SIMETRÍAS
Malvinas y Taiwán
El apoyo chino al reclamo de soberanía argentino sobre las Islas Malvinas es uno de los pilares centrales en la relación bilateral que ambos países mantienen desde hace más de 50 años. Este vínculo genera tensiones en Londres, que observa cómo se consolida esta realidad geopolítica en paralelo al ascenso de Beijing en el escenario internacional.
A lo largo del medio siglo que ha transcurrido desde el establecimiento de relaciones diplomáticas formales entre la República Argentina y la República Popular China, se observan algunas tendencias que se han mantenido estables en el tiempo; como el intercambio comercial o la cooperación científica. Además, existe un punto de convergencia y apoyo recíproco que, debido a la importancia geopolítica para ambas partes, se ha constituido en pilar central de la relación bilateral: el apoyo chino al reclamo de soberanía sobre la Islas Malvinas y el argentino a la reunificación pacífica de la isla de Taiwán con la China continental.
Taiwán, también conocida como Formosa, es una isla de unos 35.000 km2 ubicada a 180 kilómetros del continente asiático. Si bien los pueblos originarios de la isla (actualmente entre el 2,4 y 3,4% de la población, dependiendo del criterio con que se mida) arribaron allí hace más de 6.000 años, la isla tuvo crecientes lazos con la China continental a partir del siglo XIII y fue formalmente anexado al imperio por la Dinastía Qing en 1683. Esta situación se mantuvo por más de dos siglos hasta que la isla fue cedida a Japón tras la derrota china en la guerra librada entre ambos países entre 1894 y 1895. A su vez, este control sobre la isla duraría hasta la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial en 1945, momento en el cual fue transferida a la República de China.
Aunque emergió victoriosa de la guerra mundial y se integró al nuevo sistema internacional como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, este escenario demostró ser efímero. La situación del gobierno chino, controlado por el partido nacionalista Guomindang (GMD), no tardó en deteriorarse al reanudar su conflicto con las fuerzas del Partido Comunista Chino (PCCh), en 1946. En pocos años, el PCCh ganaría decisivamente el enfrentamiento bélico en el continente y el 1 de octubre de 1949 proclamaría la fundación de la República Popular China (RPC).
Por su parte, el régimen del GMD, con alrededor de 2 millones de personas entre soldados y civiles, se reubicó en Taiwán para continuar afirmando su soberanía sobre el país entero. A partir de ese momento, se generó el “Principio de una sola China”, por el cual tanto la RPC, en control del continente, y la República de China, en control de Taiwán, afirman ser el único gobierno legítimo de China y ambos países coinciden en que la comunidad internacional solamente puede mantener relaciones diplomáticas formales con una de ellas.
Desde sus inicios, el compromiso ideológico de la RPC, junto con el pasado traumático de China como víctima de agresiones imperialistas en los siglos XIX y XX, la condujeron a ser particularmente sensibles a los procesos de descolonización y a los reclamos de los países del Tercer Mundo, identificándose hasta hoy como uno de sus miembros. En consecuencia, a medida que la RPC se integró más plenamente al sistema internacional a partir de la década de 1970, fue apoyando en ámbitos multilaterales diversas causas de los países en vías de desarrollo, entre las que se destaca el reclamo sobre Malvinas.
Raúl Alfonsín visitó la República Popular China en 1988 .
Con el correr de las décadas el apoyo chino a Argentina se constituyó como un pilar central de la relación diplomática. En la época de la visita de Raúl Alfonsín a la RPC en 1988, -según un cálculo-, Beijing había respaldado alrededor del 80% de las posiciones mantenidas por la diplomacia argentina en la ONU. A esto se le suman numerosas y consistentes demostraciones de solidaridad recíproca en los temas de Taiwán y Malvinas a lo largo de los años. Por citar algunos ejemplos: la visita del presidente de la Asamblea Popular Nacional, Qiao Shi, en 1994, la reunión del canciller chino, Tang Jiaxuan, con Eduardo Duhalde en 2002; el acto por el aniversario del 40° aniversario de relaciones diplomáticas que llevaron adelante Cristina Kirchner y el primer ministro chino, Wen Jiabao, en 2012, la firma del Acuerdo de Asociación Estratégica Integral en 2014, la visita de Estado de Mauricio Macri del 2017 y la gira de Alberto Fernández en febrero de 2022.
Vale la pena destacar, sin embargo, que en la ultima visita las declaraciones causaron cierto revuelo. A pesar de formar ya parte de la tradición bilateral de ambos países, esta vez generaron una rápida reacción por parte del gobierno del Reino Unido, cuya ministra de Relaciones Exteriores, Liz Tuss, publicó desde su cuenta de Twitter : “Rechazamos por completo cualquier cuestionamiento sobre la soberanía de las [Malvinas]. Las [Malvinas] son parte de la familia británica y defenderemos su derecho a la autodeterminación. China debe respetar la soberanía de las [Malvinas]”. Si bien esta reacción puede interpretarse de distintas maneras, es sintomática acerca del deterioro de las relaciones sino-británicas, del creciente peso de Beijing en el escenario global, y del impacto internacional que tuvo la visita de la delegación presidencial argentina.
Por otro lado, esta tampoco es la primera vez que el estrechamiento de vínculos entre Argentina y China desatan reacciones adversas por parte del Reino Unido. Poco tiempo después de la visita de Alfonsín en 1988, el London Sunday Times reportó que fuentes diplomáticas británicas filtraron, sin fundamentos claros, que la RPC había acordado proveerle misiles antibuque y misiles de alcance intermedio a Argentina, para ser utilizados en Malvinas.
En todo caso, el comportamiento de Londres debe apreciarse como un síntoma de una realidad geopolítica: las implicaciones globales del ascenso de China le preocupa en la medida que la RPC continúe siendo el aliado argentino más sólido en el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas en su reclamo soberano por las Islas Malvinas