Titanic del sur
La historia del "Titanic del sur" que recorrió los puertos de la Patagonia
El Astillero que lo construyó fue la firma alemana "Blohm & Voss", junto a otros 4 barcos con nombres de montañas de Tierra del Fuego: todos terminaron mal. El capitán del crucero, que pasaba por Puerto Madryn, se vistió de gala para acompañar el hundimiento.
Para los especialistas en embarcaciones y quienes pudieron seguir el derrotero del crucero Montes Cervantes, lo consideraron el "Titanic del sur" por el lujo y la suntuosidad del barco y sus pasajeros. Pero también el descenlace que se vivieron durante el hundimiento, y la muerte de su capitán, que nadie pudo explicar con exactitud.
Entre 1922 y 1923 la empresa ordenó al astillero Blohm & Voss la construcción de los “Montes”. Fabricó cinco embarcaciones con nombres de las montañas de Tierra del Fuego: Monte Sarmiento, Monte Olivia, Monte Cervantes, Monte Pascoal yMonte Rosa.
Unos fueron desguazados, otros fueron hundidos y el Monte Cervantes descansa aún en las gélidas aguas del Canal Beagle, donde termina la Tierra del Fuego y se empieza a vislumbrar la Antártida Argentina.
El diseño interior del crucero, que también era de carga, nada envidiaba a los barcos de primera línea. Tenía suntuosos salones decorados con estilo, capacidad para unas 450 personas, una segunda cubierta con más de 200 sillas, salón de fumadores, bibliotecas y salas de lectura totalmente equipadas.
A su recorrido original se le habían agregado dos nuevas escalas que lo hacían más seductor: Puerto Madryn y Yendegaia. La estadía en Ushuaia.
EL ACCIDENTE
El Monte Cervantes zarpó desde Hamburgo (Alemania) a fines de 1929 con 1.117 pasajeros y unos 330 tripulantes. El 21 de enero de 1930 atracaba en el Puerto de Ushuaia (Argentina) y al día siguiente zarparía hacia la Bahía de Lapataia, específicamente a unas 7 millas náuticas, a la bahía Yendegaia. Lamentablemente, a unas 9 millas del Puerto, se produjo el fatal accidente.
En el libro “Monte Cervantes y el Capitán Dreyer”, Naufragio y muerte en el Sur Argentino, de Adriana Pisani, relata:
“… El capitán Dreyer pretendía pasar por el canal “Les Eclaireurs”. Le recomendó al Segundo Oficial prestar atención cuando marcara el Faro 140 grados a la derecha y al Monte La Gloche 21 grados, para luego cambiar el curso en el canal. A las 12:35 se divisaron los puntos mencionados, se modificó el curso al sur y a las 12:42 según el mapa se tomaba el curso adecuado… tres minutos después chocaba… a estribor contra una roca debajo de la línea de agua, por lo que el barco se inclinó considerablemente a babor… enderezándose luego. Cuando se liberó de la roca comenzó a hundirse. La máquina se detuvo… Dreyer dijo al Primer Oficial que liberara inmediatamente los botes…”
El Cervantes permaneció a flote por veinticuatro horas más, y luego, durante la bajamar, dió una vuelta campana, produciendo la única víctima del accidente: su capitán. El crucero permaneció parcialmente sumergido, y fijo a algunas rocas por su popa.
EL CAPITAN
Varias historias rodean al destino final de Dreyer. Una versión cuenta que se vistió con su uniforme de gala, con sus medallas, y decidió hundirse con el barco. Un oficial de una de las embarcaciones que participaron del rescate, lo instó a abandonar la nave, pero no quiso. Cuando el barco se sacudió, dos de los oficiales que lo acompañaban alcanzaron a saltar por la borda. Otros aseguran que se ató al timón y otra versión más inverosímil sostiene que alcanzó la isla Navarino y nunca más se lo vio. Lo cierto es que su esposa ofreció una recompensa por quienes pudieran aportas datos acerca de su paradero.
Porque el cuerpo del capitán nunca apareció.
QUÉ PASÓ DESPUÉS
Ushuaia tenía en esos años una población de no más de 800 habitantes. Es fácil imaginar el impacto de 1500 nuevas personas en la ciudad. Fueron distribuidas en casas de familia, e incluso en la prisión, donde los internos compartieron sus alimentos con los nuevos visitantes.
Después de 11 largos años de intenso trabajo, buzos de la compañía Salvamar lograron liberar el casco de su varadura. El barco fue dividido en dos partes, y con ayuda de 4 remolcadores (uno de ellos, el Saint Christopher, se encuentra todavía parcialmente a flote cerca del puerto de Ushuaia), se trató de llevar el casco hacia Ushuaia. De repente, y luego de una desafortunada maniobra, el barco comenzó a hacer agua y se hundió para siempre en las aguas del Canal Beagle.
Fue redescubierto hace unos pocos años por buzos locales. Lo que ellos hallaron fue la superestructura, con sus cubiertas, mástiles y el resto de la obra muerta, en profundidades que van de los 35 a 45 metros. El casco permanece en más de 100 de profundidad, en algún lugar al sur de los islotes Les Eclaireurs, más allá de los límites del buceo deportivo.
EL REGISTRO
El entrerriano Carlos Ladislao Bustos tenía el agua por la cintura. Trabajaba en Caras y Caretas y dejó registrado todo el operativo tras el accidente y el rescate.
Había nacido en Gualeguay en 1877 y desde 1895 vivía en San Nicolás de los Arroyos, donde su padre era el encargado del Correo. Era, además, artista plástico y participó del tercer viaje de la Fragata Sarmiento, entre 1902 y 1903. Murió en San Nicolás un año después del naufragio.
Fuentes: patagonia-argentina.com / tierradelfuego.org.ar / Infobae