¡Bienvenidos a la segunda temporada de Retratos Íntimos!

¡Bienvenidos a la segunda temporada de Retratos Íntimos!

Antes de su estreno, queremos aprovechar esta oportunidad para comentarles sobre la esencia que nutre y nutrió nuestro ciclo de entrevistas. 

En el entramado de nuestras existencias, la cultura se erige como la memoria viviente del pueblo, esa conciencia colectiva que nos ancla a una continuidad histórica y nos brinda el modo de pensar y de vivir. No es simplemente un conjunto de tradiciones y costumbres, sino la esencia misma de quienes somos, reflejada en relatos, charlas y encuentros que se suceden generación tras generación.

Bajo el cielo vasto y protector, nos reunimos alrededor del fuego, en plazas y hogares, en mercados, instituciones públicas, clubes y calles. Es en estas conversaciones donde la cultura se mantiene viva y vibrante, en las historias que compartimos, en las experiencias que narramos y en las anécdotas que nos hacen reír o reflexionar. La cultura se manifiesta en cada palabra y gesto, en lo autóctono de nuestras raíces, en “lo nuestro”, en esa identidad que nos define y nos distingue.

En los relatos, encontramos el eco de tiempos pasados, la sabiduría acumulada que nos guía y orienta. Cada historia es un puente entre el ayer y el hoy, una ventana al alma colectiva que nos une como comunidad. Las charlas casuales, esos encuentros fortuitos, son hilos invisibles que tejen el tapiz de nuestra historia compartida. Es en la cotidianidad donde la cultura se despliega, en la forma en que celebramos nuestras festividades, en la música que escuchamos, en los sabores que degustamos.

Las experiencias vividas, tanto individuales como colectivas, se transforman en patrimonio intangible. En las calles de nuestra ciudad, en los ritmos de la vida diaria, se encuentra la esencia de lo autóctono. Lo nuestro no es solo un término, sino un sentimiento profundo de pertenencia, una conexión visceral con nuestra tierra y con nuestra gente.

La cultura, entonces, es más que una herencia recibida; es una construcción constante, una conversación perpetua entre el pasado, el presente y el futuro. Es en cada encuentro, en cada charla y en cada relato donde reafirmamos nuestra identidad y aseguramos la continuidad de nuestra historia. Es un acto de amor y resistencia, una forma de recordar y de vivir plenamente.

Así, cada historia contada, cada experiencia compartida, cada anécdota revivida, contribuye a mantener viva la memoria del pueblo. En la danza de nuestras palabras y actos, en la riqueza de lo autóctono, encontramos la fuerza y la belleza de nuestra cultura. En esta memoria colectiva, todos somos partícipes y guardianes de un legado que se renueva con cada generación, garantizando que la llama de nuestra identidad nunca se apague.

Retratos Íntimos es esto y, además, es la condensación de una parte de la trama histórica de nuestra ciudad de la mano de las personalidades que la componen.

¡Prepárense para contemplar y disfrutar!.