Pbro. Jorge H. Leiva
Frankenstein y los medios de comunicación
Este domingo 12 de mayo se celebra la Ascensión de Jesús en el marco de la cincuentena pascual que culmina con la solemnidad de Pentecostés.
Contemplaremos desde la fe ese misterio que es garantía de esperanza para el Pueblo fiel: desde el Cielo donde está Jesús garantiza la perenne efusión del Espíritu Santo.
Todos los años en esta fecha se celebra la jornada mundial de los medios de comunicación con un mensaje que regala el papa a los creyentes y a todos los hombres de buena voluntad.
En esta oportunidad el sucesor de Pedro nos propone el lema “inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación plenamente humana”; ya el primero de enero de este año en la jornada mundial de la paz había abordado esa temática.
Afirma el papa: “La difusión acelerada de sorprendentes inventos, cuyo funcionamiento y potencial son indescifrables para la mayoría de nosotros, suscita un asombro que oscila entre el entusiasmo y la desorientación. Y se pregunta:” ¿qué es pues el hombre? ¿Cuál es su especificidad y cuál será el futuro de esta especie nuestra llamada homo sapiens, en la era de las inteligencias artificiales? ¿Cómo podemos seguir siendo plenamente humanos y orientar hacia el bien el cambio cultural en curso?”
Habla también bellamente -a partir de la Biblia- de la “sabiduría del corazón” que “se deja encontrar por quien la busca y se deja ver por quien la ama; se anticipa a quien la desea y va en busca de quien es digno de ella. Está con los que se dejan aconsejar, con los que tienen el corazón dócil y escuchan. Es un don del Espíritu Santo, que permite ver las cosas con los ojos de Dios (…)
“No podemos esperar esta sabiduría de las máquinas (…) Sin duda, las máquinas poseen una capacidad inconmensurablemente mayor que los humanos para almacenar datos y correlacionarlos entre sí, pero corresponde al hombre, y sólo a él, descifrar su significado. No se trata, pues, de exigir que las máquinas parezcan humanas, sino más bien de despertar al hombre de la hipnosis en la que ha caído debido a su delirio de omnipotencia, creyéndose un sujeto totalmente autónomo y autorreferencial, separado de todo vínculo social y ajeno a su creaturalidad.
El santo padre exhorta a “Crecer en humanidad” y afirma que “Estamos llamados a crecer juntos, en humanidad y como humanidad. El reto que tenemos ante nosotros es dar un salto cualitativo para estar a la altura de una sociedad compleja, multiétnica, pluralista, multi -religiosa y multicultural. Nos corresponde cuestionarnos sobre el desarrollo teórico y el uso práctico de estos nuevos instrumentos de comunicación y conocimiento. Grandes posibilidades de bien acompañan al riesgo de que todo se transforme en un cálculo abstracto, que reduzca las personas a meros datos, el pensamiento a un esquema, la experiencia a un caso, el bien a un beneficio, y sobre todo que acabemos negando la unicidad de cada persona y de su historia, disolviendo la concreción de la realidad en una serie de estadísticas”.
“Grandes posibilidades acompañan al riesgo” nos repite este mensaje con una idea que ya en la década del 60 señalaba el Concilio Vaticano II.
En el siglo XX nos hemos asustado con la película “El hijo de Franskenstein” que nos hablaba de un científico que logró revivir a un difunto en una euforia científica sin ninguna previsión ética responsable: el “hijo” se le vino encima al hombre que fue víctima de su misma creatura. No fue ninguna divinidad la que lo castigó por su osadía, sino que su propia obra fue su perdición.
Las nuevas tecnologías de la comunicación pueden ser el cielo de la comunión o el infierno de la autodestrucción. Me pregunto: ¿Quién me enseñará cómo usarlas? ¿Me dejaré educar por la verdadera Sabiduría?