Aniversario
Salutaciones por el Centenario del Jockey Club
La institución de 1º de Mayo y San Antonio (S) sigue recibiendo salutaciones por esta fecha tan especial al arribar este 29 de Noviembre a los 100 años de vida-
Centenario del Jockey Club Gualeguay.
1924 señala el inicio del jockey Club Gualeguay; y uno de los postulados que ofician de base para la institución fue, es y seguirá siendo el cuidado, amparo, mantenimiento, conservación de la raza equina, el tratamiento básico y elemental para uno de los animales más bellos de la creación…
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Ha de resultar exagerado para algunos esta última expresión, y no dejan de tener razón, es que no puedo evitar mirar un hecho tan trascendente sin ver la importancia que posee dentro del caso la ensoñación que me produce contemplar el equino desde el lado artístico, para ser más preciso desde la Plástica, sin soslayar el costado histórico, donde su figura, sin duda, formando una sola al lado del hombre, destaca también sus estilizadas formas, sus armónicas proporciones, su colorido pelaje, su estampa inigualable… un objeto plástico que desafía a recrearlo…
Vaya en esta celebración por el centenario de una entidad señera en el devenir gualeyo mi reconocimiento y admiración; y a más de ser una entidad que hoy cobija una gama interesantísima de manifestaciones deportivas; sin dejar de lado el turf donde recalco: no olvidar al otro protagonista esencial en la historia: el caballo. Por eso mí insistencia, destaco el coraje, la visión, la voluntad que tuvo aquel grupo de pioneros a quienes se han seguido sumando anhelos y labores humanas a través del tiempo; pero sin dejar de lado el reconocimiento hacia los animales que en su entrega, su lealtad y su nobleza dieran todo por conformar ser parte esencial en la competencia deportiva.
Quiero sumar a esta celebración, agradeciendo la oportunidad, dos experiencias personales vividas, que son en mi memoria significativas e inmutables, por el hecho en sí, y a su vez lo son también por las imágenes que atesoro en mi sentimiento. Una, ocurrida muy cerca de mi casa en la niñez, ya que en mi barrio existía un stud, quizá precario, impuesto tal vez por una actividad muy productiva en aquellos días, y veo, contemplo otra vez cautivado, al vareador montando un hermoso ejemplar equino. Pasaban y paseaban a diario su rutina, todas las tardes, realizando su ejercicio y su trabajo, al trote o caminando ante mi mirada embelesada; y aún retengo esos instantes, todavía sigo admirando tanto la maestría como la atención del jinete en la conducción, pronto ante cualquier circunstancia que aconteciera en la calle pública, como el nervio y la prestancia del parejero realizando su rutina. Una y otra vez escrudiñaba sus movimientos acompasados, sus formas, sus contornos, sus colores…
La otra, una tarde dominguera, sol a pleno, hipódromo local repleto, siempre en mi niñez asistiendo esta vez llevado por mis mayores a una de las tantas veladas de carreras que por entonces aglutinaban una multitud ávida, no solo de competencia sino de ser partícipe de uno de los encuentros sociales más importantes en la época. Allí, el colorido, alegre y bullicioso entorno, enorme gentío con sus voces entusiasmadas mezcladas con el rechinar de los cueros de las monturas o algún esporádico relincho, cobraba vida en altísima estridencia al final de cada carrera y a pesar de la algarabía en mis oídos quedaría nítidamente grabado el rítmico golpeteo acompasado de los cascos de los caballos competidores conducidos sabiamente por los jockeys en su raudo paso ante la muchedumbre y ante mí, en extendida carrera hacia el disco que los consagra ganadores.
Vicente Cúneo.
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Felicito al Jockey Club en el festejo de su primer Centenario, desde España, con cariño, Alberto (Curutú) Urite.
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