por Santiago Joaquín García
BH: dos letras y una digresión histórica
¿Qué tienen que ver la segunda y la novena letra del diccionario con la historia de Gualeguay? En esta nota ensayamos un camino arbitrario y alternativo para hablar de los 240 años de la ciudad.
por Santiago Joaquín García
Damos un saltito de apenas cien años. Gualeguay ya fue la primera ciudad fundada de la provincia y el lugar en el que se redactó el documento que le pone nombre a Entre Ríos. Estamos en el final del siglo XIX. La burguesía de Gualeguay se sienta en la mesa grande y no sólo discute el gobierno de la región, sino que la ganadería local compite con la bonaerense. El ferrocarril Primer Entrerriano permite que la producción de la región viaje desde Puerto Ruiz hacia Buenos Aires. En ese contexto de expansión abren la sucursal del Banco Nación y el famoso Banco Italia. Con el crédito crece el comercio y los pequeños negocios familiares empiezan a aumentar su escala en forma sostenida. Tal es el caso del almacén fundado por el inmigrante genovés Don Tomás Bisso, que llega a ser el equivalente a un hipermercado.
Casa Bisso Hermanos
En la manzana comprendida por las calles Federación, Alfredo Palacios, Ayacuho y Segundo Gianello todavía podemos encontrar algunos rastros de esta historia. María, una vecina de nuestra ciudad, recuerda sus incursiones en la tienda: “Era un monstruo para nosotros que no conocíamos negocios tan grandes. Había un bazar muy elegante donde se vendían copas de cristal y todo tipo de cristalería. También se podían encontrar cosas finísimas para la mesa, regalos para casamientos. Creo que se podía hacer la lista de casamiento ahí y la gente iba y compraba. Las cosas te las entregaban en unos paquetes envueltos de manera muy hermosa. Hasta la disposición del negocio era preciosa, me impactaba cada vez que iba. Nunca me voy a olvidar de una cocina de leña que fuimos a comprar ahí cuando me casé”. Cabe recordar que la tienda quedaba cerca del Mercado Modelo y la Vieja Terminal, y más allá de la compra de los productos necesarios, la concurrencia era parte de un paseo habitual.
“Te conocía el dueño”
Si bien dijimos que ya existían los bancos en nuestra ciudad, estamos hablando de una época muy distinta la que vivimos hoy en día con las plataformas virtuales de compra y demás. Miguel acompañaba a su padre que tenía campo y cuenta detalles de las relaciones comerciales de antaño: “La gente tenía cuenta corriente, uno compraba y anotaba. Te conocía el dueño, y si el cliente ellos sabían que iba a vender la cosecha o los animales les permitían pagar después. Te conocían de años. Estamos hablando de un tiempo en el que no se usaban cheques ni tarjetas de crédito. Estaba la confianza en la buena voluntad de pagar. Qué tiempos se perdieron”, se lamenta. Más allá de la relación comercial, también hay que destacar que en el rubro agropecuario también estaba muy equipada: “Había de todo, desde el primer tornillo hasta el más grande. Papá se volvía loco por las máquinas. Tenían arados, las rejas de arar, las carretillas, tractorcitos, lo que se te ocurra lo tenían”, recuerda. Y el detalle final: “A fin de año te daban un almanaque con librito, que traía frases del Martín Fierro unos años y otras veces con citas de grandes pensadores. Esos almanaques que ahora se venden en Casa Bisso te los regalaban”.
Club Atlético B.H
Ya estamos en los comienzos del siglo XX, pasó la Primera Guerra Mundial, el Centenario de la Revolución y todavía no llegó la gran crisis del 30. En ese tiempo trabajar en Casa Bisso era tener un nombre, como se decía por entonces. Se podía acceder a crédito, tener una casa. Y si tenemos en cuenta la magnitud del negocio, la cantidad de empleados era inmensa. ¿Qué hacían algunos de esos trabajadores en su tiempo libre? Se juntaban a jugar al truco en un café que funcionaba en la esquina de Alfredo Palacios y Mariano Moreno, donde actualmente se encuentra un almacén. Pronto el espacio les quedó chico para sus aspiraciones y pensaron en fundar un club. Si bien comienzan en el año 1925, tomamos la fecha del 12 de septiembre de 1927, la del primer libro de actas, como el nacimiento oficial de la institución. Dice el libro Gualeguay Deportivo y el material prestado por José Luis Freyre que la primera disciplina fue el atletismo. De hecho, el 1 de mayo de 1929 organizan el 1° torneo de Atletismo. Y acá nos permitimos ensayar una hipótesis. En los Juegos Olímpicos de París 1924, un deportista rosarino llamado Luis Antonio Brunetto consiguió con sus saltos la primera medalla de plata obtenida por un atleta sudamericano. Su salto fue récord argentino durante más de cincuenta años. ¿Será que Brunetto fue inspiración para esos jóvenes deportistas? Queda flotando la pregunta.
