Razón Crítica
Legitimidad política en tiempos complejos
Se vienen tiempos complejos en la realidad política y económica del país. Tal escenario requerirá una enorme astucia, eficacia y compromiso de los encargados de la administración estatal.
Para el oficialismo de turno, tanto para llevar adelante las posibilidades de crecimiento nacional como para generar el armado interno que se necesita para lograr lo mencionado anteriormente, son momentos claves en los cuáles no podrá prescindir de una herramienta sumamente importante para el ejercicio político: la legitimidad.
El devenir conceptual de la legitimidad política aparece como representación justificatoria del poder político, bien sea como concreción de un consenso a partir de un proceso electoral o como necesidad, en términos de funcionalidad del poder. La legitimidad contiene el reconocimiento del ejercicio del poder político por parte del llamado a ejercerlo, no de otro, es decir, de quien ostenta la titularidad del poder político, dado que esa titularidad aparece como consecuencia de la asunción al cargo que demanda el ejercicio del poder político y de la correspondiente aceptación del mismo por parte de los asociados al Estado (Fuente: Carlos Rúa Delgado, abogado y profesor universitario. https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-00122013000200004#n21).
La legitimidad que otorgan las urnas en toda república no alcanza para el quehacer político del cotidiano. Por si mismo, el proceso electoral sólo es un eje de la legitimidad política. Debe quedar claro lo siguiente: la legitimidad política se obtiene pero también se construye. El ejercicio del poder político implica un arduo trabajo infinito para producir legitimidad a la hora de mantener un cargo ejecutivo público. En este sentido, es imposible tomar decisiones y llevar adelante diversas normativas si la sociedad civil deja de legitimar políticamente a los administradores del Estado.
El Presidente Alberto Fernández ha erosionado su legitimidad política, tanto para afuera como para adentro de su coalición. Es impracticable una tarea de tal tenor si la legitimación necesaria para desempeñar la función ejecutiva más alta del país es escasa. En este punto actual de la realidad argentina, es imprescindible que el Presidente comience a tomar medidas certeras de cara a la sociedad que le permitan recomponer su legitimidad perdida y le posibiliten el consenso necesario para afrontar el escenario político y económico que se viene.
Asimismo, este mencionado consenso debe ser estructurado con sus pares dentro de su propia agrupación. En este sentido, no hay margen para luchas internas amparadas en el ego personal.
Legitimidad, poder y política se entrecruzan y se entremezclan. Son elementos que no se pueden comprender por separado a la hora de gobernar. La actividad política conlleva un entendimiento de esta cuestión y un trabajo continuo para lograr el consenso que dinamice aquella relación. Un gobierno que no entienda este aspecto mantiene muchas posibilidades de no poder concretar sus objetivos colectivos.