ESPECTÁCULOS
Joan Manuel Serrat antes de sus últimos conciertos en Argentina: “Esta gira está llena de trampas, de nostalgias, de emociones”
El catalán se despide de los escenarios con El vicio de cantar 1965-2022, un espectáculo en el que tamiza sus sentimientos a través de sus canciones. Su amor intacto y eterno por nuestro país y el desafío del día después
Es un hermoso mediodía primaveral en Buenos Aires y el Teatro Astros, al borde del obelisco se prepara para recibir a uno de sus ciudadanos ilustres por última vez: Joan Manuel Serrat se despide de los escenarios con El vicio de cantar 1967-2002, el tour que inició en Nueva York, terminará en Barcelona y que por estos días recorrerá el país con conciertos en Rosario, Córdoba y Buenos Aires.
El más argentino de los catalanes anuncia su retiro no sin antes prometer volver. Eso sí, será como turista, como amigo, como curioso, como futbolero, como lo quieran imaginar, pero ya no como cantante. “Vengo a despedirme de los escenarios y no a despedirme de la gente, ni del país ni del cariño que nos ha unido en los últimos 60 años de mi vida”, advierte.
Serrat enfrenta por última vez a los periodistas, una de las cosas que menos le gusta de su oficio, como reconocerá en la conferencia de prensa. Sin embargo esta vez no lo parece. Concede más tiempo que el habitual y del que quisiera, haciendo gala de sus reconocidos encantos, esos de conversador atento y de chispa siempre a mano. Incluso, como si fuera un concierto deja lugar a los bises, y el auditorio pone a plebiscito su profuso cancionero y permite algunas preguntas fuera de protocolo.
Escucha con atención cada pregunta y piensa y mastica cada respuesta. Y se ríe mucho, y se emociona otro tanto, pero sin llegar a la carcajada ni a las lágrimas. Como si estuviera conteniendo las emociones, sabiendo que la faena recién empieza y que ya tendrá tiempo para eso. Y que el escenario y la ronda de bar es un ámbito más propicio para ello.
El oficio de cantor y las canciones; el amor por Buenos Aires y por Rosario; la música de antes y la de ahora; el por qué de la despedida y el desafío del día después. De todo esto habló Joan Manuel Serrat durante algo más de una hora.
Por qué decidió que es el momento de dejar el escenario
“El día que Sabina tuvo la mala fortuna de caerse cuando hicimos nuestra tercera gira de los Pájaros y sufrió un accidente grave, empezó una necesidad de aclarar el futuro. Hubo que suspender la gira, y justo después apareció la terrible pandemia que nos encerró en las casas y todo cambió en nuestras vidas. Nos cerraron los teatros, como cerraron tantos lugares de trabajo, y eso fue acortando lo que podía ser la cotidianeidad en el oficio”.
“Fue un año y medio en estas circunstancias y veía que el tiempo se me acortaba considerablemente y decidí que que me iba a replantear mi futuro profesional con una ultima gira cuando se pudiera, y dejar ese buen sabor de boca con el oficio, con la gente, con todo lo que lo rodea”.
La última gira
“Montar una gira de estas características con tantos países, yendo de un sitio para otro, fue difícil y afortunado porque está saliendo muy bien. No conté los conciertos que he hecho ni los que me quedan por hacer ya que esta gira está llena de trampas, de emociones, de nostalgias, de sentimientos”.
“Llevo cada concierto como el último y cada día que subo a un escenario canto canciones que tienen mucho que ver con el lugar, y las imágenes no dejan de aparecerse en mi cabeza. Son el motor que lo va acelerando y un mundo de emociones que no quiero renunciar pero tampoco potenciar, porque si no me desarmaría en los escenarios”.
La relación con el público argentino
“Siempre fue fabulosa. Desde los programas de televisión de Pipo Mancera, las actuaciones en los carnavales, y la relación se va modificando con lo que sucede, los movimientos políticos fuertes, los militares, la represión. Mi mirada sobre el país y la gente se ajusta a lo que va pasando”.
“Me es imposible simplificar todo en un momento, en un lugar, en un acontecimiento. Aquí sucedieron cosas muy importantes, desde el primer programa de televisión hasta los últimos conciertos que se van a dar en Villa Crespo. Es una vidriera de situaciones donde quizás la más espectacular es el concierto que dimos en Plaza de los dos Congresos ante miles y miles de personas. Por suerte mi vida ha sido tan satisfactoria personal y artísticamente que no puedo rescatar un solo momento”.
“Tengo tendencia a recorrer lugares que he visto modificarse, a veces con alegría y otras con una profunda nostalgia. Cada momento ha sido compartido con amigos, con sueños, mientras ellos sigan ahí, seguirán abiertos los caminos. A medida que desaparecen los sueños, las gentes, los amores, también se modifican los caminos”.
