Pbro. Jorge H. Leiva
El jubileo, la esperanza y la paz
Comenzamos el jubileo del 2025: ¿De qué se trata esto? Así como cada 25 años los esposos, los curas, las instituciones celebran de modo especial sus aniversarios, así también, en cada cuarto de siglo, el Pueblo de Dios tiene su conmemoración particular.
El término “jubileo” viene del latín iubilare, que quiere decir “expresar o gritar de alegría”. Sin embargo, quizá proceda del hebreo yobel, un sonido típico que emite el cuerno de los machos cabríos usado para anunciar el inicio de un tiempo especial.
En la Biblia, el jubileo era un año de descanso para los suelos cultivables, de condonación de deudas y de restitución de tierras familiares expropiadas. No sabemos si se concretó alguna vez, pero el deseo del Dios, que sacó a los hebreos de Egipto, era que cada 50 años se liberaran los esclavos, se devolvieran los terrenos confiscados y la tierra descansara para luego dar más frutos. Así entendemos por qué en el comienzo de su misión, según Lucas 4, Jesús dijo en Nazareth que Él venía a traer “un año de gracia”. Siguiendo esta tradición, en el año 1300, el papa Bonifacio VIII proclamó el primer año santo de la historia de la Iglesia católica.
Este año, que estamos próximos a empezar dentro de pocos días, será “año jubilar”, o sea, “año santo” y tendrá como consigna central la realidad de que somos peregrinos de la esperanza que no defrauda.
Dice al respecto el actual sucesor de Pedro: “Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos, ocasión de reavivar la esperanza. La Palabra de Dios nos ayuda a encontrar sus razones. Dejémonos conducir por lo que el apóstol Pablo escribió precisamente a los cristianos de Roma”.
Asimismo, el día primero de enero, como todos los años y en este contexto jubilar, celebraremos la Jornada Mundial de la Paz con la consigna “Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz”. Inspirándose en el Año Jubilar -según la agencia informativa Vatican News- el Papa Francisco quiso subrayar la importancia de la conversión personal para lograr una paz verdadera.
Nos dice el pontífice para esta ocasión: “Sólo a partir de una auténtica conversión a todos los niveles -personal, local e internacional-, concluye el comunicado, podrá florecer la verdadera paz, no sólo en el cese de los conflictos, sino también en una nueva realidad en la que se curen las heridas y se reconozca la dignidad de cada persona”.
Demos gracias por el año transcurrido, pidamos perdón por las faltas que en él hayamos cometido y recemos en esta oportunidad con las palabras de la bella oración de tradición franciscana: “Haz de mí un instrumento de tu paz, donde haya odio ponga yo amor”.
¡Bendecido año nuevo!