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River en Brasil: el mejor partido de la era Gallardo y la noche de lluvia del penal de Pity Martínez, los impactos de la historia reciente
El equipo millonario se cita con Inter, de Porto Alegre, por los octavos de final de la Copa Libertadores, con antecedentes extraordinarios y otros, que merecen un llamado de atención
¿Cómo jugar en Brasil sin extraviar la identidad? Con Gallardo, River transformó la ecuación al crear una estructura combativa en la Copa Libertadores (¿quién no se acuerda del doble pivote, Ponzio y Kranevitter en los cruces mano a mano o los cinco defensores en la primera final de la Libertadores 2018, en la Bombonera?), pero Demichelis confía en la sinfonía del toque y la sorpresa, imparable en el Monumental, con algunas fisuras lejos de casa. Hoy, Ponzio es un nexo entre los dirigentes y el cuerpo técnico y Kranevitter aún busca su mejor forma física.
Decía el entrenador, el 2 de mayo pasado, tras el 1-5 en Brasil: “Me hago cargo de los cambios. A veces salen y otras no. No era plata o mierda. Quité a un marcador central para jugar con tres. Me decido por Emanuel (Mammana) porque lo esperamos hasta la entrada en calor para ver si podía jugar. Leandro (González Pírez) comanda la defensa, es inteligente y aun así le sacaron la doble amarilla. Me hago cargo de los cambios, los hice yo. Fue ahí que se descompensó todo”. Y fue más allá: “Hubo desatenciones importantes que no deberíamos haber cometido. Saltamos la presión cuando deberíamos haber estado un poquito más acomodados”.
“Ganar, empatar y aprender”. Esa es la premisa, la ideología de cabecera de Martín Demichelis, el entrenador de River, campeón de colección de la Liga Profesional, eliminado de la Copa Argentina y con algunos contratiempos en la Copa Libertadores. Este martes, definirá la clasificación a los cuartos de final en el choque frente a Internacional, en Porto Alegre, con la ventaja del triunfo como local por 2 a 1, conseguido en el Monumental. El partido se juega desde las 21, en el estadio Beira-Rio de Porto Alegre, con arbitraje del uruguayo Andrés Matonte y transmisión de Fox Sports y Star+.
El conjunto millonario, en buena parte de su historia incómodo en Brasil, jugará frente a unos 48.000 hinchas del equipo dirigido por Eduardo Coudet y con el apoyo de apenas unos 2000 argentinos. El ganador de la serie chocará contra el triunfador de Bolívar y Athletico Paranaense (3-1 se impuso el equipo boliviano en La Paz), pero para aquello falta un buen tiempo.
Primero, River debe imponerse en una tierra, en un país, que le trae dos grandes recuerdos y dos grandes palazos en el último tiempo. El mejor partido de la era de Marcelo Gallardo, la noche del VAR, la lluvia y el penal de Pity Martínez, por un lado. La dura eliminación con Atlético Mineiro y la derrota más abultada como visitante, en el reciente mazazo que sufrió Martín Demichelis en la etapa de grupos en el Maracaná.
Por eso, se replica el concepto: ¿el joven entrenador habrá aprendido la lección de aquel 5-1 con Fluminense, en Río de Janeiro? El creador de una sinfonía del mediocampo, una formación de excelencia al atacar, sabe que la Copa Libertadores se juega de otro modo. Sin embargo, entiende que cambiar (más allá de la reclamada inclusión de Pablo Solari desde el arranque), sería tomado como un gesto de traición interna. El rival, mientras, tiene sus propios problemas.
Con un equipo alternativo, Inter rescató un 2-2 sobre el final ante Corinthians, el sábado pasado, como local y lleva siete partidos sin ganar; los últimos cuatro fueron del ciclo Coudet. Y Enner Valencia protagonizó un duro cruce con un compañero luego del partido y en el camino hacia el vestuario empujó a Magrao, coordinador técnico del equipo. Coudet intentó minimizar el hecho como “una discusión” típica del partido y según los medios locales, el máximo goleador de Ecuador le pidió disculpas al plantel.
