Amores de Verano
Espacio de Psicología-Amores de verano
Las vacaciones veraniegas a menudo son vividas como un microcosmos particular, un paréntesis donde el tiempo se vive de otra manera y podemos escapar de la persona que somos durante el año laboral, o incluso luego de atravesar el aislamiento de estos años, si bien no ha terminado la pandemia.
Fuiste mía un verano
Solamente un verano
Yo no olvido la playa
Ni aquel viejo café
Ni aquel pájaro herido
Que entibiaste en tus manos
Ni tu voz ni tus pasos
Se alejarán de mí
Que otra vez será
Que otra vez será
Tierno amanecer
Sé que nunca más
Durante el verano solemos desactivar nuestros mecanismos defensivos cotidianos, lo que facilita que sucedan más acontecimientos de índole emocional. Cuando aparece alguien que nos atrae en esta época de año, lo vivimos más intensamente, también porque a menudo intuimos que estas relaciones tienen un tiempo limitado, cargándose muchas veces de un clima emocional que quizá no sucedería si supiéramos que esa relación puede tener una continuidad en el tiempo.
"El temor al rechazo es un factor evidente, que, en las situaciones excepcionales de ocio, se disipa, pareciendo que la otra persona está para nosotros permanentemente. La falta de una rutina hace que el ser amado pueda ocupar la mayor parte del espacio cognitivo de la persona. La atención se centra en la persona amada, a la que se idealiza sin los estímulos distractores de la vida cotidiana"
Para evitar sufrimientos: tengamos claro desde un principio qué es lo que queremos y cuál es nuestra situación. ¿Busco una relación seria o quizá en este momento me iría mejor tener un romance sin obligaciones ni compromisos? Si ya tengo pareja ¿estoy dispuesto a llevar a cabo una infidelidad y manejar sus consecuencias? Estos son puntos que deberíamos clarificar en primer lugar. Una aventura de verano puede ser saludable si no tenemos expectativas de nada y nos limitamos solo a vivir el momento. Hay casos en los que muchas personas se sienten afortunadas por haber tenido esas experiencias estivales, aun sabiendo que serían de duración limitada.
Ahora bien, en caso de anhelar una relación a largo plazo, deberíamos ser más prudentes y evitar implicarnos emocionalmente con alguien que no tiene idea ni propósito en hacer que esa relación prospere más allá del verano.
Ese estado de bajo estrés es lo que les permite a algunas personas buscar puntos en común con otras e ignorar las diferencias que pudiesen existir entre ambos o ser motivos de conflictos en otro momento de mayores responsabilidades.
“Los humanos somos seres sociales y la pandemia no lo ha recordado. Somos seres amorosos, de intimidad. La intimidad es revelarme ante el otro y permitir que el otro también lo haga. Es una búsqueda constante del ser humano. Puede ser de tipo cognitiva (de compartir ideas y opiniones), afectiva (compartir miedos, sueños y emociones) o de tipo más profunda en la que se comparten proyectos con el otro”.
Ahora diferenciemos: el enamoramiento es psicobiológico. “Nadie establece `me voy a enamorar pasado mañana´, sino que surge solo. Es la idealización del otro, donde se lo percibe como `hermoso, perfecto y maravilloso´. El enamoramiento es ciego, mientras que el amor ve todo: los defectos, los errores y las virtudes. Por eso no necesariamente del enamoramiento surge el amor. Cuando uno está bajo estrés tiene la `visión de túnel´, es decir, sólo ve hacia adelante. Cuando, en cambio, se está relajado, se percibe todo el panorama. Darse tiempo para uno y querer compartir, abre el paso a la creatividad y a lo nuevo”.
En lo que se refiere al amor, los humanos no amamos a los otros en su totalidad, sino que hay cosas que nos enamoran, otras que nos desenamoran y otras neutras. “El problema está cuando la balanza se desequilibra y lo que nos desenamora es mayor a lo que nos enamora. Cuando armamos una pareja, lo hacemos en base a las cosas que tenemos en común. Por eso nos suelen gustar las personas parecidas a nosotros, pero también nos atraen las diferencias porque son el complemento. Es decir que en toda pareja hay similitudes y diferencias, lo que llamamos `el cerebro de pareja´ que es `el nosotros´. No obstante, el compartir y el armar un mundo en común, no borra las individualidades.
