Razón Crítica
¿Un país inviable?
Entre inflación, pobreza e indigencia se despliega en diversos sectores de nuestra sociedad civil la sensación de que Argentina es un país inviable. Ante esta situación, es preciso revalorar una cualidad política que el Ejecutivo Nacional actual se ha encargado de erosionar por sus continuos pasos en falso: el liderazgo.
Claro está que nuestro país, por recursos materiales como humanos, está lejos de la inviabilidad. El punto pasa por dilucidar qué hacemos con todo lo que tenemos en potencial y por explotar.
El mejor lugar para resolver estas cuestiones es la política. No sólo porque ella es la actividad que habilita el debate por la cosa pública, también porque en ella nos vemos representados todos. Ahora bien, en un contexto actual marcado por coaliciones tanto en el oficialismo como en la oposición, el consenso, externo como interno, se torna fundamental para la configuración de estrategias y la toma de decisiones.
En este punto, la complejidad radica en que muchas veces a la hora de debatir, y aún más con respecto a estas temáticas tan relevantes para el país, surgen posiciones de acuerdo y desacuerdo que deben ser saldadas para poder continuar hacia adelante. ¿Qué ocurre cuando estás se vuelven inconducentes?. Allí debería aparecer el liderazgo de alguna persona. En este caso, de algún funcionario.
La realidad nos indica que el poder de Alberto Fernández se funda más en su legitimidad por voluntad electoral que por su capacidad de construir liderazgos día a día. Tal es su fracaso en este sentido que la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la gerente del verticalismo en el Frente de Todos, decidió con el apoyo de su círculo más cercano en esta coalición delegar muchísimas funciones en el “Superministro” Sergio Massa, un otrora contrincante devenido en aliado. Entonces, ¿entre el Presidente Fernández y el Ministro Massa, por ejemplo, se verifica un liderazgo de doble comando o es, más bien, una disputa interna del oficialismo? ¿Hay chances reales que de ese binomio surjan los liderazgos necesarios para resolver los obstáculos a la hora de tomar las mejores decisiones para el país?.
En Argentina, liderazgo es sinónimo de gobernabilidad. Sin el primero es imposible la segunda. Y sin esta última, es impensado conseguir o mantener los diálogos fundamentales para el desarrollo del país. En esta línea, se puede concluir que sin liderazgos la política es impracticable. ¿Acaso los administradores del Estado actual son conscientes de esta cuestión o seguirán perdiendo el tiempo en la lucha de egos e internas personalistas?.
Por otra parte, vale aclarar lo siguiente: se debe estar atento a no confundir internas con resolución de liderazgos. Las primeras son particulares, alentadas por intereses individualistas que ignoran por completo las bases. Son el poder por el poder mismo. Es la política entendida en un plano de egoísmo. Por el contrario, las segundas responden a toda dinámica política. Es el curso de esta actividad al momento de querer encontrar soluciones a las demandas sociales mediante el diálogo y el consenso. Responden a la necesidad de buscar ese hilo conducente para conversar, intercambiar opiniones y tomar las decisiones correctas para solucionar los problemas de la ciudadanía, siempre desde una óptica colectiva. Es el poder como medio para llegar a un resultado en conjunto con las bases.
Argentina necesita de liderazgos para gestionar recursos humanos y materiales que posibiliten el desarrollo nacional. En definitiva, el país necesita de liderazgos para hacer política. La sensación de inviabilidad que se encuentra en diferentes sectores de nuestra sociedad civil se resuelve en el plano público, con todas las potencialidades que el país tiene a su alcance pero que no puede explotar por la inoperancia de mucho de sus funcionarios. Entonces, ciudadanía, a no confundirnos, el país no es inviable. El problema son los políticos que elegimos para firmar el acuerdo elector.