trigo
Soja, carne.... y ahora van por el trigo
Brasil dice estar cada vez más cerca de la autosuficiencia. Fronteras adentro no todos concuerdan con la idea. El asunto es preguntarse si estamos aprovechando como debiéramos a este cliente clave, sobre todo durante periodos intervencionistas.
Brasil dice estar cada vez más cerca de la autosuficiencia. Fronteras adentro no todos concuerdan con la idea. El asunto es preguntarse si estamos aprovechando como debiéramos a este cliente clave, sobre todo durante periodos intervencionistas.
Fue hace muchos años, alrededor de veinte, en Riberao Preto. Un especialista uruguayo en feedlots explicaba la situación a cuanto argentino estuviese dispuesto a escucharlo. "Ustedes no tienen idea de lo que está ocurriendo con la ganadería de este país, los van a pasar por arriba en materia de exportaciones". Y así fue, cuando nos despertamos Brasil ya era una potencia vendiendo carne vacuna fronteras afuera. También es cierto que alguna vez compartimos con el socio del Mercosur los volúmenes de soja generados a nivel país, hasta que pisó el acelerador y pasaron a mirarnos por el espejo retrovisor.
Por supuesto, Brasil es un país enorme, con mucha superficie todavía para incorporar a la ganadería y a la agricultura. Pero además de esos dones de la Naturaleza, no ha tenido gobiernos que conspiraran contra el sector agropecuario, como ha pasado en numerosas oportunidades en la Argentina. Es más, le ponen fichas al sector, invierten en infraestructura de puertos y transporte, están pendientes de sus necesidades. Todavía está vigente la imagen de Bolsonaro visitando a Putin a pesar de la inminencia de una guerra en el Mar Negro. No fue a abrirle la puerta de Latinoamérica sino a buscar el fertilizante que el agro necesita como el pan de cada día. Sin él no hay producción, y todo Brasil lo padecerá.
Ahora el vecino habla de la autosuficiencia en trigo. Lo ha hecho otras veces, pero esta vez parece que va en serio. Celso Luiz Moretti, presidente de Embrapa, con las mismas funciones que nuestro INTA, indicó en la televisión de su país que Brasil se autoabastecerá de trigo en 5 años. "Esta campaña tenemos una demanda estimada de 13 millones de toneladas, pero Brasil va a producir 9 millones de toneladas, cuanto menos. Creemos que podemos alcanzar este objetivo en el plazo indicado dado el crecimiento que venimos viendo en los últimos años", vaticinó.
Y pondera las perspectivas de producción en el Cerrado. "Hace más de 40 años empezamos a trabajar con el mejoramiento genético del trigo pensando en esta zona, y desarrollamos variedades adaptables. Demostramos que es posible producir y cosechar trigo en el trópico", asegura. Y entonces uno se acuerda de los ejemplos de la soja y la carne vacuna, y empieza a inquietarse.
Es una preocupación genuina, porque Brasil se lleva el 50% de las exportaciones argentinas de trigo, porque es el gran sostén del precio que cobran nuestros productores y porque el populismo olvida su importancia como cliente. El vecino agota su producción a partir de abril, cuando generalmente el registro está "cerrado" en nuestro país. Brasil ha llegado a quitar el arancel externo común; piensan para qué quieren esa ventaja los argentinos si no tienen trigo disponible y no la saben aprovechar. Nuestro productor, en tanto, se ve obligado a apurar la venta antes de que el Estado meta las garras en el asunto, y salvo honrosas excepciones se queda con precios más bajos de los que podría haber obtenido en un mercado libre.
Es cierto que muchos analistas dudan de la posibilidad que esgrime Embrapa, a pesar de que en los estados del sur de Brasil el área utilizada en cultivos de verano, principalmente de soja, es de 5 a 7 veces mayor que la empleada en invierno, y los agrónomos instan a aprovechar esa superficie. En el Cerrado el trigo entraría en el proceso de rotación con otros cultivos, principalmente la soja.
Para Daniele Siqueira, de AgRural, lo que vemos es coyuntural, producto de la suba de precios generada por la guerra en el Mar Negro, que ha estimulado la producción del cereal más allá de lo habitual. En principio, el país ha generado exportaciones récord de trigo, no necesariamente el plus producido se utiliza para cubrir el déficit interno. Y en muchos casos es trigo forrajero, normalmente como resultado de lluvias excesivas durante la cosecha, que se realiza en la primavera. Para ir por la autosuficiencia va a necesitar no solo una producción mucho mayor sino también otra calidad.
Respecto del trigo en el Cerrado, el plan es aumentar el área en esos estados no tradicionales en un 40 % hasta 2025. Sin embargo, en números absolutos, eso representa una expansión de solo 100.000 hectáreas. En el sur, donde las chances del trigo son mayores, la competencia que ejerce la safrinha de maíz es formidable.
Como miembro del Mercosur, el trigo argentino no paga el Arancel Externo Común del 10%. Tampoco un impuesto estatal que se abona cada vez que se trae trigo de un estado distinto de aquel en el que está ubicado el solicitante. Con todo esto el trigo argentino es una opción obvia para los molinos del vecino país y condiciona aumentos significativos de área, excepto en años con un incremento superlativo de precios, como en 2021 y 2022.
A decir de un conferencista brasileño, su país tiene para muchos años comprando trigo en la Argentina, salvo que nuestros gobiernos se empeñen en seguir arruinando el negocio. Depende de nosotros, no de ellos.