Gualeyos por el Mundo
Álvaro Correa: Su experiencia de vivir en Suecia
Álvaro Correa, un joven gualeyo, decidió hace 5 años probar suerte de vivir en otro país. Se presentó la oportunidad de que fuera Suecia. Sobre esta experiencia que lleva adelante nos comenta en dos entregas.
“Lo que me llevó a radicarme en Suecia fue la posibilidad de una visa de trabajo que existía en ese momento; se llama Working Holidays y es por un año; fue durante el 2019. Luego de ese primer año logré conseguir que la empresa con la que estaba trabajando me permitiera aplicar a una Visa Sponsor donde me autorizaba a quedarme en Suecia mientras que trabaje con ellos. A partir de ahí solamente quedó extender. Suena fácil pero fueron muchos procesos para que esto pase… Mi pareja, que ahora estamos casados, a los dos años de estar ahí se tuvo que irse por temas de papeles y recién ahora volvió. Estuvimos viéndonos 3 meses sí y 3 meses no, durante 3 años, hasta que ahora por fin se pudo quedar gracias a que a mí me reconocieran italiano y poder residir en Europa lo mucho que yo y ella queramos.
No he estado en otros países excepto Polonia que estuve en una ciudad llamada Gdansk, muy pintoresca y económica a mi entender, pero fue pura y exclusivamente por una necesidad migratoria. Una parte del proceso me requería salir del país para darme una resolución, que por suerte fue positiva.
No me fui a Suecia con un trabajo asegurado, pero por suerte la liquidación del sueldo del trabajo que tenía en Argentina me permitió poder estar holgado por un tiempo, así que no había un apuro…, y estaba esperando que me llamaran de una empresa de jardinería en la que trabajaba un amigo mío que fue el mismo que me hizo saber de esta visa y me ayudó a hacer la aplicación. Pero ese trabajo sólo duró un mes y ahí fue el primer revés de muchos. Cuando uno está afuera las cosas no salen como uno piensa y lo más lindo es que no hay nadie más para que te ayude y por primera vez entendés el hecho de que si uno no se arremanga y hace las cosas, nadie va a venir a hacerlas por vos. Y destaco que esas cosas son lo que hacen crecer a uno como persona.
Ahora estoy trabajando una empresa de jardinería, la misma de los últimos 4 años. A los propietarios he tenido la suerte de conocerlos y voy estar eternamente agradecido por que verdaderamente me ayudaron desde el momento cero y apreciaron cuánto valoré esa intención y siempre traté de estar a la altura independientemente de lo mucho que se tenga que trabajar. Sabía que tenía que cumplir como ellos me cumplieron conmigo y ahí se fue forjando una relación de lealtad y compromiso la cual fue muy valorada a lo largo de los años y sigue evolucionando el día de hoy.
Con el idioma fue algo raro, porque al llegar y ver los carteles en sueco, viendo las vocales, de las que tienen tres más, yo decía que esto no sería posible de aprender. Y al escuchar, no tenía ninguna clase de referencia con otro idioma conocido. Entonces tuve que refugiarme en el inglés, que en ese momento era muy básico, y pasó algo “muy loco”; me di cuenta de que se me iban desbloqueando las clases de inglés de cuando era adolescente. Además, soy una persona bastante analítica, me gusta estar pensando cómo se están desarrollando todas las situaciones y eso me permitía entender el contexto rápidamente y con eso poder formular oraciones un poco más elaboradas e ir progresando. Sin dudas, el inglés me abrió las puertas, no me habría podido manejar sin él. Empecé a entender el sueco ya después de mucho tiempo; en la misma compañía donde trabajo se motivaba para que lo aprendiera. Se daban clases on line después del trabajo con profesores; la idea era aprender algo de gramática, la pronunciación de las vocales que parecen tan raras. No es fácil al principio, pero me empecé a largar a hablar en sueco, por lo menos lo básico y, en el día a día, se va haciendo más fácil y es más dinámico el aprendizaje. Recién ahora, me concedieron la ciudadanía italiana y sé que puedo estar ahí el tiempo que quiera, así que voy a aprender la lengua con los recursos que te da el estado, en escuelas que dictan clases llamadas Sueco para Inmigrantes. Son muy abiertos con respecto a la lengua y te motivan para que la aprendas, hasta te pagan para que vayas a la escuela y poder integrarte en la sociedad; aunque hay gente que hace trampa y no se termina de recibir. Ahora, estoy bastante afianzado y tengo pensado estudiar alguna carrera, en sueco, y recibirme. Me gustaría estudiar abogacía.
