Viral
Llegaron a la iglesia en una cosechadora y revolucionaron el pueblo
San Luis. La localidad de La Punilla fue escenario de una boda inolvidable el pasado 18 de febrero, cuando Marcos y Agostina, tras 11 años de noviazgo, decidieron dar el “sí” de una manera muy particular: llegaron a la iglesia a bordo de una cosechadora decorada para la ocasión. La inusual entrada no solo sorprendió a los invitados sino que también captó la atención de los turistas y vecinos, volviéndose rápidamente viral en las redes sociales.
El evento estuvo marcado por una mezcla de emociones. “Fue muy emotivo y preocupante a la vez”, confesaron los recién casados. Y es que, además de la originalidad de la entrada, el clima también tuvo su cuota de protagonismo. Ese día, una inesperada helada similar a la registrada en 1967 golpeó con fuerza la región. “Salió algo muy bueno, espléndido, pero ese día cayó una helada terrorífica que arrasó con todo”, recordó Marcos, productor agropecuario.
La iglesia, ubicada en una rotonda, se convirtió en el centro de atención. “Había mucho tránsito por el feriado largo. Yo había hablado con la policía para que nos dieran una mano en la ruta, y en un momento veo que todos frenaban, pero para sacarse fotos”, relató Dubini, quien aseguró que se formó una fila de unos 20 autos, todos intentando capturar el inusual momento.
Pero el proyecto de llegar en cosechadora estuvo a punto de no concretarse. La máquina había sido enviada a reparar en enero a Rufino y recién estuvo lista el jueves anterior al casamiento. “Le avisé al del taller que la necesitaba para mi casamiento y ya estábamos sacándola de los planes, pero me llamó a tiempo para avisarme que tenía el fierro listo”, recordó el productor, aliviado.
La alegría era evidente en Agostina. “Estaba feliz, ella quería hacer algo así”, contó Marcos. La cosechadora, reluciente como un espejo, fue el vehículo que transportó a la pareja y a su hija Arantxa, de 5 años, hasta la iglesia, haciendo el momento aún más emotivo. “Esa noche sentí de todo, fue muy emocionante y sorprendente porque nadie sabía lo que habíamos planeado. Antes de bajarme de la cosechadora se me cayó un lagrimón”, confesó el productor, conmovido.
Para la familia Dubini y para todo el pueblo, la boda significó mucho más que una celebración. “A pesar de que estamos teniendo más golpes que alegrías en el agro, no abandonamos las tradiciones. El campo para mí es una pasión. Sin el campo, los animales y las máquinas no sería nadie”, reflexionó Marcos, dejando en claro que su amor por la tierra es tan profundo como el que siente por su ahora esposa.
El insólito casamiento dejó una marca imborrable en La Punilla y demostró que, a veces, las tradiciones y la originalidad pueden ir de la mano para crear momentos verdaderamente inolvidables.