Espacio de Psicología
Espacio de Psicología: Las Fiestas
Las fiestas son, durante el año, un momento en que parece obligatorio reencontrarse o reunirse con la familia.
"Como en aquel histórico spot de turrones en el que el hijo volvía a la casa de los padres al llegar estas fechas, hay un peregrinaje de hijos, de cuñados, de primos, tías, abuelos y familias políticas, dispuestos todos a soportar la felicidad de estos almuerzos y cenas, de estas fiestas "tan entrañables", algo que nos empuja a pasarlo bien y, de alguna forma, ser mejores de lo que somos. Sigmund Freud dice que quienes se ven obligados, por imperativo de la cultura, a ser mejores de lo que su naturaleza les permite acaban por enfermar de neurosis, porque habrían sido más felices de haber podido comportarse, pensarse y vivir de una forma más acorde con su predisposición."
La Navidad, como ficción, se acerca mucho a lo planteado por Bruno Bettelheim en su libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas (1975): "No hay nada que satisfaga tanto, al niño y al adulto, como los cuentos populares de hadas". Y también tiene puntos de contacto si consideramos cómo algunos adultos (es decir, algunos niños grandes) se aferran a la Navidad como una fantasía que le proporcione la satisfacción que les permita escapar, aunque sea por unos días o unas horas del desespero del vivir. Así como se adorna el árbol de Navidad , hay gente que adorna su vida durante estos días, en la creencia de que alcanzará esos objetivos, pero apoyándose en la misma plataforma que se apoya cuando compra un número de la lotería a ver si se salva.
Según la experta en Psicología Social, Georgina Flores, las fiestas populares pueden ser vistas como escenarios sociales, vivos y cambiantes. De manera más trascendente, expertos afirman incluso que las fiestas siempre tienen un contenido esencial, un sentido profundo y expresan una concepción particular del mundo en que vivimos. En este punto, cabría preguntarse: ¿Qué sentido expresan estas fiestas? ¿Qué contenido tiene para nosotros la Navidad y/o el fin de año? ambas fechas, al ubicarse a fin de año, cargan con el peso de generar un balance del tiempo que se va y con las expectativas del que está por venir.
Justamente por esto, estas fechas también pueden generar sensaciones contradictorias. Como diría Freud en "Un cuento de Navidad": "... toda fiesta celebra a la vez un duelo y un pacto. El primero es por algo perdido: los que no están, lo que no se logró. Y el pacto es un arreglo con la divinidad, sea Dios, la vida, la contingencia, el estado de cosas, lo irremediable, lo imposible, etcétera.".
Esta época está asociada también con estrés, depresión y broncas familiares, el estrés viene generado por el ajetreo de las reuniones forzadas o incluso por los viajes, y en estos años la amenaza permanente de un contagio y aislamientos. La depresión puede ser el resultado de sentar a la mesa a aquellos que se fueron, ausencias que puede resultar complicado reemplazar y que cobran mayor dimensión cuando lo que las rodea es sensación de fiesta y bochinche. Tampoco quedan al margen factores como las carencias, de trabajo, de compañía, de dinero para gastar en lo que la publicidad dice que nos dará alegría y completud. Conclusión: el malestar que genera esta época del año, tiene muy poco o nada que ver con el cuento infantil que pregonan la tradición y los medios. Se pone al descubierto, a través de los más ínfimos detalles, las diferencias que abrigan muchas familias: si ensalada rusa o si vitel toné; si te paso a buscar o si vamos en remís; si la Navidad con mamá y Año
Nuevo con papá; si llamaste a Fulano o si Menganita se acordó de saludarnos. Citas en que la demanda del Otro exacerba la cuerda emocional de los lazos inconscientes. A veces las discusiones comienzan meses antes, como si esas dos o tres horas de celebración coronaran la posición que cada sujeto adopta frente a su núcleo familiar y de amigos. Ambas fiestas cargan con el balance de todo un año. Es como si las cosas cobraran un valor absoluto. Son muy pocas horas de reunión, pero arrastran un sinfín de emociones: desplantes disimulados, feroces discusiones políticas u otras temáticas sirven para culpar al otro su forma de ser lo que hizo por mí en el pasado o dejó de hacer.
Entonces, es probable que Las Fiestas actualicen esa mirada que atestigua nuestra frágil y contingente condición existencial.
La respuesta que cada sujeto adopta ante esta falta constitutiva traza un arco que va desde quien construye con lo que hay, y del otro lado hasta quien -sumido en la queja o el resentimiento- predica acerca de cómo tendrían que haber sido las cosas.
Si una persona conoce que la llegada de estas fiestas la puede perturbar, deberá tomar con tiempo recaudos para que no se vea afectada, por ejemplo, pedir ayuda en Salud Mental, donde pueden realizar diferentes tratamientos para aliviar su problema.
Aceptar la pérdida de seres queridos. No están con nosotros, pero viven sus recuerdos, anécdotas y otras vivencias compartidas. Tener expectativas reales. Las personas no deben generarse grandes expectativas con la llegada del 24 y 31 de diciembre, con el fin de evitar estados de penuria y tristezas. Balancear lo bueno del año. Es bueno empezar dando énfasis a los mejores momentos vividos en el año, con ello se obtendrá un mayor bienestar.
Siempre es bueno planificar con quién vas a pasar las fiestas, porque la compañía mitiga el malestar y encontrar una escucha adecuada calma y sana.