Pbro. Jorge H. Leiva
Juan Pablo II y la esperanza que no defrauda
Decía días pasados una información de AICA: “La muerte de Karol Wojtyla, el 2 de abril
de 2005, fecha de la que hoy se celebra el 20 aniversario, fue un momento histórico vivido
intensamente, no sólo por los católicos sino por el mundo entero. Falleció en la víspera del
Domingo de la Misericordia, fiesta que él mismo había establecido: Un cardenal argentino,
Leonardo Sandri, anunció su muerte.
En una carta preparada con motivo del centenario del nacimiento de Juan Pablo II,
Benedicto XVI escribió acerca de su predecesor: “En Juan Pablo II, el poder y la bondad de
Dios eran visibles para todos nosotros. En un momento en que la Iglesia sufre nuevamente
el ataque del mal, es un signo de esperanza y consuelo para nosotros".
El de San Juan Pablo II fue el tercer pontificado más largo de historia de la Iglesia elegido
el 16 de octubre de 1978, en un cónclave en la Capilla Sixtina. Era el cardenal arzobispo de
Cracovia y tenía entonces 58 años. Fue el primer papa no italiano desde 1523 y el primer
polaco y eslavo. Desde entonces, su pontificado fue el de mayor duración en el siglo XX y
el tercero en la historia.
Su ministerio como sucesor de Pedro fue el de más récords en muchos aspectos, por
ejemplo, en términos del número de viajes al extranjero fue uno de los líderes mundiales
más viajeros de la historia ya que visitó 129 países durante su pontificado. Hablaba los
siguientes idiomas: italiano, francés, alemán, inglés, español, portugués, ucraniano, ruso,
croata, esperanto, griego antiguo y latín, y su lengua materna, el polaco.
Como parte de su especial énfasis en la llamada universal a la santidad, beatificó a 1.340
personas y canonizó a 483 santos, más que la cifra sumada de sus predecesores en los
últimos cinco siglos.
Fue un sabio apóstol del matrimonio y de la familia; y, sobre todo, ensalzó el “valor e
integridad de la vida humana” desde la concepción hasta la muerte natural.
Una de las muchas ideas pioneras de Juan Pablo II fue la Jornada Mundial de la Juventud
junto con el beato argentino cardenal Eduardo Pironio.
Era un hombre con los pies en la tierra por eso pudo hablar con tanta belleza y realismo de
la dignidad de los trabajadores a favor de la justicia y la solidaridad.
Fue el primer Papa en establecer vínculos de manera tan abierta y amigable con los
seguidores de otras religiones, y fue el primero que cruzó el umbral de una sinagoga en
Roma, el 13 de abril de 1986. Recordemos también que en diciembre del año 1978 nos
salvó a los argentinos de una guerra con Chile a causa de conflictos limítrofes.
Fue el único pontífice que estuvo en nuestro país en dos oportunidades. La primera
permaneció 30 horas en 1982, dos días antes de que se firmara la rendición en Malvinas.
Cinco años después, en 1987, su visita se extendió por seis agotadoras jornadas: visitando
incluso nuestra provincia de Entre Ríos
Reunió las tres formas más altas del espíritu humano: la profunda religiosidad, el agudo
pensamiento y la sensibilidad estética.
Para quienes tuvimos la gracia de vivir en tiempos de Juan Pablo II y de verlo
personalmente en su servicio como sucesor de Pedro, su vida y su tarea pastoral fue una
gracia muy especial de la Divina Providencia.
A las puertas de la semana santa tengamos cultivemos en el corazón el recuerdo de San
Juan Pablo II, hablemos de él a quienes no lo conocieron y pidamos la gracia de ser como
él testigos de la esperanza que no defrauda.