Nacer sin útero: “Hay muchos mitos sobre la maternidad”
Alejandra presenta el Síndrome de Rokitansky y contó su historia de superación.
A Alejandra, cualquier comentario sobre la menstruación le resulta más que indiferente y asegura que jamás sintió intriga por experimentar esta cuestión.El motivo tiene que ver con un cuadro poco frecuente que ella tiene y del que se sabe muy poco: Síndrome de Rokitansky-Küster-Hauser. Una situación que solo presenta 1 de cada 5.000 mujeres y que implica la falta de desarrollo del útero y la vagina.Más allá de su aceptación, llegar a este diagnóstico demandó su recorrido. A los 16 años -ya cumplió 33-, como no mostraba ningún indicio de su primer ciclo, su mamá decidió llevarla una ginecóloga en Tucumán, su provincia natal.En la consulta, después de explicar las razones de la visita, a la médica solo se le ocurrió decir: "cómo te vas a indisponer, si estás embarazada". "¡Era imposible! Yo todavía no había tenido relaciones. Lo más sorprendente es que la doctora no tuvo en cuenta lo que yo le había dicho".Salieron de ese lugar disparadas y buscaron otro rumbo. Esta vez, con mejor suerte. Dieron con una especialista muy reconocida, quien le indicó hacerse una laparoscopía. "Ni bien tuve el resultado, supe el diagnóstico". Sucede que quienes presentan este síndrome puede ser que ovulen pero, al no formarse en cada período el endometrio, el sangrado no ocurre.Además, enseguida le recomendó que se hiciera una cirugía reconstructiva. Muy acertada, su mamá la alentó para que la concretara lo antes posible. "Ella quería que comenzara mi vida sexual cuando yo lo decidiera y no, que estuviera condicionada por una operación. Hoy mi realidad es como la de cualquier otra mujer".Al mismo tiempo, como nunca antes había escuchado hablar del Rokitansky, empezó a recolectar información. Se enteró que había nada más que dos chicas en Tucumán con el mismo cuadro -no se trata de una enfermedad, si no de un conjunto de síntomas o características- y que en otros tiempos o para casos con particularidades distintas a las suyas se indican tratamientos mucho más invasivos e incómodos.Mil maneras de ser mamáTambién, ni bien recibió el diagnóstico, la doctora le explicó sobre la imposibilidad que tendría de gestar un hijo. "Hay muchas causas que impiden un embarazo. La diferencia con el Rokitansky es que te enterás en la adolescencia. Es lo primero que te aclaran".Pero eso nunca fue un tema primordial en su día a día ni una traba en sus vínculos. La única experiencia negativa fue con un novio que tuvo en los años de facultad. "Era demasiado celoso y me decía que no le gustaba que estudiara con tantos varones (siguió la tecnicatura en programación informática). Un día me cansé y lo dejé. No puedo estar con alguien que quiera digitarme la vida". Como cierre, él atinó a aclarar: "...y yo que te banqué que no pudieras tener hijos". "No hay mucho más para agregar después de esa frase", concluye ella.En otras circunstancias, mucho más felices, fantaseó con un trasplante de útero -aunque todavía es algo muy experimental y hay menos de diez bebés en el mundo que nacieron de esa manera- y hasta le preguntó un poco en broma a su hermana si estaría dispuesta a una subrogación de vientre -que ella lleve el bebé de Alejandra en la panza. "Lo planteé como una alternativa. Llegado el caso, lo charlaremos seriamente".La adopción es otra posibilidad que la entusiasma. "Muchas veces pienso para qué traer un hijo al mundo si puedo ayudar a un nene que ya está acá. De muy chica, jugaba a que no era mamá y que encontraba un bebé. Tal vez era algo intuitivo".
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