Gualeyos
Pablo Gálligo: “Experiencia Qatar, mucho más que un sueño”
El Debate Pregón conversó con Pablo Gálligo acerca de su viaje y estadía en Qatar con motivo del Mundial de Fútbol.
Compartió detalles, anécdotas, pero por sobre todo emociones de una estadía en un país con una cultura diferente, pero al que los unía una pasión, el fútbol, al igual que a los miles de argentinos que allí estaban.
Dejamos fluir su ameno relato:
“-A partir del Mundial de 2014, un grupo de amigos que compartimos la pasión nos organizamos para ir a los mundiales; para ahorrar sobre todo, porque no es barato y más aún si se trata de viajar a lugares lejanos; hemos ido a Rusia, también.
-Somos cuatro en cuanto al grupo “más cercano”: dos chicos de Córdoba (viven en Paraguay), uno de Paraná (no pudo ir este año); esta vez se unió otro chico de aquí, de Gualeguay. Además, tenemos otros conocidos con quienes nos encontramos en Qatar.
-Fuimos en auto hasta Asunción, donde buscamos a nuestros amigos, y de allí hasta Foz de Iguazú (donde dejamos el coche). De Foz tomamos un vuelo hasta San Pablo, de San Pablo a Londres y de Londres a Abu Dabi (no fuimos directamente a Qatar). Todo esto porque, un año antes, lo decidimos como alternativa para abaratar el viaje. Después de dos días de viaje llegamos a Abu Dabi (Emiratos Árabes); de allí, resolvimos ir por tierra a Doha, unos 600 km., en un taxi. Tuvimos que pasar por Arabia Saudita antes de ingresar a Qatar. En fin, salimos el día 21 y llegamos el 24 a Doha. Tratamos de hacerlo todo “gasolero”, el costo era alto.
-En cuanto al hospedaje, conseguimos uno de los más económicos, el que, en definitiva, era uno de los más lindos porque ahí habían ido casi todos los argentinos. Se llama Barwa Barahat; era como un barrio, un poco alejado de Doha, hora y media, más o menos. Fue pensado para unas treinta mil personas, tenía habitaciones para dos personas con baño privado, la cocina y demás eran compartidas. Estuvimos todo el Mundial ahí, hicimos muchas amistades, argentinos, la mayoría, y de otros países.
-Para las entradas hay que ingresar a una página de Internet de FIFA, cuando se avisa que está disponible la compra. Es muy difícil, a veces, porque hay sólo minutos para comprar. Logramos comprar la de México y de cuartos de final, si Argentina era primera. Allá tuvimos que conseguir contra Polonia, octavos de final, semifinal y final. Vimos seis partidos.
-No todo era tan estricto como se decía. Los países árabes, en general, se están abriendo como para que el turista lo pase bien. Obviamente, hay que respetar ciertas cosas. Ellos son “estructurados”, muy religiosos. Son más ordenados; no hay descontroles como los que tenemos en nuestro mundo. No te podés “hacer tanto el loco…”. Aunque la gente de ahí estaba fascinada con los argentinos; éramos los más ruidosos, los que nos juntábamos todos en un lugar, el folklore del fútbol argentino con los bombos, las banderas; en otras hinchadas no existe eso. Vi a gente, de ahí y de otros países que trabajan allí, Omán, India, con la camiseta argentina; algo que no había visto en otros mundiales. Estaban muy identificados con la camiseta argentina; los de Bangladesh, por ejemplo, son los más fanáticos porque tienen una historia de cierto sometimiento a Inglaterra. A partir del Mundial ’86, de los goles de Maradona, viene su idolatría con Argentina, con Maradona; ahora sigue con Messi.
-Conocí tres estadios; imponentes, modernos, construidos para el Mundial. Estuve en el 974, en la zona del puerto, donde se jugó con Polonia. El resto de los partidos de Argentina lo vimos en el Lusail, el más grande, para unas noventa mil personas. También fui a ver otros partidos como Brasil-Camerún y Portugal-Uruguay; así fue que conocimos el estadio Khalifa, imponente. El de la final era impresionante: los baños, los accesos, la comodidad -todos con aire acondicionado-, techado, iluminación led, pantallas, publicidad en las tribunas. Algo muy moderno; he estado en el Maracaná, en Moscú y no llegan a ser lo que mostraron en Qatar.
-Nos costaba un poco comunicarnos. Muchos de ellos hablan inglés y nosotros lo hablábamos algunos mejor y otros no tanto y se hacía un tanto difícil a veces. Como anécdota, puedo comentar cómo ellos se fueron amoldando a las costumbres argentinas. Al principio, cuando se consiguió una parrilla, carbón, se hizo fuego y se terminó haciendo “tipo un asado”, ellos, los lugareños, no entendían nada; estaban asombrados de que se hiciera fuego ahí, en algo como un parque, en la arena. Luego, empezaron a sumarse a las tradiciones nuestras; traían ellos la parrilla, carne.
-El partido final fue para el infarto. Aparecieron todos los fantasmas: ¡pucha, qué difícil que se nos dé…! El arquero que tenemos es excelente en los penales y hace la diferencia. Realmente, fue una emoción muy grande; el noventa y cinco por ciento de los que estábamos ahí, llorábamos. Era un sueño hecho realidad; fuimos con la expectativa de que Argentina saliera campeón. Deportivamente, fue lo máximo que viví. Creo que estuvimos festejando veinticuatro horas. Ahí en el barrio, en un punto de encuentro de todas las noches, había una banda de cumbia que había llevado un órgano, percusión, así que había bailes, cantos de la selección; así que nos quedábamos hasta las seis o siete de la mañana todos los días. Así que se puede imaginar cómo fue el festejo por haber ganado el campeonato.
-Con entradas y alojamiento confirmado, se conseguía la visa, con la cual se comprobaba que uno era turista y así el principal medio de transporte, el metro, era gratis. Con eso, nos manejábamos por todos lados, sin costo. El metro es muy moderno, bien señalado, digitalizado, seguro; las distancias eran largas, pero todo tranquilo, cómodo, bien, con aire acondicionado…
-Las cadenas internacionales de comidas, ahí están en todos lados. Probamos la comida típica de ellos; la más conocida es el “shawarma”, una comida al paso y económica; después del proceso de preparación, al final queda como un taco, es bastante picante. A veces, teníamos que decirles que no le pusieran todas las especies porque resultaba muy fuerte.
-La asistencia médica dentro del barrio era gratuita.
-Una frase para resumir es que conocimos una cultura desconocida para nosotros y nos sorprendió el orden, el respeto y la devoción religiosa. Nos impactó lo que significa crear un oasis de modernidad en el medio de la nada. La verdad disfrutamos muchísimo los lugares donde estuvimos, el ambiente futbolístico del Mundial con compatriotas y gente de otros países. Si lo hubiéramos querido organizar como el viaje soñado, no nos hubiera salido tan bien con la consagración del campeonato ganado por Argentina. Volvimos fascinados y todavía estamos que “no caemos” de todo lo que vivimos; estamos muy felices”.