Tecnificación en la cría, lo que falta en la producción pollera
La producción de carne de pollo ha crecido al ritmo del consumo, que el año pasado igualó al de la carne. Dos empresas integradoras analizan fortalezas, debilidades y oportunidades en la cadena pollera.
Como ese púgil que empezó peleando en los clubes de barrio, después llegó a estadios de contiendas provinciales y nacionales, y hoy tiene la posibilidad de pelear por el título del mundo, la producción y comercialización de carne de pollos ha transitado todo ese camino, y hoy está en un punto de inflexión que requiere de inversiones en algunos eslabones, para consolidad la promesa.
Hasta hace varios años, la mayor parte del volumen comercializado de pollo era entero. Hoy, al igual que otras actividades, la comercialización del pollo se ha ido especificando, poniendo más precisa en su oferta tanto para el mercado interno como para lo que se exporta.
Así, se venden las "supremitas" sin hueso, patas, alas o pechugas, pero también bocaditos de rebozados, medallones (solos o rellenos con espinaca, jamón y queso) y, para el mercado externo, también garras, alas y plumas con las que se hace harina para alimento animal.
Carlos Guzmán, presidente de Lizman.
Vale recordar que a fines de 2020 Argentina alcanzó el listón de los 50 kilos de carne de pollo consumidos por habitante por año. Todo un hito dado que se puso al nivel de la carne vacuna, y quedó en el segundo lugar de consumo de pollo en Latinoamérica, después de los 51,1 kilos que se comen los peruanos.
"Sabemos que estamos atravesando grandes desafíos con cambios permanente en nuestros costos, aunque hoy nos encontramos en una época de fino equilibrio", disparó Carlos Guzmán, presidente de Lizman, una empresa con 15 años de trayectoria en el mercado, que nació de la transformación del negocio original, que era la distribución de productos avícolas, en productora-integradora.
Y agregó: "Para poder lograr 1 kilo de pollo eviscerado, son innumerables las materias primas, servicios y mano de obra necesarias, pero la mayor influencia en ese costo la tienen el maíz y la soja usados en las dietas, ambos commodities forman su precio diario desde la Bolsa de Chicago y en valor dólar, esta situación, mas el aporte de otros insumos, hace que nuestro negocio sea, para graficarlo, un serrucho".
"Somos una empresa Pyme, que con el esfuerzo de los años hemos logrado la verticalidad del negocio, de tal forma que a partir de la adquisición de genética de padres producimos los huevos fértiles que son enviados a planta de incubación, ubicada en Santa Coloma (Partido de Baradero), donde nacen los pollitos bebés, que luego son llevados a granjas de engordes, propias e integradas, y una vez alcanzado el peso necesario son enviados a faena a nuestro frigorífico ubicado en Guerrico, provincia de Buenos Aires a pocos kilómetros de Pergamino", contó Guzmán.
Producto de la pandemia han reforzado el trabajo en bioseguridad, generando circuitos de inocuidad, en la seguridad del personal y los servicios que los rodea. "Sentimos un gran compromiso con la industria, confiamos en lo que hacemos a pesar de las dificultades diarias, que genera un negocio que nunca descansa, siempre hay aves comiendo, generando posturas, nacimientos, faenas, distribución", contó Guzmán.
Franco Santángelo, actual presidente de Soychú.3 de 6
"Créditos para la cría"
Hacia el futuro, Guzmán marcó su "preocupación" por "la falta de inversión sostenida de los últimos años en varias áreas", por ejemplo, "la falta de construcción de nuevos galpones para pollos de engorde, si no construimos mas metros, no vamos a poder seguir atendiendo competitivamente el mercado interno y tampoco aspirar a una exportación sostenida".
"Notamos que el gobierno esta comenzado a ofrecer líneas de créditos, herramienta fundamental para aspirar a un crecimiento, tenemos ahí una gran expectativa", se entusiasmó Guzmán.