Aquella derrota con Fluminense
¿Cómo jugar en Brasil sin extraviar la identidad? Con Gallardo, River transformó la ecuación al crear una estructura combativa en la Copa Libertadores (¿quién no se acuerda del doble pivote, Ponzio y Kranevitter en los cruces mano a mano o los cinco defensores en la primera final de la Libertadores 2018, en la Bombonera?), pero Demichelis confía en la sinfonía del toque y la sorpresa, imparable en el Monumental, con algunas fisuras lejos de casa. Hoy, Ponzio es un nexo entre los dirigentes y el cuerpo técnico y Kranevitter aún busca su mejor forma física.
Decía el entrenador, el 2 de mayo pasado, tras el 1-5 en Brasil: “Me hago cargo de los cambios. A veces salen y otras no. No era plata o mierda. Quité a un marcador central para jugar con tres. Me decido por Emanuel (Mammana) porque lo esperamos hasta la entrada en calor para ver si podía jugar. Leandro (González Pírez) comanda la defensa, es inteligente y aun así le sacaron la doble amarilla. Me hago cargo de los cambios, los hice yo. Fue ahí que se descompensó todo”. Y fue más allá: “Hubo desatenciones importantes que no deberíamos haber cometido. Saltamos la presión cuando deberíamos haber estado un poquito más acomodados”.
Goleada y eliminación
Ese es el principal argumento a tener en cuenta: los deslices puntuales, el retroceso general, el quedar demasiado ancho, demasiado abierto. El defender uno contra uno, en campo abierto. Es un problema global de River, un equipo que no negocia la audacia. El impacto de esa caída (el campeón local no ganó como visitante en este certamen) tiene algún punto en común con el otro golpe no tan lejano: el 3-0 que le propinó Atlético Mineiro en los cuartos de final, el 18 de agosto de 2021, que sirvió de prólogo del título local, el único campeonato conseguido por el Muñeco, con un Julián Álvarez imperial.
Ya había perdido por 1-0 en el Monumental, con un tanto de Nacho Fernández para el elenco brasileño. “Más allá del dolor y lo golpeado que está el equipo, hay que darle el reconocimiento y valor que merece el rival, que fue mucho más que nosotros. Lo demostró en el partido de hoy con su buen juego y su jerarquía. Cuando perdés de la manera que perdimos no hay mucho para rescatar. Sí creo que hay que reconocer al rival. No nos ha pasado, salvo en ocasiones... En series mano a mano, salvo alguna ocasión muy puntual, no nos ha pasado hasta ahora. Hoy sentí que Mineiro nos superó. Hay que reconocerlo”, contó el Muñeco, aquella fatal noche en Belo Horizonte.
Todo un símbolo: en esa ciudad y después de haber perdido por 1-0 en el Monumental (igual que en esta serie, aunque con otro rival), el River de Gallardo armó la mejor producción futbolera de todo su ciclo. Más allá de los grandes títulos, más allá de los cruces contra Boca y de Madrid, ese encuentro quedó grabado a fuego. Fue 3-0 sobre Cruzeiro, el 27 de mayo de 2015. Con notable autoridad, se impuso con goles de Carlos Sánchez, Jonathan Maidana y Teo Gutiérrez. Nunca River había jugado con esa estirpe en la historia de la Libertadores en Brasil.
Antes, había ocurrido el caso del gas pimienta. Después, se consagró campeón. Ese encuentro, Gallardo dispuso jugarlo con ese doble cinco controversial, si se revisa la historia millonaria, con Ponzio y Kranevitter a puro corte y distribución. De hecho, el mediocampo fue integrado, además, por Sánchez y Ariel Rojas. Y en la defensa jugaron Gabriel Mercado (hoy, en Inter), Maidana y Ramiro Funes Mori, que son parte del plantel millonario. ¿Le dará un giro drástico Demichelis a su declaración de principios, basado en pruebas de fuego como ésta?
Lo que está claro es que en Porto Alegre (pero en la otra frontera, en la moderna cancha de Gremio), River creó una novela de suspenso y emoción final la noche de lluvia y VAR del 30 de octubre de 2018. Había perdido 1 a 0 en el Monumental (a partir de allí, surgió la frase “que la gente crea porque tiene con qué creer” que se convirtió en bandera) y perdía hasta los 37 minutos del segundo tiempo. Primero, selló el 1-1 Rafael Santos Borré. Más tarde, en el descuento, bajo el agua, el VAR y Pity Martínez, que marcó uno de los penales que se guardan para siempre.
Fuente: La Nacion
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