Cultura
Salvadora Medina y Emma Barrandéguy: amistades peligrosas y el escándalo de la calle Juncal
Las unía la rebeldía, el coraje y la libertad. Forjaron una amistad y trabajaron juntas en el diario Crítica hasta convertirse en íntimas amigas.
Ambas se criaron en Gualeguay, provincia de Entre Ríos, aunque solo una nació allí. Por diferencia etaria no llegaron a cruzar sus caminos en la apacible localidad entrerriana. Recién en los años ‘30 en Buenos Aires, fue cuando entablaron una relación cercana e íntima.
Salvadora Medina: de Gualeguay al diario Crítica
Corría fines del siglo XIX cuando Teresa Onrubia, la madre de Salvadora Medina Onrubia, decidió mudarse a Enrique Carbó, partido de Gualeguay, con la pequeña Salvadora y sus hermanastros, luego de quedar viuda. Todo indica que el Coronel Ramón Falcón fue quien aconsejó a la madre de Salvadora mudarse allí. Falcón fue el jefe de Policía de la ciudad de Buenos Aires; lo asesinaron en un atentado perpetrado por el anarquista Simón Radowitzky en 1909. Ironías de la vida o rencor hacia su madre, Salvadora luego lucharía por la liberación de Radowitzky con un ahínco impensado; significó una de sus causas más emblemáticas.
Salvadora fue escritora, periodista y dramaturga. Comenzó su carrera como maestra rural en Carbó y fue madre soltera a los 16 años. Vivió en Gualeguay hasta 1913 cuando, a sus 19 años, decidió mudarse a Buenos Aires. En un comienzo, trabajó de periodista en el diario La Protesta. Salvadora luchó por causas anarquistas y militó por los derechos de los trabajadores. Al poco tiempo conoció a Natalio Botana, quien había fundado el diario Crítica en 1913, y comenzó una relación amorosa con él. Pronto pasó a trabajar en este diario, del que fue directora tras la muerte de Botana, en 1941. Salvadora murió en el año 1972 en Buenos Aires.
Aunque no ejerció el periodismo en Gualeguay, su espíritu audaz y su lucha anarquista quedarían impregnados en esa localidad del sur entrerriano, y marcaría el destino de otra gran escritora, tan desafiante y actual como ella, Emma Barrandéguy.
Emma Barrandéguy: la del gremio y mucho más
En 1914, solo cuatro meses antes de desatarse la Primera Guerra Mundial, nació Emma Barrandéguy en la ciudad de Gualeguay. Criada en una familia terrateniente y ganadera, Emma fue escritora, traductora y poeta. A temprana edad, se sumergió en el mundo de las ideas comunistas. Como cuenta la escritora Tuky Carboni: “Emma era muy cercana a Juan Laurentino Ortiz, con quien tuvo el grupo Claridad. Como era la única mujer, los padres de ella pusieron como condición que las reuniones del grupo fueran en su casa.
También era cercana a Carlos Mastronardi, Juan José Manauta y Amaro Villanueva, creo que todos eran comunistas. Emma era una militante comunista y su poesía es bellísima. Era muy antiperonista, yo en ese momento no sabía que los comunistas estuviesen en las antípodas de los otros. Recuerdo que los anarquistas sí le resultaban simpáticos”.
Durante su juventud, Emma intercambiaba correspondencia con Salvadora, quien ya residía en Buenos Aires. Más tarde, también sería su mentora. La escritora gualeya decidió mudarse a Buenos Aires en 1937, cuando tenía 23 años. Como ella misma comentó en una entrevista publicada por Página 12: “Un día, Salvadora me escribe: ‘¿Por qué no viene a Buenos Aires?’. Ya en ese momento, con la crisis del ’30, no teníamos prácticamente nada de nada, y entonces me fui a laburar allá.”
Emma le contó a su amiga, Tuky Carboni, que Salvadora era hermosa, seductora y libre, había sido actriz de teatro. Tenía un carisma extraordinario y lo aprovechaba. Desde que Emma llegó a Buenos Aires, ellas forjaron una relación muy fluida.
En Crítica, Emma cumplía tareas administrativas, y fue secretaria privada de Salvadora hasta 1956. A lo largo de esos años fue conociendo en profundidad a Salvadora, incluso dormía en su casa y hasta llegó a escribir una biografía de ella, que publicó después de su muerte.
Ataque homofóbico en la Buenos Aires de los años 30
Emma, que era bisexual, acusó a Natalio Botana de usarla de excusa para separarse de Salvadora: “Crítica era todo un escenario. Había dos bandos: el de ‘La Vieja’ y el de ‘El Viejo’. Yo era del bando de ‘La Vieja’. Entonces, una vuelta en que se pelearon, ‘El Viejo’ me echó de Crítica. Eso fue cuando el incendio de Juncal, en donde quedaba el departamento de Salvadora adonde yo iba todas las noches a jugar a las cartas, porque estaba recién casada, pero mi marido a esas horas trabajaba”.
“El incendio fue intencional, porque Botana se quería divorciar de ‘La Vieja’ para casarse con otra, entonces quería acusarla de lesbiana. Le reventaron huevos en el armario, porque entonces a las lesbianas les decían ‘tortilleras’, prendieron fuego, quemaron parte de mi cama, libros que yo tenía y se armó un escandalete.” Detalló Emma.
Sobre este escrache, Tuky Carboni recuerda: “Emma me dijo que Salvadora sufrió un ataque, que le tiraron huevos en el frente de la casa, no sé cuántas docenas de huevos porque pensaban que era bisexual. Emma hablaba abiertamente de sus amantes pero jamás me habló de Salvadora como pareja de ella”.
Emma Barrandéguy nunca se llegó a desarraigar del todo de su Gualeguay natal, y por eso, volvió a Entre Ríos en 1956. En esta etapa publicó la mayor parte de su trabajo literario. Fue reconocida con dos premios Fray Mocho a la literatura en 1974 por la obra teatral “Amor saca Amor”, y diez años después, en 1984, por la novela “Crónica de medio siglo”.
Emma murió en Gualeguay en el 2006. Tuky la recuerda como una gran escritora que merecía ser reconocida por su trabajo anterior a Habitaciones, libro en el que habla sobre su orientación sexual. Admirada por su poesía, en Entre Ríos es muy querida. Y la define como “un personaje hermoso, discutido y divertido”.
Una fue una poderosa empresaria rebelde y defensora del anarquismo, la otra fue una soslayada escritora que cobró relevancia pasada ya la mitad de su vida y se convirtió en referente de la literatura comunista y feminista. Ambas mujeres, de alma gualeya, periodistas y escritoras, supieron compartir la pasión por defender sus ideas, fueron referentes indiscutidos y quedaron en la historia del arte argentino.
Natalia Sago Periodista