Por P. Pedro Brassesco
Beatificaron a Fray Mamerto Esquiú
El sábado en la provincia de Catamarca, tendrá lugar la Ceremonia de Beatificación de Fray Mamerto Esquiú
Este sábado 4 de septiembre la Iglesia argentina y todo el país vivió un acontecimiento histórico: la beatificación en Catamarca de Fray Mamerto Esquiú.
Que alguien sea declarado beato significa que la Iglesia reconoce su santidad, es decir, que una persona muerta está en el cielo y por lo tanto tiene la capacidad de interceder ante Dios y es modelo de vida para quienes seguimos en esta tierra.
Mamerto de la Ascensión Esquiú y Medina nació en Piedra Blanca, Catamarca, el 11 de mayo de 1826 en una familia criolla, donde recibió la fe de sus mayores, y celebró su vocación al consagrarse de por vida a Dios en la Orden de los franciscanos menores. La comunidad franciscana de Tarija (Bolivia) fue testigo durante más de trece años de su vida ascética y virtuosa: docente, catequista, apasionado por la misión. Lo recordarán también por sus gestos nobles y fraternos en la convivencia cotidiana.
En 1880 la feligresía de la diócesis de Córdoba lo recibió como su obispo, y por su entrega generosa en los intensos dos años de su ministerio episcopal, lo guarda en su memoria como a uno de sus obispos sabios y misioneros, muy cercano al pueblo más probado.
La Patria además lo reconoce como a uno de sus ciudadanos más eminentes, por su protagonismo desinteresado en horas oscuras de nuestra historia nacional, cuando enconadas fracciones políticas y partidarias solo resolvían sus diferencias por la vía de las armas, con sus secuelas de muerte, dolor y odios.
Fue entonces que surgió la voz autorizada de Fray Mamerto, el hombre prudente, quien convencido de los valores supremos de la paz que alimentaba la espiritualidad del carisma de su Orden, deseaba ardientemente infundir en el corazón de sus compatriotas sentimientos de unidad y justicia.
En 1853, al pronunciar el sermón sobre la Constitución Nacional, pidiendo por la paz y la unión de los argentinos, se hace conocido en casi todos los ámbitos de la Nación: "Se trata, Señores, de edificar la República Argentina, y la Religión os envía el don de sus verdades". De ese modo, con lúcida elocuencia convocó a la unidad nacional exhortando a la obediencia y respeto de la ley, y a un incondicional sometimiento a la Constitución de la Confederación Argentina sancionada en Santa Fe.
En este tiempo de nuestra patria la beatificación de Fray Mamerto Esquiú es un acontecimiento de gracia que nos puede iluminar en el camino de la paz y el progreso de la Nación.