Por Santiago Joaquín García
Crónica para quienes lecturan noches heladas
Un grupo de personas enfrentan el hielo de los termómetros con el fuego de las letras. ¿Por qué tenemos que celebrar estos espacios?
Antes de la caída del sereno, el día ya reclamaba que uno se quede al lado de la calefacción. Aquellos que la tienen, claro. Sin embargo, un llamado desde lo más profundo del alma nos convocó a ‘Una Más’ para escuchar a un compendio de soñadores que celebran la literatura contra todo lo que se le oponga. Es viernes por la noche, nos espera una de las madrugadas más crueles del año, y estamos entrando a este mundo que es un poco subterráneo y otro poco celestial. Todo es amigable en el espacio. La comida, la bebida, el escenario y sus luces, el sonido, la música que ambienta. Todo está dispuesto para que uno se relaje y disfrute. Un cuadro celebra la sonrisa de Emma Barrandeguy. Mucha gente del ‘ambiente’ se ha congregado. También hay juventud y caras nuevas que se van sumando, víctimas frescas del vicio de la literatura.
Una historia
Esto tiene una historia. El viernes 10 de mayo comenzó el Ciclo de Poesía Argentina ‘Lecturar la noche’ en ‘Una Más, espacio amigable con las artes. Aquella noche Ruth Estapé leyó a Tuky Carboni; David Coronel a Juan Manuel Alfaro; y Milagros Moresco a Alejandra Pizarnik. Después hubo micrófono abierto. El segundo encuentro tuvo lugar el 14 de junio, también viernes. Vanesa Borro leyó a Emma; Mathias Montoya a Juanele; y Noelia Riquelme a María Elena Walsh. Siguió el espacio para que el público comparta trabajos propios o ajenos. Y funcionó tan bien que se estableció el programa de esa manera. Además del lugar, la Librería Papelucho y la Biblioteca Emma Barrandeguy son quienes auspician, sostienen, convocan y siguen encendiendo la llama del ciclo. Trabajan en la edición de una obra, la locura es total. Y la celebramos.
La tercera jamás será vencida
Volvemos a la gélida velada que nos convoca. Después de las palabras de Alejandra Cordero y Jorgelina Gálligo, suben al escenario los protagonistas de esta noche. María Inés Chesini leerá a Alfonsina Storni; Daniel Mallarino a Jorge Luis Borges; y Diana Guerscovich a Gabby de Cicco. La propuesta convoca a esuchar atentamente.
María Inés cuenta que comparte día de nacimiento con la autora, pero ese es sólo un detalle. Defiende su obra y su legado, por encima de su biografía. Celebra que la volvamos a leer y todo lo que tuvo que luchar en su tiempo para imponer su talento indiscutible. Compartimos un fragmento de una de las poesías que leyó.
Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada
Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.
Luego viene Daniel Mallarino. Desanda los mitos sobre Borges. Nos obliga a dejar de lado prejuicios ideológicos y gerontofobias. Separa al artista de su obra, y nos llama a leerlo. Siempre se vuelve a Borges, y cómo no hacerlo. Compartimos fragmentos de una de las piezas que nos recita con su voz imponente:
Me acuerdo. Fue en Balvanera,
en una noche lejana,
que alguien dejó caer el nombre
de un tal Jacinto Chiclana.
Algo se dijo también
de una esquina y un cuchillo;
los años nos dejan ver
el entrevero y el brillo.
Quién sabe por qué razón,
me anda buscando ese nombre;
me gustaría saber
cómo habrá sido aquel hombre.
Alto lo veo y cabal,
con el alma comedida;
capaz de no alzar la voz
y de jugarse la vida.
Nadie con paso más firme
habrá pisado la tierra;
nadie habrá habido como él
en el amor y en la guerra.
Cierra aunque no definitivamente Diana Guerscovich. Siempre original y entregada con una pasión arrasadora a las letras. Elige celebrar a Gabby de Cicco, ‘en medio del canon’, como ella misma dice, coronarla con generosidad para que podamos descubrir su obra. Compartimos un fragmento de lo que se escuchó aquella noche:
Me dijeron que todo
lo que está fuera
de la ley es criminal.
Sin embargo ví
que lo marginal terminó
por darme la vida y un poder
en particular ser
quien soy.
Desde el borde
de la infancia dibujé
un mapa que invadió toda
cartografía previa a mi deseo. A
las maneras que tuve de crecer
en el infierno. De eso no me dijeron
nada, era
lo prohibido, lo que golpeaba
a la puerta sangrando, pidiendo
refugio. Ahora no puedo
culpar
a quien no abrió, por miedo.
Solo me queda
por hacer un espacio nuevo
con lo descubierto, aquello
que está del lado criminal
en donde nací, sin siquiera
sospecharlo.
Sostengamos
Después hubo micrófono abierto y además de compartir otros textos, se abrió el espacio para las infancias y las juventudes. También sonó la música de Juana Elizalde. ¿Cómo podemos saber lo que tienen para decir las nuevas generaciones si no las escuchamos? Un llamado desde el imperativo. ¿Por qué debemos seguir leyendo a nuestras y nuestros poetas? Porque el arte está hecha de las preguntas que nunca nos hicimos, pero falta nos hacen. Estos tiempos donde se premia lo efímero, el goce instantáneo, las mil dosis de reels diarios, nos reclaman parar la pelota de vez en cuando. La música sería puro ruido sin el silencio. Ya sabe las coordenadas, ya sabe que todo es amigable, la próxima vez que reciba la invitación para este encuentro no puede fingir demencia. Ya que somos la ‘Capital de la Cultura de Entre Ríos’, y erguimos nuestro cartel sobre la ruta 12, hagamos valer ese mote y a defenderlo con uñas y dientes.