Lo que nos permite contar un club
Volvemos al comienzo. Tomamos las dos letras como un camino para contar historias de nuestra ciudad. Este artículo no es un apunte biográfico sobre Casa Bisso ni sobre el club. Apenas una excusa para hablar de la vida social de nuestro pueblo. Nombramos apellidos de la primera comisión directiva y seguimos con nuestro relato: Saab; Ferreyra; Orbegozo; Reynoso; Galeani; Bereciartu; y, naturalmente, Bisso. Los primeros años del club en materia deportiva tienen que ver con esa influencia del atletismo, con la formación de un equipo de fútbol, como no podía ser de otra manera, y comienzan las intenciones de crear un equipo de básquet. Tal es así, que el club forma un combinado en esos primeros años que juega en un predio perteneciente a Galiani, pero después abandona la actividad por resultar muy costosa. Recordemos que estamos entrando en la crisis de 1930. Pasan años difíciles hasta que en el año 1946 durante la presidencia de Justo Cadario se logra obtener la personería jurídica y desde entonces el desarrollo es sostenido. Un año después de lograr el reconocimiento formal adquieren el predio de la Calle Centenario y Segundo Gianello. Siguiendo con ese impulso en el año 1948 consiguen techar la cancha de bochas, que era otra de las actividades que había crecido en la institución. Hablamos con José Luis “Pepe” Freyre: “Era un tinglado, lo demás era todo descubierto, hasta que en el año 1957 el gobierno provincial de Uranga le dona los tinglados y las chapas para techar el club. La mano de obra la pone un socio que se llamaba Gianini y que también donó parte de los hierros. Primero se hace gimnasio y tiempo después se logra cerrar todo”.
Fuera de lo deportivo
Dejamos de lado el aspecto deportivo para hablar de la vida social. Una de las primeras cosas que hizo BH al conseguir la personería jurídica es organizar bailes para recaudar fondos. Freyre fue locutor de esos bailes y un gran promotor y esto es lo que nos cuenta: “Comienzan en el año 1948. Empezaban el 8 de diciembre y terminaban el último día de carnaval. Al principio, cuando no estaba cerrado sólo se podían hacer los sábados de verano”, recuerda y agrega: “Cuando se cerró, se empezaron a hacer en invierno y se alquilaba también el salón para bailes de otros clubes”. Es importante destacar que esos eventos eran muy diferentes a la idea que podemos tener sobre las modernas discotecas: “Bailábamos al son de la orquesta en vivo. Vinieron grandes artistas a Gualeguay de aquellos tiempos. Antonio Tormo, en su pleno apogeo; Domingo Federico; Ramona Galarza; el Polaco Goyeneche; Horacio Guarany, enumera”. Freyre asegura que en el club se fundó una tradición que sigue hasta el día de hoy: “En Navidad y Año Nuevo se salía de serenata porque no había bailes. Los bailes se hacían al día siguiente, los 25 y 1° a la noche. Sin embargo, en el año 1967 se rompió la monotonía de estar en la casa y organizamos bailes el 24 y el 31. Fue un éxito total”, recuerda.
La grieta y la bebida prohibida
Como siempre sucede en los clubes, los jóvenes empezaron a disputar la conducción a los dirigentes históricos del club: “Nos juntábamos en el bar del club a conversar y nació la grieta con los viejos. Queríamos traer cosas de moda y los viejos no querían”, recuerda y precisa: “Eduardo Rodrigo en el año 1966 era el boom folclórico y melódico, como fue Soledad en un momento. Pero hacía shows de 45 minutos y la gente mayor estaba acostumbrada a la orquesta toda la noche. Logramos convencer a los viejos y le pedimos a Eduardo que venga a las 2 de la mañana cuando ya esté armado el baile. La gente se fue contentísima y desde entonces empezaron a venir shows”. Esto se mantuvo durante diez años. “Uno de los últimos espectáculos fue en el año 1977, cuando el club cumplió 50 años, que vino Néstor Fabián, y se hizo una torta de media cuadra que donó la panadería Repetto”. En la cantina de esos espectáculos se tomaba whisky, cerveza, esperidina, Gancia y vino, pero había una bebida que estaba prohibida: “lo que no se podía tomar es Coca Cola, que no estuvo permitida en Gualeguay hasta el año 1969, más o menos”. Todo un dato.
Las Malvinas Argentinas y los puntos suspensivos
Esa cantina del Club BH fue atendida por un señor de apellido Martini, quien vivía en el Club. Y en el mismo club nació su hijo llamado Pascual “Pali” Martini, quien es veterano de la Guerra de Malvinas en el año 1982 y a quien mencionamos al pasar, pero merece un perfil aparte. Después del conflicto bélico, el club decidió nombrar a su Estadio Islas Malvinas y entre otros homenajes, en el año 2021 se le otorgó un reconocimiento a “Pali” por su heroica participación. Así cerramos por ahora está digresión.
Dijimos al principio que la B y la H nos permitían recorrer un pedazo de nuestra historia. Nos quedaron afuera gran parte de las anécdotas en torno a la firma comercial Bisso Hermanos. Nos quedó afuera el rol social que cumple hoy el club, conteniendo a los chicos y alejándolos de la calle. Será motivo de otros artículos. Esperamos que estos disparadores sirvan para refrescar memorias. Si en estos tiempos tan furiosos, esta nota sirve como excusa para una conversación, nos damos por satisfechos.