29 de abril Día del Animal
Carta a una rescatista
No puedo comenzar diciendo “Hola soy” porque acá, en este escrito, en este momento, no hay un “soy” sino que hay un “somos”. Somos cada uno de los sin voz que ustedes rescataron, curaron, cuidaron, transitaron, pero por sobre todo, amaron.
Somos los que ya no estamos físicamente porque nuestro cuerpito no resistió o nuestra edad era muy avanzada o muy reciente para enfrentar tanto dolor. Somos los que seguimos viviendo felices en un hogar, rodeados de amor, conociendo el verdadero significado de la palabra “familia” que ustedes encontraron para nosotros. Pero por sobre todo, también somos los que aún seguimos esperando un hogar, esa familia que nos ame tanto como lo hacen ustedes mientras nos cuidan diariamente en un tránsito o en un canil. Para nosotros la ilusión no se pierde, porque sabemos que algún día, ese momento llegará.
No tuvimos una vida fácil. Siendo, en muchos casos tan pequeños, conocimos algo que no estaba para nada relacionado con el amor. No entendíamos por qué nos dejaban solitos, por qué en lugares lejanos, en bolsas como si fuésemos basura o lejos de quienes decían que nos amaban. Y es que hay no hay días en donde no nos preguntamos ¿Qué hicimos mal para habernos topado con personas que nos lastiman, golpean y dañan nuestro corazoncito?, pero como no sabemos muy bien la respuesta, seguimos confiando en ellos. Porque claro ¿Cómo no confiar, cómo no estar junto a ellos si hasta creíamos que éramos parte de su familia?
Sabemos desde el fondo del corazón más puro que tenemos que para nada somos merecedores de una vida así, de tratos así ¿pero saben qué? ahí siempre están ustedes. Sin importar el día, horario, clima. Yendo por nosotros ante el primer aviso de alerta sea de maltrato o abandono que recibimos. Haciendo valer nuestra vida, nuestro amor hacia ustedes. Y es que sí, nosotros solo sabemos amar, aunque muchas veces nos corran de las calles, nos miren como “bichos raros” porque nuestro cuerpo no está en muy buenas condiciones, nos echen de tantos lugares por el solo hecho de no tener un hogar y pasar a ser los tan nombrados “callejeros”. Pero pese a todo, cada vez que las vemos a ustedes, estamos seguros que nuestra vida triste y dañada, se convertirá en esperanza y amor.
Por ustedes hemos vuelto a creer, a confiar, a vivir. ¡Por ustedes tenemos voz! y sabemos que jamás vamos a volver a estar solos. Y es que ustedes, los bien llamados “rescatistas” son nuestros ángeles guardianes ya que bien saben que en la vida nos han tratado mal, pero pese a eso, nuestras colitas volvieron a moverse gracias a que no miraron para un costado, gracias a que nos vieron y frenaron.
Hacemos un gran equipo. Ahora nosotros amamos y tenemos voz, ahora muchos nos ven, saben de nuestra historia y somos recordados, porque ustedes hicieron y hacen todo para que la maldad que recibimos y el pasado que nos atormentaba quede atrás, para así abrirnos a confiar y creer que el amor y los buenos tratos, son dignos para cada uno de nosotros.
Por los que ya no están pero hicieron que se sepa de ellos. Por los que estamos sanando y por todos aquellos sin voz que aún sufren la crueldad humana pero su voz se hará escuchar y ustedes irán a su rescate, por eso y mucho más es que queremos decirles en nuestro día: ¡GRACIAS! por amar, por cuidar, por luchar, por hacer todo lo posible por nosotros y por nunca más dejarnos solos.
Con amor de parte de cada ser de cuatro patas que conocieron, conocen y conocerán a lo largo de este hermoso camino que eligieron: ser la voz, de los que no tiene voz.
De González, Johana (rescatista) para todos/as los rescatistas que día a día recurrimos ante el llamado de la sociedad para sanar un alma rota.