Gualeyos
Manu Rodríguez Garófalo desde Italia
Recordemos que Liliana, mamá de Manu, la fue a visitar a Italia. Se reencontraron después de más de un año; emoción, abrazos, viajes fueron los protagonistas de esa estadía. Después de conocer Roma y Venecia, inician un tercer viaje para visitar el primer lugar donde vivió Manu y de donde es su novio. Dejamos que ella nos comente:
“Domingo después del trabajo emprendimos con mamá un tercer viajecito. Tomamos el tren para Rionero in Vulture, el pueblo del sur de Italia donde viví cuando llegue a Italia y de donde es mi novio y su familia (bueno mi documento italiano dice que soy de ahí, muy gracioso). Llegamos a la noche, mis suegros y una amiga que está viviendo ahí nos estaban esperando en la estación. Entre abrazos y nervios porque se estaban conociendo mi mamá con mis suegros, lo cual era muy gracioso ver como buscaban entenderse y no podían. En ese momento acepté mi papel de traductora 24/7, claro. Fuimos a comer a un restaurant y comimos a lo italiano, es decir, a más no poder y bien. Tabla de fiambres (del tamaño de la mesa casi) y pasta. Al otro día, alquilamos un auto y nos fuimos a conocer Circello, el pueblo donde nació mi tatarabuelo. También vino con nosotras Martina mi amiga. Viajamos dos horitas entre mates y torta hecha por mi suegra. Llegamos y ahí empezó la emoción. Caminando esas calles por dónde había vivido el tatara. Un pueblo de 2.000 habitantes. Entre risas y fotos nos dimos cuenta que teníamos hambre y empezamos a buscar algún lugar para comer, pero estaba todo cerrado. Por fortuna había un barcito que nos calentó unos sandwiches y comimos en el patio del lugar. La mujer que nos atendió nos preguntaba por qué estábamos en Circello, que hacíamos. Les parecía raro que llegaran extranjeros ahí. Caminando, encontramos un camino cuesta abajo lleno de árboles. Al final del camino, cómo algo mágico, encontramos una iglesia abandonada y un pesebre gigante, también abandonado, pero aún en buen estado. No lo podíamos creer. Seguimos recorriendo el pueblo hasta que, cuando nos estábamos por subir al auto para emprender la vuelta, escuchamos que alguien grita: “¡argentina, argentina!” Nos damos vuelta, una señora de unos 75 años caminando hacia nosotras, nos cuenta que tenía familia en Argentina y de la nada empieza a hacernos de guía turística por el pueblo. Se sabía todo. Hasta nos mostró libros que había ilustrado y escrito ella. Nos llevó a su casa, nos contó historias increíbles que nunca podríamos haber sabido si no eran por ella. ¿Un regalo? Totalmente. Esta mujer fue un regalo.
Volvimos a Rionero. Después de las 12 cumplía 29 años. Me bañé y salimos con Martina y otros amigos a un bar. A las 12 llegan mis amigos con una torta y el 29 arriba. Estuvimos toda la noche entre el bar y la plaza divirtiéndonos. Me fui a dormir a las 4 AM más o menos. Al otro día fuimos al hermoso Lago de Montichio, a pocos kilómetros de Rionero. Fui con mamá y mis suegros. Me sorprendieron con otra torta allá arriba y después fuimos a almorzar, otra vez a lo italiano, fuerte. A la tarde vinieron Martina y Danilo, y estuvimos juntos toda la tarde tomando mates y a la noche la clásica pizza napolitana. Pasé mi cumpleaños con mi mamá en el pueblo que me cambió la vida por completo, y para siempre”.