Día de la madre
Betty, Daniela, Josefina, tres generaciones unidas por el amor de madres
Conversamos con Daniela Carboni Bisso acerca del amor de madre, en especial de tres generaciones de su familia: Betty, madre abuela, bisabuela; ella, madre y abuela, y Josefina, madre. Las tres obtuvieron el título más importante para una mujer, ser mamá, siendo muy jóvenes.
-Las tres generaciones tuvimos nuestros hijos antes de recibirnos. Por supuesto que es difícil terminar la carrera con una familia, pero todas hemos podido llegar a cumplir el objetivo. También Josefina, mi hija, quien estaba estudiando Psicopedagogía y cuando nació su primer hijo vino a estudiar acá y luego comenzó Psicología, comienza diciendo Daniela Carboni Bisso acerca de la historia familiar de las tres madres.
-Recuerdo que mi mamá intercedía siempre cuando mi papá, que era médico pediatra, no podía atender a algún paciente; ella, con mucha comprensión calmaba a las mamás. Lo cómico es que cuando había consultas nocturnas, mi mamá las atendía, hacía pasar a la gente; pero mi papá protestaba, por su cansancio a esa altura del día, entonces ella se acostaba y le decía: “Ah, bueno, pero están en el consultorio”. Por supuesto, él iba y atendía; en realidad, siempre terminaba atendiendo a los pacientes. La guardia de un pediatra es de veinticuatro por veinticuatro horas, recuerda con mucha ternura.
En cuanto a su vida nos dice: -Estudié Medicina y pensaba dedicarme a algo más tranquilo. Pero me encantaba la Pediatría; iba al Hospital con papá, iba como voluntaria, me quedaba a cuidar los chicos; me gustaba mucho todo eso. Así que decidí, costara lo que costara, dedicarme a lo que me interesaba realmente. En mi época no existían los pañales descartables, yo los lavaba; pasaban del lavarropas al secarropas. Fue sacrificado, pero tenía que hacer lo que me gustaba. Me había costado la formación, así que si me costaba un poco más, no importaba.
Luego comenta: -Tuve mi tercer hijo, aún hacía guardias, pero me hacía el tiempo para amamantar, lo cual es muy importante para el chico. Después trabajé muchos años en La Plata en una unidad sanitaria y en un hospital de niños y tenía mis tiempos para estar en mi casa; pero al volver acá eso cambió y hay que estar disponible casi a tiempo completo.
De pronto, otra etapa: -Tenía cuarenta años cuando tuve mi primer nieto. Cuando tenía veinticinco años, ya estaba recibida con dos hijos y a los cuarenta, dos nietos: fue todo rápido. Fue lindo, creo que como se dan las cosas, uno tiene que disfrutarlas.
Daniela resume así el amor familiar por los niños: -Mi familia es una familia dedicada a la niñez. Es una influencia de mi padre quien nos pasó ese amor por los niños que sentimos y tenemos. Mi hija Josefina está en CONIN, yo también, ahora como directiva. En CONIN lo que se trabaja no es sólo el aspecto de la alimentación, sino también la parte afectiva, porque pasa a veces que algunas mamás jóvenes tienen una falta de afecto, por lo que tratamos de incentivarlas desde el primer momento. Los chicos son muy importantes en CONIN y se lo demostramos y eso mismo hace que ellas les den mucha más importancia a sus hijos. Eso aumenta un montón la estima del chico y le da mucha fortaleza.
Para finalizar expresa: -Les daría dos consejos a las mamás. Las que son madres jóvenes y tienen un proyecto de vida, es bueno que lo tengan; deben tratar de cumplirlo. Habrá que sacrificarse, pero es bueno hacer lo que a uno le gusta. Eso te hace feliz y es parte de lo que el chico también tiene que disfrutar: una mamá feliz. En cuanto a las mamás que deciden no tener una profesión, que vean que la parte afectica es muy importante en sus chicos. La calidad del afecto que se les da a los chicos es lo más importante; el tiempo brindado para estar con ellos y solamente con ellos, sin celular y sin un montón de otras cosas. Los chicos necesitan sentirse queridos, necesitan sentir que son muy importantes para nosotros.