Podemos decir que, todo se reduce a “gestionar las expectativas que tenemos de nosotros mismos y de nuestros vínculos y asumir la responsabilidad de nuestras acciones. Si sabemos que no estamos hechos para una relación casual, es mejor evitarla. Si pensamos que nuestro amante colmará nuestras necesidades relacionales, podemos tener un amor de verano sin consecuencias negativas ni frustraciones”.
Resaltamos la importancia de que las personas tengan en claro qué quieren y qué buscan en un amor de verano, justamente para no frustrarse o llevarse de recuerdo una experiencia poco grata. “No es lo mismo tener un encuentro de una sola noche a una relación, estar soltero a estar casado. Antes de uno lanzarse a un amor de verano, hay que tener en cuenta aspectos de la personalidad de uno. Hay gente que es más propensa a tener relaciones duraderas y hay quienes que, por el contrario, están más entrenados en las relaciones efímeras. Entonces, si uno tiene una expectativa alta de generar un vínculo a largo plazo con alguien que sólo quiere vivir el momento, puede llevarse una frustración”. El psicólogo Sternberg (1986) elaboró la teoría “El triángulo del amor” en la que explica que el amor tiene tres componentes: la intimidad, la pasión y el compromiso. La intimidad se refiere a la confianza mutua, la comunicación, las experiencias compartidas, la cercanía y la sinceridad. Cuando este componente es el único que existe, se trataría más bien de una relación de amistad. La pasión hace alusión deseo afectivo, sensual y sexual. Se trata de un deseo de unión con el otro y de atracción física como parte fundamental. Esta suele ser más intensa al inicio de la relación y se estabiliza según ésta avanza. Cuando en una relación sólo está presente la pasión, podemos decir que se trata de una relación entre amantes que puede funcionar en un periodo corto de tiempo. El compromiso sería el acuerdo entre ambos miembros para mantener la relación a largo plazo. Hay que señalar que actualmente hay muchos tipos de compromiso. En el caso de la pareja y, en términos generales, el compromiso se enfoca en la decisión de generar con el tiempo más intimidad y pasión, estando muy relacionado con la exclusividad y la dedicación a la persona.
El “qué pasará después” no se puede saber al cien por cien. Pero lo esencial es que, aunque sea una relación que ha surgido en poco tiempo, haya un mínimo de respeto y consideración hacia el otro, teniendo en cuenta sus expectativas y necesidades. Hay que sentirse en la libertad y comodidad de poder expresar qué queremos de una forma clara y sincera, con la voluntad de escuchar a la otra parte, respetando siempre que quizá no esperamos lo mismo. La comunicación es muy importante para, primero clarificar qué somos en este momento y después que queremos ser en un futuro. No sirve de nada esperar y ver cómo se desarrolla la relación, si el otro actúa igual o si espera lo mismo. Jugar a adivinar solo puede generar confusión. Así dicho, esto no suena muy romántico, pero es algo necesario en toda relación, por lo que es importante definirlo. Si ambas partes están de acuerdo en seguir adelante, entraríamos en la fase de compromiso o mantenimiento de la relación. Aquellas personas que buscan una pareja estable y que han proyectado deseos y fantasías en ese amor de verano, cuando se termina podrían sentir culpabilidad si no es lo que esperaban, o sentirse rechazada o rechazado. En cambio, para otras personas que hace poco que se han separado o llevan mucho tiempo sin pareja, esta tensión de un idilio de verano puede suponer una subida de autoestima.
Y aunque los amores de verano suelen en su mayoría quedar en el recuerdo, otros, en cambio, han acabado en una relación más sólida. Además, hoy en día, con la tecnología también se puede extender esta relación, o provocar que se termine al ver fotos del otro en las redes con otras personas y demás.
Estas dos preposiciones aparentemente inocentes pueden cambiar mucho una bonita historia de amor, así como lo que esperamos de la misma y la continuidad que puede o no tener después. Está claro que las vacaciones de verano, al ser generalmente las más extensas, reúnen una serie de características que las hacen especiales. Todo esto hace que nuestra “forma de estar” sea diferente a la del día a día y, si además se nos cruza esa persona tan especial, puede ser un verano inolvidable. No está de más tener claras ciertas cosas para no llevarnos decepciones futuras al volver a la rutina.