Espectáculos
La increíble historia de amor de Carlitos Balá y Marthita: empezó con una birome, un viaje en colectivo, y no se separaron más
Desde el flechazo que sintieron a mediados de la década del ‘50, se tomaron de la mano por más de 60 años y formaron una hermosa familia
Carlitos Balá y Martha Venturiello se conocieron hace más de seis décadas. La historia de ese flechazo que perduró desde el día en que se conocieron a mediados de los años 50 hasta el último suspiro del artista, fue una de las claves de su éxito. Como él mismo destacó en distintas entrevistas, el apoyo constante de su familia en cada etapa de su carrera, fue el pilar en el que se sostuvo en todo momento. No tuvo problemas para discernir sus prioridades, y siempre estuvo agradecido de que su haz bajo la manga, el humor, también fue la clave para sorprender diariamente a la mujer de su vida.
En julio de 2014 el matrimonio se sentó en el living de Susana Giménez y contó cómo surgió el longevo vínculo. El lugar donde todo comenzó fue una boda, con 500 invitados, donde la primera mirada que cruzó con aquella muchacha tímida de 18 años hizo que el reloj se detuviera. Para él, fue como en las películas: un pálpito inexplicable que le anunciaba que ella sería su compañera de ruta.
Invadido por el romance que sobrevuela en el aire cuando dos personas eligen comprometerse frente a sus amigos y familiares, y la esperanza de que eso que sucede en las ficciones también lo merecemos en la vida real, tomó la iniciativa. Si algo jamás le faltó fue actitud, y se escudó en la comicidad para llamar su atención. “Nos conocimos bailando ‘La Conga’ en un casamiento, yo haciéndome el gracioso, por supuesto; siempre me gustó hacer reír, entonces hacía morisquetas”, le confesó Balá a Susana.
“Me conquistó de una forma extraña, con una birome”, reconoció la esposa del comediante cuando la diva le preguntó cómo recordaba aquel día. Y agregó: “Se hacía el cómico y a mí me daba vergüenza, no quería saber nada. Fuimos con una amiga y él estaba con un amigo, estábamos los cuatro, y yo le decía a mi amiga: ‘Esta es la última vez, no salgo más con él’”. La famosa frase de “los opuestos se atraen” se cumplió y fue cuestión de tiempo para que aquella extrovertida personalidad se convirtiera en lo que más amaba de su pareja.
El remate de lo que pasó esa noche cuando el evento terminó, es realmente imperdible. Un Carlitos auténtico, que ya expresaba su deseo de regalar sonrisas cuando todavía no resonaba su nombre en los medios de comunicación. “La acompañé en el colectivo a la casa y me puse a vender una lapicera en broma. Ella decía: ‘Este es un loco’”, reveló el creador del Chupetómetro. Ante el pedido de Susana de replicar el discurso que brindó al subirse al colectivo 39, relató: “Empecé: ‘Señores pasajeros, el artículo que vengo a ofrecerles a ustedes no lo hago como propaganda, sino como la casa Pingitore William -una marca inventada sobre la marcha-”.
“Les recomiendo que mientras ustedes están pagando en tal lado tanto y en tal otro tanto. yo como proponga de la casa no voy a vender, sino que voy a regalar, y eso sí: uno solo por persona y evitando las avalanchas. Señora, si tiene cambio le voy a agradecer”, narró, a pura simpatía. Mientras tanto, Marthita plasmó la otra cara del asunto: el pavor que pasó en el asiento de la última fila. “Me quería morir, era de terror, nunca sabía con qué me iba a salir”, detalló.
“Y después me tuve que acostumbrar a que él usaba flequillo, porque no lo conocían tanto cuando hacía radio, y yo que estaba al lado suyo veía como lo miraban raro con ese fleco”, sostuvo entre risas, haciendo referencia a otras de las marcas registradas de Carlitos, que luego se convirtió en un clásico pedido a los peluqueros: el “corte Balá”, también conocido como “el casquito” o “el honguito”. Venturiello admitió que el carácter visionario de su esposo, constrataba con su personalidad más reservada, y en todo de humorada reconoció que al principio no sabía cómo reaccionar: “Me fui amoldando, pero con mucho sufrimiento”.
En enero de 2020 Carlitos dijo presente en ¿Quién quiere ser millonario?, el ciclo que condujo Santiago del Moro por la pantalla de Telefe, y en la tribuna junto al público se encontraba Marthita. Aquella vez remarcó que comprobó que las apariencias engañan, porque ese “payaso” que conoció en un casamiento resultó ser “el hombre más respetuoso del mundo”. También explicó que no se casaron enseguida, sino que estuvieron siete años de novios para esperar el momento indicado, cuando cierta tranquilidad económica y laboral los acompañara. Algo que finalmente sucedió cuando él consiguió su primer contrato en radio con La revista dislocada.
“Estuve toda mi vida con él, 56 de casados más los siete de noviazgo. Me presenta como su mamá”, aseguró su esposa con picardía en ese entonces. Luego pasaron juntos la cuarentena por la pandemia de coronavirus, y así superaron los 65 años tomados de la mano. En diálogo con Del Moro definió a su marido como un “niño grande” y ratificó que una de las claves para que las parejas perduren es la buena predisposición de ambos para recapacitar y considerar el punto de vista del otro.
“En una pareja uno se tiene que adaptar, y yo me adapté a la modalidad de él por su trabajo. Yo dejaba que ensayara tranquilo. Me gusta cuando sonríe, que esté feliz”, expresó Venturiello a puro romance, mientras él la elogiaba por las empanadas de choclo, de pollo y la sopa de sémola que le preparaba como “mimos” tras sus largas jornadas de trabajo. Durante aquella última aparición televisiva de la pareja, ella reveló que la actriz Hilda Bernard tuvo un rol clave en la previa a dar el “sí, quiero”.
“Para un cumpleaños mío me regaló el anillo de compromiso. Gracias a Hilda y su esposo nos casamos, porque él tenía un contrato de un año seguido, entonces me dijo: ‘Ahora nos casamos’. Fue escalonando todo de a poco, no queríamos arriesgarnos y ese fue el momento ideal”, comentó. Fruto de su unión nacieron sus dos hijos, Martín y Laura, y mucho después llegaron los nietos, que más de una vez lo definieron con un título más que merecido: “El mejor abuelo del mundo”.
A través de su cuenta de Facebook, Balá saludaba a sus “balacitos” todos los años, a veces con algún video especial y otras con cálidas palabras. La tradición de todos los 14 de febreros, fue saludar a su fiel compañera en el Día de los Enamorados, junto a un valioso deseo: “Ojalá que todos puedan festejar la magia del amor”. Frente al inconmensurable dolor de Martha, y de toda la familia, son miles los mensajes que invaden las redes sociales para enviarles fuerzas para afrontar la pérdida del adorado humorista.