Pbro. Jorge H Leiva
Cuentas de Rosarios
Dice la Wikipedia respecto a las cuentas del rosario: “Las cuentas se encuentran entre los ornamentos humanos más antiguos. Por ejemplo, se han hallado cuentas hechas en África que datan del año 10.000 a. C.
Las cuentas de oración son una forma de abalorios utilizados para llevar cuenta de las repeticiones de oraciones, cánticos o mantras por parte de miembros de varias religiones tales como el hinduismo, el budismo, el sintoísmo, la umbanda, el islam, (…) y algunas confesiones cristianas, como la Iglesia Latina y la Ortodoxa Griega”.
Entre los budistas es común repetir frase o cantarlas para que se generar impactos psicológicos con el objetivo de mejorar la autoconciencia: le llaman “mantras”.
Para nosotros los cristianos la repetición de oraciones, en medio de recuerdos de los misterios narrados en la Escritura, es oportunidad de “susurrar la Palabra con constancia” según se dice en el salmo primero. Eso sí: Los cristianos creemos que para mejorar nuestra autoconciencia tenemos que “salir de nosotros mismos” al encuentro de la Palabra y por eso nuestra oración no es un “mantra” budista.
“Los Padres del Desierto de los siglos III al V-agrega la wiki- usaban cuerdas anudadas para contar oraciones, típicamente la llamada Oración de Jesús (“Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, pecador”). La invención se le atribuye a San Antonio o al cercano San Pacomio en el siglo IV.
El término rosario proviene del latín rosarium “jardín de rosas” y es una devoción importante y tradicional de la Iglesia Católica, que combina la oración y la meditación en secuencias del Padrenuestro, 10 Avemarías y un Gloria Patri, así como una serie de otras oraciones (…) Las oraciones van acompañadas de una meditación sobre los Misterios, acontecimientos de la vida y ministerio de Jesús. Esta forma católica tradicional del rosario se atribuye a Santo Domingo”.
En nuestra América hispana la presencia del Rosario fue notable gracias a la tradición popular y a los frailes dominicos que junto con los franciscanos, los agustinos y los mercedarios (y posteriormente los jesuitas) fueron los pioneros de la evangelización. De ahí que existan varias ciudades con ese nombre como Rosario de Santa Fe, Rosario del Tala, Rosario de la Frontera en Salta; también hay ciudades que llevan ese nombre en el Uruguay, en Perú, en Méjico.
Quizá en el tiempo que nos toca vivir tengamos que dejar llevar el celular en nuestras manos como si fueran prótesis para dejar que corran las cuentas de los rosarios: los que somos creyentes para recordar a Jesús y a María, los que no lo son para traer al corazón los mejores sentimientos, los nombres de sus seres queridos, los recuerdos más gratos. Quizá de este modo junto con la inteligencia artificial (tan ambigua) se acreciente nuestra inteligencia del corazón.
La prisa del consumismo no quiere que nos detengamos a pensar, a meditar a rezar para que nunca dejemos de consumir de modo compulsivo: quizá por eso sea una verdadera revolución en este convulsionado siglo XXI dejar por algunas horas en la semana el celular para que nuestras manos tengan cuentas de rosarios o algo parecido de modo tal que de nuestros dedos- pasando por el corazón- llegue a nuestras almas un deseo de paz. El rosario es una de las revoluciones silenciosas contra el neoliberalismo salvaje.
Por eso llegará un día en que será “política de estado” la existencia de oratorios en cada cuadra de las megápolis como prevención de enfermedades y como terapia de felicidad.
Las viejas cuentas de los africanos que vivieron hace 12.000 años serán una especie de escuela para nosotros los hiper conectados del continente digital.