Espectáculos
La irreparable tragedia que provocó Edoardo Bennato luego de componer Un’estate italiana, la inolvidable canción de Italia 90
Junto a la cantante Gianna Nannini, crearon el himno de los mundiales. Y a los dos los alcanzó la fama. Pero mientras ella no pudo con la popularidad y cayó en las adicciones, él bajó el perfil. Hasta que un accidente fatal modificó su destino
Edoardo Bennato y Gianna Nannini quedaron en la historia de los mundiales sin haber pateado jamás una pelota. Es que juntos crearon el himno de los mundiales, aquel que musicalizó Italia 90: “Un’estate italiana”. Figuras en su país (Edoardo nació en Nápoles y Gianna, en Siena) pero dos absolutos desconocidos para el resto del mundo, les fue encomendada la tarea de escribir la letra y ponerle melodía a la canción de la competencia deportiva más importante del mundo. Resultaron una segunda opción, ya que el tema que había presentado el artista elegido en un principio no resultó del agrado de la organización. Aquel yerro derivó en la composición de una obra de arte que caló hondo en el corazón de todos los futboleros.
El inicio de la nueva década lo modificaría todo para ambos. Sus vidas cambiaron por completo con el suceso de la canción, aunque cada uno siguió su camino luego de que Alemania se quedara con la copa tras vencer ala Argentina en la final por 1 a 0. En el caso de Nannini, el éxito la tuvo en varias oportunidades al borde del precipicio. No le fue sencillo manejar todo lo que trajo la popularidad surgida de un día para el otro, y pagó las consecuencias. Consiguió reencausar su vida hacer un click, fue la noche en la que se encontró cara a cara con su peor versión.
¿Y Bennato? Optó por el anonimato. Continuó disfrutando de los escenarios, pero nunca se olvidó de su lugar de origen, al cual regresó apenas bajó la espuma y las selecciones volvieron a sus respectivos países. Las oportunidades las tuvo, las aprovechó, pero siempre con los pies sobre la tierra. Siguió un perfil lineal que nunca abandonó, aun siendo un revulsivo que se enfrentó a la política. Y no se despegó de sus hermanos, con quienes había empezado a transitar el camino de la música, hasta convertirse en un referente del rock italiano.
Nació el 23 de julio de 1946, como el primogénito de Adele Zito y Carlo Bennato. Luego llegarían Eugenio y Giorgio, nombres que tienen un gran valor en esta historia. Por mandato de sus padres, los tres hermanos se relacionaron con la música desde chiquitos. En los inicios, tomando clases de acordeón y guitarra. A medida que fueron creciendo el rock se fue metiendo en sus venas. En el caso de Edoardo fue a los 18 años, cuando dejó la ciudad y se mudó a Milán para estudiar Arquitectura.
Estuvo apenas un puñado de semanas en la universidad y se alejó de los libros y los planos para formar una banda con sus hermanos. El apoyo de sus padres fue fundamental: creyeron en la apuesta y en la libertad de los tres. El trío empezó a recorrer bares y salas pequeñas de varias ciudades italianas, cada vez con mayor trascendencia. En 1960 aparecieron por primera vez en televisión, cuando fueron invitados al ciclo Our Small World.
Un par de años después fueron contratados por un crucero que recorrió América del Sur. Aprovecharon el amarre en un puerto de Venezuela y se presentaron en la televisión. De regreso en Roma, un sello discográfico le propuso un contrato solo a Bennato, quien lo rechazó de inmediato: no quiso alejarse de sus hermanos. Pero fueron ellos quienes lo alentaron a que no desaprovechara la oportunidad, que finalmente tomó.
Sacó algunas canciones que tuvieron llegada al público y gracias a eso vino su primer disco: Non farti cadere le braccia salió a la venta en 1973. Uno de los temas que sobresalió fue “The shadows” porque incluyó una armónica, que tocaba el propio Edoardo. Nunca antes se había escuchado este instrumento en el rock italiano. Así, terminaría marncando un estilo.
Siguió sacando discos en años consecutivos hasta que tuvo un alto en 1977, ya que la placa Burattino senza fili no vendió según lo esperado. Se tomó un respiro. Y en su regreso, allá por 1980, hizo ruido gracias al trabajo titulado Uffá! Uffá!, que incluyó canciones de protesta que fueron criticadas por cierto sector de la dirigencia política. Hasta lo acusaron de robar frases de los cuentos de hadas para incluir en sus letras. ¿La respuesta del músico? “Son solo canciones”.
Ese fue su renacer, que vio coronado al presentarse en el estadio San Siro de Milán. Luego de eso vino el San Paolo (el estadio del Napoli, que ahora se llama Diego Maradona), en el que convocó a 50 mil personas. Las canchas de fútbol pasaron a ser su lugar en el mundo. Ese año hizo 13 presentaciones y, según los registros, más de 500 mil personas siguieron sus recitales en distintas canchas.
Cuando los 80 parecían ser su despegue definitivo, surgió un nuevo traspié: en 1985 sacó Kaiwanna y las ventas, una vez más, no fueron las esperadas. Cambió de productora discográfica. Volvieron los éxitos (los discos Ok Italia y Abbi dubbi, que incluyó la canción “Viva la mammma”, que se apoderaría de las radios italianas). Y entonces, Italia 90. Y “Un’estate italiana”. Y el rearmado de la banda con sus hermanos.
En 1992 mantendría una controversia con la RAI no del todo aclarada: el músico denunció que la cadena le impedía presentarse en sus programas porque no aceptaba ciertas condiciones impuestas para cada show. Desde sus inicios, Edoardo se ganó la fama de artista controvertido. “Siempre me criticaron, me marcaron como el representante del malestar que demostraban los jóvenes. Sucede que la música pasa por debajo de las horquillas caudinas de la política. Yo no tengo banderas, no soy de nadie”, contó tiempo atrás en una entrevista con Ilgiornale.
Las polémicas quedarían al margen por una feliz noticia personal al nacer Fulvio Bennato, su primer hijo, fruto de su relación con la cantante Pietra Montecorvino. Luego vendría Carola Bennato, aunque al poco tiempo sus padres se separarían. Y el apellido Bennato aparecería al tiempo en los medios, pero no por su trabajo sino por un hecho desafortunado.
Edoardo se puso en pareja con una estudiante de Filosofía llamada Paola Ferri, varios años menor: tenía 23 años. La prensa asegura que había sido su amante mientras estaba junto a Pietra. En enero de 1995 Viajaba con Paola cuando tuvo un accidente automovilístico: tras cinco días de agonía en un hospital de Módena, la joven murió. Y el cantante ingresaría en una depresión que le costaría superara. “No está bien psicológicamente y su estado físico ha empeorado notablemente”, anunció su mánager a la prensa.
La investigación del siniestro arrojó que el músico fue responsable del accidente: chocó de frente con su auto a otro vehículo. La justicia le dio ocho meses de condena, pero no fue a prisión.
El tiempo transcurrió. Bennato concluyó la carrera de Arquitectura solo para darles el gusto a sus padres. Cada tanto suele llevar adelante proyectos puntuales. En cuanto a la música, viene de realizar una gira que abarcó varias ciudades europeas. Continúa persiguiendo su zanahoria: a los 76 años, está lejos de acabar con las giras y alejarse de su público. En una entrevista le preguntaron si estaba satisfecho con todo lo realizado en su vida. Y respondió: “No. Solo lleno de presente. Esa es la única forma de sostener un futuro”.