“Mi relación con este país va más allá del tango, el asado y el fútbol; hay un montón de otros lugares que resultan igual de fantásticos”.
Rosario y el recuerdo del Negro Fontanarrosa
“Al Negro lo conocí en el Mundial de España’82. El partido inaugural fue en Barcelona y lo vi desde la banca argentina, con Cesar Luis Menotti. Después de la derrota, el Flaco y yo nos fuimos a un bar y ahí estaba toda la colonia argentina derrotada, había mucho sufrimiento. Y acodado en la barra estaba el Negro Fontanarrosa”.
“Ahí establecimos nuestra primera conversación, que no fue muy brillante porque él estaba deprimido. Él hablaba poco, pero lo hacía muy bien, y muy justo. Para el encuentro siguiente hubo que esperar hasta el año 83 que fui a Rosario”.
“Mi casa está llena de cosas del Negro: dibujos, lapiceros, libros, lo tengo muy cerca, es un amigo que ha sido uno de los hombres más brillantes, más buenos y más generosos que es difícil arrancarlo de golpe. Es un recuerdo tan agridulce, su muerte fue de las más injustas que hubo, y la dignidad con la que la soportó fue tan ejemplar, que siempre que uno busca referencias, está él”.
“El homenaje en Rosario va a ser muy especial, con los amigos de El Cairo y de una ciudad que lo considera el más importante de todas las personalidades que ha dado, que son muchas. En cualquier lugar del mundo que me encuentro con un rosarino se presenta de la misma manera: ‘Soy de Rosario, muy amigo del Negro Fontanarrosa’”.
La mirada sobre sus canciones bajo
“Algunas han envejecido bien, otras han nacido bien y son más jovencitas. Hay algunas que no resistieron el tiempo, otras que por fortuna algunas y por desgracia muchas siguen manteniendo actualidad”.
“Las canciones nos unen, nos llevan a un tiempo pasado que volvemos a sentir para bien o para mal como propio. Nos devuelven alegrías y amarguras. Mi relación con mis canciones es bastante buena y las que dejo de tocar es porque no me gustan. Hay colegas que reniegan del éxito de sus canciones, como si fueran una maldición. A mí no me pasa, lo que sí me molesta es cantar a disgusto”.
“Elegir mis tres mejores canciones es difícil, necesitaría tiempo, hacer una lista”.
—¿”Romance de Curro ‘El Palmo’”?, propone alguien de la platea.
—Esa es buena, es muy elegida por la gente. Pero no… “Aquellas pequeñas cosas”, puede ser una.
—¿”Soneto a mamá”?, vociferan más alla.
—No, esa no.
—¿”Sinceramente tuyo”? ¿”De cartón piedra”?, las propuestas no cesan.
—Tampoco. “De vez en cuando la vida” podría ser otra. Y la tercera… “Cançó de matinada”.
—¿Y “Mediterráneo”?, advierten con sorpresa.
—Podría ser también, pero es como esa mujer hermosa a la que le han dado todos los chiches.
El secreto de su éxito:
“Lo adjudico a los azares de la vida, hice lo que me gustaba hacer. Me he esforzado para hacerlo, he sido un profesional con un espíritu de trabajo, siempre pensé que el esfuerzo era muy importante, pero por encima de todo ser feliz también lo era, por eso escogí el camino de la música en lugar de cualquier otro, porque me lo pasaba mejor. No hubo tal planteamiento de futuro, no pensé que duraría hasta hoy, iba donde me llevaban los zapatos”.
La vida después de dejar los escenarios:
“He tomado esta decisión de retirarme del escenario, de dejar quizás la parte más divertida de mi oficio, pero también la que requiere mayor disciplina, la más rigurosa. Dejar los escenarios no quiere decir dejar de escribir, de componer, de vivir, de amar, de todo. Dejaré las entrevistas seguramente, y otras cosas que me puedan resultar más tediosas”.
“No voy a extrañar las entrevistas para nada, y eso no quiere que no la esté pasando bien aquí. Pero cuando se convierten en interrogatorios, cuando te preguntan absolutamente de todo creyendo que sabemos de todo, no me siento muy cómodo. Me gusta la charla, lo que no me gusta son los interrogatorios”.
“¿Si volvería a los escenarios si me llamaran Joaquín Sabina, Ana Belén, Víctor Manuel o Miguel Ríos? Todo dependerá del camino que haga desde aquí hasta entonces. Pero no creo que eso suceda, porque son historias ya realizadas, el tiempo es muy escaso y hay que aprovecharlo en todas las cosas nuevas que puedan aparecer. De cualquier manera, siempre podemos divertirnos entre nosotros inventándonos cualquier historia que como tantas en nuestra vida, sabemos que no haremos jamás”.