RAZÓN CRITICA
El escándalo de $LIBRA y la responsabilidad política del Presidente.
El reciente escándalo en torno a la criptomoneda $LIBRA ha puesto nuevamente en debate la responsabilidad política de un Presidente en el ejercicio de sus funciones.
Javier Milei promovió desde sus redes sociales esta moneda digital, presentándola como un vehículo para financiar pequeños emprendimientos y fomentar la inversión. Sin embargo, poco después de su respaldo, el activo sufrió un desplome abrupto, generando sospechas de un “rug pull”, una maniobra fraudulenta en la que se infla artificialmente el valor de un activo antes de que sus creadores se retiren con el capital de los inversores. En términos simples: una estafa.
El impacto del caso ha sido inmediato y contundente. Desde diversos sectores políticos y de la sociedad civil, se ha señalado la gravedad de que un Presidente utilice su investidura para respaldar proyectos financieros sin las garantías necesarias. Este hecho reaviva el debate sobre la responsabilidad que debe asumir un Jefe de Estado al desempeñar su cargo y las consecuencias que deben recaer sobre él si incurre en actos imprudentes o perjudiciales para la ciudadanía.
El poder que detenta un Presidente no es meramente simbólico, sino que implica un mandato de servicio público con el más alto nivel de responsabilidad. Cada palabra y cada acción pueden tener un impacto significativo en la economía, la estabilidad social y la confianza de la población en sus instituciones. En este sentido, el episodio de $LIBRA muestra una alarmante falta de prudencia por parte de Milei, quien, en su afán de comunicar directamente con sus seguidores a través de las redes sociales, incurrió en una promoción que terminó afectando a miles de ciudadanos.
No es la primera vez que Milei se ve envuelto en una controversia de este tipo. Durante su campaña presidencial, también publicitó CoinX, una supuesta plataforma de inversión en criptomonedas que terminó siendo denunciada por estafa. Este antecedente refuerza la preocupación sobre la liviandad con la que el Presidente maneja su influencia en temas financieros, sin prever las consecuencias de sus actos sobre la ciudadanía. Sin ir mas lejos, con el reciente episodio de $LIBRA hizo perder varios millones de dólares a los inversores que fueron engañados.
El mandatario ha hecho de la lucha contra la “casta” política una de sus principales banderas. Sin embargo, cuando un líder político se aparta de su deber de cautela y actúa de manera irresponsable debe estar dispuesto a asumir las consecuencias sin ningún tipo de privilegio. La transparencia y la ética en el ejercicio del poder no pueden ser selectivas ni negociables.
En cualquier democracia sólida, un error de este calibre demandaría explicaciones claras y, eventualmente, sanciones institucionales. En Argentina, la Ley de Ética Pública y la Ley de Entidades Financieras establecen normas sobre la promoción y regulación de productos financieros, por lo que el Congreso ya ha anticipado pedidos de informes sobre lo sucedido con este escándalo. Si se comprueba que Milei tuvo una participación activa en la difusión de un activo financiero sin las debidas precauciones, su accionar debería ser revisado con el mismo rigor que él exige para la dirigencia política a la que critica. No alcanzan explicaciones ni pedidos de disculpas vía redes sociales, la envergadura de su cargo requiere de otras formas.
Además, este caso pone en evidencia la necesidad de una regulación más estricta en cuanto al uso de las mencionadas redes sociales por parte de los funcionarios públicos. Si bien es positivo que un Presidente busque una comunicación directa con la ciudadanía, esto no puede hacerse sin filtros ni responsabilidad. La investidura presidencial no solo impone derechos y prerrogativas, sino también límites y obligaciones.
El caso de la criptomoneda $LIBRA es un recordatorio contundente de que la responsabilidad política debe ser un principio rector para quienes ocupan cargos de poder. Un Presidente no puede actuar como un simple usuario de redes sociales ni como un influencer sin consecuencias. Su palabra y sus acciones tienen impacto directo en la vida de millones de personas y cuando ese impacto es negativo, debe rendir cuentas sin los privilegios de la “casta” que tanto dice combatir.
Si Milei realmente pretende diferenciarse de la vieja política, su primera obligación es demostrar que está dispuesto a responder ante la sociedad por sus actos. La responsabilidad política no es solo un discurso de campaña, sino un compromiso real que debe cumplirse con coherencia y transparencia.
Julián Lazo Stegeman