje de presionar y de atacar. Si se levanta un poco esa presión antrópica (del hombre) sobre la biodiversidad, el ambiente se recupera. Es lo que se denomina resiliencia. El ambiente siempre va a tratar de aplicar esa resiliencia para recuperarse. Pero depende de nosotros frenar con el hostigamiento que le hacemos. Nos cuesta ver y comprender que nosotros somos parte de ese ambiente. Accionamos sobre el agua o el suelo, como si a nosotros no nos afectara. Eso pasa porque no nos identificamos como biósfera, como biota que somos. Somos sistemas vivos. Nos parecemos omnipotentes hasta que llega una pandemia y pasa lo que pasa. Esa concepción es también parte de un cambio cultural y de generaciones que tenemos que hacer.
Para el final, el especialista fue consultado sobre la situación del Gran La Plata en relación al uso de agrotóxicos. Al respecto, señaló: “La ciudad de La Plata tiene el cordón hortícola más grande del país, donde el cóctel de sustancias químicas es mucho mayor que el de la actividad extensiva. Depende de los cultivos. La variedad de uso de plaguicidas se explica por la variedad de plagas que tiene cada cultivo. Y eso se da también por la situación de marginalidad y exclusión que padecen los productores de la zona: existe una falta de políticas activas para acompañar, asesorar y colaborar con la producción de las verduras que llegan no solo a La Plata, sino a gran parte del país. No es solo un problema acerca de lo que el productor usa o no usa; es un problema que tiene una cadena social, laboral, productiva… Hace aproximadamente un mes se conoció la situación de vecinos que viven en el contorno del cordón hortícola, en Lisando Olmos, donde son muy frecuentes las denuncias por problemas de intoxicación por agrotóxicos. Más allá de la sanción, acá lo que hay que generar son políticas que contengan a los pequeños productores.
FUENTE: pulsonoticias.com.ar/