Macri
Macri no festejó el nuevo campeonato de Boca
Macri y su operador Angelici querían decididamente que Racing se alzara con el título, y no el xeneize, aunque se digan fanáticos de la camiseta azul y oro.
A pesar de haber dirigido los destinos del club durante casi 25 años (desde 1996 y hasta diciembre de 2019, cuando su delfín Christian Gribaudo fue derrotado por la dupla Jorge Ameal-Juan Román Riquelme), a Mauricio Macri le quedó atragantado el apasionante campeonato que el club Boca Juniors logró el último domingo.
Saben que para intentar volver a gobernar el país, la derecha que Macri conduce necesita hacer piruetas en el sentimiento popular y proyectarse nacionalmente. Y más después del desastre que hizo en la Casa Rosada.
Todo el mundo coincide en que los éxitos deportivos alcanzados por el Boca de Bianchi (un enemigo íntimo de Macri) resultaron un trampolín para que el macrismo gobernara primero la ciudad primero y luego el país. Se comprende, entonces, el odio que genera en esa gente haber perdido la conducción del club y la bronca que le provoca cada triunfo en la cancha conseguido por el equipo profesional.
Durante el cuarto de siglo que el macrismo gobernó Boca, no sólo lucró brutalmente con el club; también lo desculturalizó y vació su identidad vinculada a los pobres y las clases trabajadoras. De ahí la importancia estratégica que la derecha criolla le asigna a recuperar más pronto que tarde su administración.
Porque, ¿cómo podrían recuperar la mística, la ilusión, o generar alguna esperanza o mínima expectativa siquiera, quienes dejaron endeudadas a varias generaciones de argentinos? Sin dudas: volver a conducir Boca.
Claro que para que eso suceda, a Boca debería irle mal.
El macrismo se valió de herramientas ilegales y recursos non sanctos para llegar al gobierno nacional. Las operaciones del aparato mediático hegemónico principalmente.
Son esas células dormidas siempre despiertas las que desde hace meses y meses operan contra la conducción de Boca y hacen blanco en Riquelme.
Cuando hablan de las peleas internas, cuando presentan como maltratos de la dirigencia de Boca a los jugadores por sus pretensiones económicas, están apuntando a: la conversión de los clubes de fútbol en sociedades anónimas; la eliminación de la función social de Boca en un barrio con múltiples carencias, y la transformación de la identidad bostera en una multinacional sin alma, desapasionada, generadora de divisas para pocos, y nada más. El hincha no estaría dispuesto a permitirlo, y cada éxito del Boca de Román aleja cada vez más esa posibilidad.