Pbro. Jorge H. Leiva
El adiós a Francisco y la esperanza que no defrauda
Este lunes pasado, saboreando el gozo de la pascua, amanecimos con la triste noticia de la muerte del papa.
Decía en estos días nuestro obispo Héctor Luis: “Compartimos la tristeza de este momento. Nos unimos en la oración confiada pidiendo su descanso en el Señor y haciendo lo que nos pedía al final de cada mensaje y de cada carta: “recen por mí”.
Nos ilumina lo que pedimos en la oración colecta de esta misa: la gracia de vivir de acuerdo con la fe que recibimos en el Bautismo, la fe que profesamos.
En la vigilia pascual, antes de ser rociados con el agua bautismal, hemos proclamado que creemos en Jesús, el Dios hecho hombre, crucificado, sepultado y resucitado, y que vive para siempre. También hemos expresado solemnemente que creemos en la resurrección de la carne o en la resurrección de los muertos. Esto que creemos y que profesamos alienta nuestra esperanza frente al acontecimiento decisivo de nuestra vida que es la misma muerte”.
En nuestros corazones me parece se vinieron la procesión de los recuerdos: su vida oculta de Jesuita, su episcopado en Buenos Aires, aquel 13 de marzo del 2013 cuando apareció en los balcones de san Pedro con su sotana blanca, su ardiente y a veces casi atrevida predicación, la incomprensión de muchos… y quizá también la pena de que no haya venido a la Argentina a confirmarnos en la fe.
En esa procesión también aparece la pregunta ¿por qué será que la Providencia eligió a la tierra argentina para que, desde sus familias, sus parroquias, en medio de nuestro pueblo cristiano, surgiera un creyente cura que ocupe el sillón de san Pedro?
Quizá la mayor pena de sus últimos días haya sido el escándalo de las guerras, de las inútiles discusiones, de la falta de fraternidad y justicia para con pobres débiles y sufrientes de los despilfarros que dañan la convivencia y la “casa común”.
Un joven artista de la zona, Sebastián Carlini, quiso escribir inmediatamente una canción que dice así: “Simples versos para Francisco”: Con corazón de un pastor/llegaste a cada rincón,/ haciendo del evangelio / ejemplo, obra y oración./Tu palabra fue la semilla/que a jóvenes cautivó,/ a niños diste alegría,/a los grandes tu corazón/ Francisco te canto aquí/en el día de tu partida/ que vuelves alegre al Padre/con tu tarea cumplida (…)/Escuchando a quien nadie escucha,/defendiéndolos con valor./En pobres y marginados,/la esperanza
floreció”.
Ahora reposará en el templo de la Virgen más importante de su diócesis, porque él quería para descansar cerca de la madre.
Recemos por el alma de Francisco por gratitud, por justicia y también por compasión por si en algo no logró purificar su capacidad de amar.
Recemos para que los señores cardenales que elegirán el nuevo sucesor de Pedro estén a la altura de las circunstancias.
Que los hombres de buena voluntad que no creen en Jesús y su Iglesia sepan percibir la filosofía y los valores de Jorge Mario Bergoglio a favor de un mundo que se encamine a la verdad, a la belleza y el bien como soñó nuestro difunto papa.
Que descanse en paz.
Francisco: Vuelve alegre al Padre con tu tarea cumplida.
La esperanza no defrauda.