Razón crítica
La República siempre por delante
Primero que todo, desde este espacio de El Debate Pregón – medio caracterizado históricamente por los valores republicanos y democráticos– se expresa el repudio total hacia el intento de magnicidio sufrido por la Vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.
La politización social que experimenta nuestro país viró de interesante e importante a un estado de peligrosidad a partir del hecho acontecido jueves pasado. La grieta social en la cual se ha sumergido la Argentina cruzó un límite impensado que nos debería hacer reflexionar y tomar cartas en el asunto. Estamos ante un panorama donde dos matrices ideologizadas tensionan cada vez más el humor social. En este punto crítico, es momento de que, como sociedad, desalentemos y luchemos en contra de cualquier acción que intente quebrantar el orden constitucional.
Uno de los mayores riesgos de esta terrible situación es la amenaza de romper el acuerdo democrático que tanto costó conseguir. No hay medias tintas en todo este gravísimo asunto. Se puede debatir, dialogar y discutir, jamás alterar las instituciones que la Constitución Nacional confiere.
No es tiempo de disputas inconducentes ni de miramientos políticos personalistas. El funcionamiento democrático en su conjunto está en peligro en nuestro país. Desde allí es el camino que hay que construir para preservarlo a como dé lugar.
Son días donde se debe retomar el control de un régimen republicano que no debiera admitir ataques institucionales. Son momentos que requieren consensos y acuerdos por fuera de la mera coyuntura política -electoral. El politólogo y codirector de la consultora de opinión pública y comunicación política, Federico Zapata, plantea lo siguiente: “Todo intento honesto por des-escalar el odio y la polarización social debe empezar por clausurar el discurso político según el cual "el odio es el otro" (polarización asimétrica). Todo lo demás es cinismo o superioridad moral que retroalimenta el odio y la polarización”. Ciertamente, es tiempo de finalizar con la hipocresía partidaria apologista de la grieta incongruente. Son épocas claves en las cuales, si no comprendemos al Otro como un sujeto legítimo de discusión y construcción, no hay margen de crecimiento. No económico, no política, ni cultural.
Por otra parte, estamos experimentando una profunda banalización de la política, donde a causa de este punto se corren los límites hasta espacios cada vez más peligrosos. No todo da lo mismo ni todo puede ser omitido o soslayado. Las cuestiones hay que tomárselas con la gravedad del caso. En este tramo, tanto la dirigencia como la sociedad civil que conformamos el régimen republicano en el cual vivimos, debemos decir basta y retomar el camino pacífico del compromiso político dentro de los márgenes constitucionales.
No hay tajada política partidaria que se pueda ganar de todo este asunto que equivalga a preservar el orden democrático. Este debería ser la tesis principal de todo el arco político en general. Sin República es imposible pensar en un país viable.
Cueste a quien le cueste, es fundamental observar al adversario político como un par. Como un sujeto politizado que quiere construir algo pero con herramientas distintas a las de uno. Lo cual no lo convierte en un enemigo a eliminar.
El escritor uruguayo, Eduardo Galeano, decía que la historia es una metáfora incesante. Ya un hecho de esta naturaleza ocurrió en febrero de 1991 en un acto público de la UCR en San Nicolás cuando un hombre intentó disparar contra Raúl Alfonsín. La sociedad con una profunda hidalguía puede contener aquel terrible suceso. Lo acontecido en estos días debe proseguir con aquella línea y legado de valentía.
En fin, no hay nada más que agregar porque no alcanzan las palabras para ilustrar lo que ocurrió, sólo vale recordar que siempre la república está primero.