Pbro. Jorge H. Leiva
Mama Antula, la primera santa de Argentina
Este domingo el papa Francisco canonizará a la llamada con cariño “Mama Antula”. Nacida en Santiago del Estero en 1730, María Antonia de Paz y Figueroa se acercó de joven a los padres jesuitas.
A los quince años ingresó en un beaterio de mujeres, casas en la que vivían grupos de mujeres formando comunidad y siguiendo alguna regla católica, que procuraban vivir su espiritualidad jesuítica. Sin ser de una congregación religiosa, Antonia de Paz y Figueroa fue mejorando su formación, cultivando la piedad y sirviendo a los más humildes; además, hablaba muy bien el castellano y el quechua. Cuando los jesuitas fueron desterrados de toda América en 1767 por orden del rey Carlos III de España, muy conmovida ella -no siendo monja de una congregación, sino una laica consagrada- se animó a seguir propagando por todo el noroeste argentino los ejercicios espirituales ignacianos, recurriendo a otros sacerdotes y acompañada por mujeres colaboradoras. Y luego caminó descalza, junto con otras buenas mujeres, hasta la capital del entonces virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires. En esta ciudad, con la aprobación del obispo Malvar y Pinto (el mismo que fundó nuestra parroquia), muchos miles de personas se acercaron a Dios en esos ejercicios que reunían durante varios días a gentes de las más diversas condiciones sociales. A estos retiros espirituales asistían desde funcionarios del virreinato, militares y propietarios adinerados hasta servidores y esclavos, sin hacer acepción de personas. Casi milagrosamente, la Mama Antula conseguía recursos para que no faltara lo necesario para cada “tanda de ejercicios”. Al ser prohibidos y expulsados los jesuitas, ella y el grupo de mujeres que comenzaron a caminar por la provincia santiagueña, según las declaraciones del obispo de Santiago del Estero Vicente Bokalic “tenían que tener prudencia, porque todo lo jesuítico estaba absolutamente prohibido”. “Entonces había una cierta rebeldía, pero ella fue una rebelde dócil, valiente, necesitaba de ciertos signos para poder realizar esto porque implicaba salir al encuentro de la gente, ir a los ranchitos para invitar a la gente, ocuparse de 'la logística' durante 10 días”. Por otro lado, AICA (Agencia Informativa Católica Argentina) asegura: “En los albores de la Patria, puso en valor la dignidad femenina, en épocas en las que las mujeres vivían para ser madres o para ser monjas, no leían ni escribían y les estaba vedada toda actuación social independiente respecto de un hombre. La beata desafió así las convenciones de la sociedad colonial y tuvo una influencia crucial y postrera en el clima independentista de mayo de 1810 (…) Acusada de loca y de bruja, el peso histórico de Mama Antula en los sucesos independentistas de la Argentina quizá haya sido más importante que el religioso, aunque ahora se encuentre olvidado. Es considerada una Madre de la Patria: de las multitudinarias tandas de ejercicios espirituales realizados por ella en la Santa Casa, participaron varios próceres de la independencia, como Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga y hasta el Virrey Santiago de Liniers, según constaba en archivos”. Y agrega: “No es capricho llamarla "mujer fuerte": mientras ella vivía, se editó en Europa un librito con su correspondencia con los jesuitas expulsados en Europa, llamado "El estandarte de la mujer fuerte". A esas cartas, llenas de alusiones históricas (…) los filólogos la consideran la primera literatura originaria del Río de la Plata”. Ya se escuchan guitarras cantando en su honor: “Mujer fuerte, como muchas/de esta tierra americana/encendiste el evangelio/en la vida cotidiana/Hoy tomamos tu antorcha, pa´que ilumine el mañana”. Que nos acompañe su ejemplo y su intercesión.
Pbro. Jorge H. Leiva
Foto Javier Bello