En cuanto al español, por ahí pasa que diga expresiones en sueco (o en inglés) porque no se me viene otra cosa a la cabeza. Pero, además mi esposa habla español, así que no hay problema con eso; también tengo amigos que hablan español. Tengo como un “switch” en el cerebro que cambia automáticamente a cualquiera de los tres idiomas; no es que tenga que estar pensando en una lengua y traducirla a otra. Esto es lo que te da la capacidad de adaptarte a sociedad porque tenés que entender en el idioma en el que ellos piensan, es fundamental. Por suerte, el inglés y el sueco son bastante directos, son muy similares, gramaticalmente no tanto, pero tenés los mismos matices; no tanto como el español que tiene montones de matices que se prestan mucho más a confusiones.
Lo más tedioso en Suecia es acostumbrarse al clima; aunque le agarré el gustito al frío, me gustar tomar duchas frías todas las mañanas; me gusta la relación con el frío que te mantiene alerta y activo. Estas duchas te activan mucho la circulación, provocan la producción de dopamina y serotonina en el cerebro por el estado de alerta y eso te ayuda a enfrentar el día con tan pocas horas de sueño. Todo esto me permite evitar una zona de confort de la que es difícil salir y si te molesta el frío estando en Suecia, no podés hacer nada.
De mitad de noviembre a mediados de diciembre, hay unas tres, cuatro horas de sol. Se empieza a ver el sol a las nueve de la mañana, hasta la una, dos de la tarde, más o menos. Las horas de trabajo son de seis y media a cuatro de la tarde. En invierno, se trabaja más de noche que de día. También depende si ha nevado o no, el sol va a reflejarse más. Si no ha nevado, suele estar muy nublado y casi no se ve el sol tampoco. Se pueden pasar meses sin ver el sol; en el año 2020 sucedió eso. En verano, es al revés; hay una celebración del verano que se llama Midsommar (“la mitad del verano”), que es la contrapartida del Julbock (festejo de Navidad, literalmente “cabrón de Navidad”; aunque, en realidad, deriva de los pueblos vikingos, ligado a los solsticios). Durante el midsommar, las horas de sol son dieciséis o diecisiete o más; hay tres horas nocturnas. Te acostás de día y te levantás de día; es muy agradable, pero sí cuesta conciliar el sueño si no estás acostumbrado; tenés toda la resolana que entra por las cortinas.
Los departamentos allá son bastante raros porque son privados, pero los administra el estado; los administra a través de gente que se inscribe en una cola, que busca y espera un departamento que les sea conveniente. Yo conseguí un departamento, en primera mano se le dice, desde la administración privada, pero me lo dio el estado, con un tiempo de espera de un año y medio, con un precio más elevado que si yo hubiese esperado unos siete años, por ejemplo. Tenía ese plan porque esos departamentos son uno de los requerimientos, no para el permiso de trabajo, sino para poder vivir con mi esposa en Suecia y que ella pudiera trabajar. En realidad, ella puede estar ahí ahora porque tenemos la ciudadanía italiana. Se pueden comprar departamentos, pero hay regulaciones; hay que pedir un crédito al banco, hacer un pago inicial, pero la estabilidad que da tener siempre un mismo recibo de sueldo, con los aumentos respectivos, por años, da confianza crediticia bastante grande. No lo he pensado, pero si quiero comprar un departamento, no tendría problema. Es muy accesible, aunque, a veces, por las situaciones del mercado que no se pueden prever, se termina pagando el doble del crédito en sí.”
(Continuará)