ESPACIO DE PSICOLOGIA
La infancia y las nuevas tecnologías.
Nuestra época está decididamente marcada por la llamada revolución informática, la caída del ideal de “progreso”, y una particular desvalorización del esfuerzo como ideal y meta del aprendizaje.
"Tampoco se puede ya afirmar que el niño sea completamente inocente, carente de sexualidad, dócil o maleable: más bien se resiste a ser considerado como un “vacío a llenar por contenidos adultos”. La categorización de frágil e indefenso, como su inimputabilidad, está siendo hoy objeto de revisión desde todos los frentes. El niño-héroe típico de los filmes contemporáneos no es el niño obediente que sostiene los ideales abandonados por adultos malvados como en El Pibe, de Chaplin, sino que se libera de las ataduras que le pretende imponer la sociedad “tradicional”, como en Mi pobre Angelito de Columbus. Las prácticas y los juegos predilectos de los niños actuales, más allá de cualquier indicación del adulto, son conectivos y no asociativos. Las promociones publicitadas de esos juegos llegan directo a ellos, eludiendo los filtros que antes imponían las instituciones…” (psicoanalista Julio Moreno)
La familia actual recibe la comunicación de masa (mass media) por todos sus frentes con todo el desarrollo de la tecnología informática. Éstos ocupan las vacantes que van dejando las instituciones que solían dirigir la educación. La escuela tradicional, no logra competir con lo que “ofrecen” los medios; su enseñanza -que sigue siendo clásica- es aburrida para el niño contemporáneo. Esto suele alterar la “capacidad de atender” lo monótono, lineal y cronológico remanente de la pedagogía moderna. Lo cual genera dificultades a la implementación de los sistemas educativos clásicos.
Aun así, el discurso infantil que posiciona a los niños suponiendo en sus padres las respuestas a sus interrogantes, se sigue sosteniendo, aunque los padres ya no sean los que poseen todo el saber y se muestran pronto anticuados (son los niños los que suelen enseñar a los adultos “cómo son en verdad las cosas” dominadas por esa tecnología).
De todas formas, los niños siguen siendo niños: juegan creativamente, aunque accedan con extraordinaria rapidez, a las herramientas conectivas, e incorporen -como siempre lo han hecho- con gran habilidad las coordenadas del medio que habitan. .
Pero, llegado el caso, también juegan con objetos mucho más simples, como siempre jugaron los niños. Frente a contrariedades, así como el niño moderno producía síntomas y neurosis, el niño actual apela cada vez más a otros mecanismos defensivos y sintomáticos. Ahora bien, ¿deberíamos sancionar esto como el fin de la infancia? ¿O, más bien como la emergencia de otro tipo de infancia? No conviene caer en una tecnofilia o una tecnofobia inaprensiva. Tal vez no estemos en condiciones de discernir costos y beneficios en lo que está pasando. Los cambios asociados a esta revolución informática recién comienzan.
Les trasmito algunas notas acerca de una Clase Abierta: “Infancias y pantallas: cómo lograr un equilibrio “con Carolina Duek, especialista e investigadora sobre infancias, juego y nuevas tecnologías, junto a Andrea Urbas, directora de Chicos.net y docente de la diplomatura “Educar en la cultura digital”.
Las disertantes conversaron sobre el ecosistema digital que nos envuelve, dónde niños y niñas tienen su primer celular a edades muy tempranas y la mayoría de las veces se espera como la “herencia” más deseada y abordaron diferentes interrogantes: ¿Qué les interesa a los chicos y a las chicas de hoy cuando usan las pantallas? ¿Por qué tanto apego? ¿Cómo cambiaron nuestros consumos culturales y cómo impacta en las infancias? ¿Se modifica la socialización con la tecnología? ¿Cómo la escuela puede aprovechar los videojuegos y los recursos digitales?
"La gente dice que los chicos no juegan más juegos tradicionales, que no juegan a nada que no sea en consolas y esa es una línea de pensamiento bastante extendida que no pareciera aplicarse a la realidad", postula Duek. Y explica que "no se trata de prohibir sino de comprometerse activamente en la crianza de los más chicos: la presencia, compromiso y atención son las tres claves ya no sólo de la relación entre los niños, los adultos y el juego, sino de la construcción de vínculos".
Duek indaga sobre la socialización y la vida cotidiana como ejes centrales de las maneras en las que los pequeños crecen y se desarrollan en relación con otros: "Hallé un desajuste muy interesante entre a lo que los niños me decían que jugaban respecto a lo que veía en sus cuartos", comenta. "No se trata de prohibir sino de comprometerse activamente en la crianza de los más chicos: la presencia, compromiso y atención son las tres claves"-"Lo que encontré -asegura-, fue un discurso muy compacto sobre el juego con las nuevas tecnologías y que en todos los cuartos, según el nivel socioeconómico, tenían un pack de juegos tradicionales como pelotas, muñecas y juegos de mesa".
La socióloga cuenta en su libro que muchos padres, luego de la entrevista le dicen "no es verdad, no se la pasa jugando a juegos de matar en la Play y eso me genera risa porque ellos pretenden no quedar mal, pero no me interesa lo que me dicen sus hijos, sino lo que veo en las habitaciones donde hago las entrevistas". "No me interesa trabajar sobre los criterios de veracidad de los niños, sino ver de qué manera construyen una imagen de sí para transmitir lo desconocido; me importa ver qué seleccionan como algo valorable para contarme", sostiene.
Relata que "en general su tendencia es exacerbar algún tipo de conducta, por ejemplo, un chico dijo que sólo miraba películas de terror y después me enteré que había visto, en esa semana, sus dos primeras películas de ese género. Lo que me contó fue lo que él percibía, que `era grande y no tenía miedo`". Otro de los temas importantes son: los tiempos del juego y la simultaneidad de las acciones lúdicas con otras actividades que pueden incluir la televisión, escuchar música o cualquier otro tipo de prácticas, los juegos pautados y la invasión de la publicidad para tentar al consumo.
"El papel del adulto es un rol crucial para los chicos, los adultos se quejan de que los niños no leen pero en las casas no tienen bibliotecas, y no hablo de paredes de libros sino de un pequeño espacio donde puedan tener un contacto con las palabras; todas las escuelas públicas regalan libros para armar una biblioteca familiar, eso no necesita dinero.”
Para los padres hay un mensaje directo: "Hay que sacar literalmente a los chicos de las pantallas, los adultos deben fijar propuestas diferentes, atractivas, llevarlos a una plaza, a ver espectáculos callejeros, lo importante es accionar y no quedarse en la cómoda queja". "No seguir a los chicos en esa relación que tienen con la tecnología es como no haberle abierto nunca el cuaderno de clases; hay que ver, investigar, preguntarles qué sitios visitaron pero no desde un rol autoritario sino de acompañamiento", concluye Duek
Nuestros esfuerzos deberían estar dirigidos, confiando en los niños, no a instigarlos a que vivan su infancia como creemos que se debe vivir, sino a adelantarnos cuanto podamos para entender la realidad en que ellos y nosotros vivimos. Como alguna vez dijo Wittgenstein, “el mundo es lo que ocurre, y lo peor sería considerar que lo que ocurre es un error”