"En muchas cosas estamos al mismo nivel que lo que se hace en los principales productores de pollo del mundo, donde nos falta mejorar es en las granjas de crianza de (pollos) parrilleros, que como son de terceros es difícil influir, porque tiene que ver con tecnificación e infraestructura, dos cosas caras que los criadores no pueden afrontar, menos pensando que los últimos años la avicultura no ha sido una actividad floreciente", contó a Clarín Rural Franco Santángelo, actual presidente de Soychú, una de las "polleras" argentinas históricas.
"En muchas cosas estamos al mismo nivel que lo que se hace en los principales productores de pollo del mundo", dijo Santángelo.
Soychú es una empresa nacional familiar que empezó su camino ligado a la producción de pollos en 1962 (en 2022 cumple 60 años), en Gualeguay, Entre Ríos, con la impronta y visión de la familia Santángelo.
"Desde que mi tío y mi padre crearon la empresa todo ha cambiado mucho, atravesando distintas etapas de la avicultura argentina, que en un principio era más precaria, se compraban pollos y se faenaban, y luego incorporó las maquinarias el proceso para hacer el pollo eviscerado", contó Santángelo.
Con el tiempo la compra de aves vivas se cambio por la crianza propia y así se fueron integrando las etapas productivas agregando la fabricación de alimentos balanceados en una planta propia, la construcción de una planta de incubación, las granjas reproductoras que proveen los huevos fértiles para dicha planta y, hace ya 15 años la representación de una línea genética.
El mercado de pollo está atado al poder adquisitivo de la gente.
Al poner sobre la mesa la evolución que ha tenido Soychú en particular, Santángelo contó que "en cada área hay tecnología aplicada para lograr más rendimiento y eficiencia, como la automatización de comederos y bebederos en las granjas y máquinas mas modernas en las plantas industriales o laboratorios para mejorar la calidad nutricional y la inocuidad de los productos terminados".
Santángelo advirtió que es un negocio de muchas oscilaciones, muy ligado a la oferta y la demanda, pero también a los precios de la carne vacuna. "Nuestro mercado está atado al poder adquisitivo de la gente, y a los costos para lograr competitividad, teniendo en cuenta que otro factor importante esto es el precio de los cereales que se utilizan en la fabricación de los alimentos", contó Santángelo.
"Salvo el inicio de la pandemia en 2020, los últimos años fueron de precios muy bajos debido a la presión de la oferta, y recién desde fin del año pasado hemos podido recuperar los precios de a poco y con mucho esfuerzo están positivos, a pesar del incremento del valor de cereales que siguen presionando nuestros costos".
La exportación
En lo que respecta a la exportación, Santángelo suma la falta de eficiencia en algunas granjas, la suba de cereales, más la caída internacional de precios que hacen pensar que en 2021 "haya menor volumen que el año pasado que ya fue estable a bajo".
"Argentina tiene muchas cosas que no tienen otros países, estamos entre los privilegiados para la producción de pollo porque tenemos extensión geográfica para evitar problemas sanitarios, tenemos cereales, tenemos agua y tenemos conocimiento, pero nos faltan inversiones y créditos a largo plazo a tasas razonables, para que los pequeños criadores, en definitiva, nuestros proveedores, puedan enfrentar un endeudamiento y puedan invertir", opinó Santángelo.
Guzmán contó que en 2021 se animaron a dar los primeros pasos hacia la exportación.
"Para poder lograrlo hemos venido haciendo fuertes inversiones en nuestras plantas, incorporando tecnologías y elevando al máximo nuestros controles de calidad", explicó.
"La Argentina tiene todas las condiciones y debe seguir apostando a la agroindustria, debemos llegar a los resultados productivos de los países lideres como Brasil y Estados Unidos, pero para eso debemos seguir incorporando tecnología de punta, sin el acceso al crédito se hace difícil, desde nuestro lugar lo estamos haciendo, seguramente sin la velocidad que nos gustaría, pero sabiendo que es el único camino", cerró Guzmán.