Retratos íntimos
Daniel Dal Bó. Palista del seleccionado argentino de canotaje y deportista olímpico.
Me gustaría que las personas que tienen una pasión o tienen un gusto por algo se dediquen a eso sin pensar tanto en lo económico o lo que es la sociedad y el qué dirán. Tratar de enfocarse en disfrutar el día a día y en buscar la felicidad en lo que les gusta hacer realmente.
Yo nací en Laprida, provincia de Buenos Aires y viví hasta los 7 años allí. Luego me vine a vivir a Gualeguay donde me crié hasta los 17 que me fui a Buenos Aires a concentrar con el Equipo Nacional de Canotaje. En este sentido, sinceramente yo siento que soy más gualeyo que de Laprida dado que como era muy chiquito no tengo muchos recuerdos de esa ciudad.
Mi llegada al canotaje fue por amigos. Un día, en el año 2000 aproximadamente cuando el balneario se llenaba de gente y se juntaban para comer asado o meterse al agua, un amigo mío, Facundo Ramírez, me propuso alquilar una piragua allí y salimos a remar sin saber nada. Chaleco salvavidas, palita y marchamos. Ahí nos empezó a gustar y al otro día de nuevo. Después nos enteramos que había una escuela de canotaje en el Club Náutico a cargo de Valeria Caffa y ahí fue donde empezamos a ir más seguido al río a entrenar, o mejor dicho, íbamos a disfrutar de éste de forma recreativa y, de paso, sin saberlo dado que de chicos no nos dábamos cuenta de esto, nos estábamos entrenando. Además, a los 12 o 13 años comencé a competir a nivel provincial con la escuelita de canotaje del club y en ese punto nació mi pasión por la competencia y esas ganas de dedicarme a este deporte.
En el año 2003 llegó un hombre a Gualeguay a trabajar en Soychú, que se llama Javier Deloné, y ahí fue que él, cuando lo conocí dado que es también entrenador, me empezó a enseñar lo que era el K1, el kayak olímpico. Entonces en ese momento comencé a entrenar y a prestar atención a la cuestión técnica. Arranqué con planes de entrenamiento y también, de la mano de él, me empecé a meter en el circuito nacional de canotaje y me arranqué a foguear con un nivel mucho más alto de competencia..
En el año 2004, tan sólo un año después de que comencé a prepararme en serio para las competencias, me invitaron a un selectivo para el equipo nacional y clasifiqué. Lo cual inclusive impresionó a Javier, mi entrenador. Entonces ahí fue que comenzamos a entrenar más serio todavía. Con 16 años entré al equipo nacional y ahí abrí los ojos y dije “!Apa!, estoy en el equipo nacional!”.
En el 2005 con 17 años fui al mundial y a los panamericanos en junior. En ese punto ya ingresé al circuito internacional y ya me quedé en el equipo argentino porque fui clasificando en todos los selectivos que disputé para estar todos los años en el mencionado equipo. De allí en más fueron años compitiendo y clasificando para representar al país en las diversas competiciones internacionales.
El río Gualeguay para mi es como mi casa. Por más que yo deje de entrenar, siempre voy a seguir yendo a él porque me gusta, es mi hábitat. Siento, sinceramente como te dije antes, que es mi casa.
Mis viejos fueron mis pilares. Creo que como todos los deportistas, el pilar fundamental es la familia. Me apoyaron en todo aspecto, empezando desde lo económico porque al principio nadie te sponsorea porque no saben quién sos, entonces allí siempre está la familia presente. A los 17 años cuando terminé el colegio les dije que quería remar, seguir mi pasión, y siempre me apoyaron y siendo una familia humilde de gente laburante apostaron a que yo haga lo que me gusta cuando me hubiesen podido decir: “no no, ponete a laburar o a estudiar”. Yo valoro mucho lo que hicieron mis viejos por mi.
A los 16 años cuando entré al Equipo Nacional de Canotaje, siendo tan chico, no era muy consciente de lo que estaba logrando. Yo lo viví disfrutando el momento. Además, me iba poniendo objetivos a corto plazo. El primero era ser el mejor de mi provincia, yo iba a los campeonatos entrerrianos y quería ser el mejor. Después quería ser campeón argentino. Después ya estaba en la selección nacional, entonces quería ser campeón sudamericano, campeón panamericano o ser finalista del mundo o ser de los mejores del mundo. Así te vas poniendo diferentes objetivos y te vas dando cuenta que podés. Entonces vos vas a un sudamericano y ganás, querés más. Vas al panamericano y ganás, querés más. Querés ser campeón del mundo. Así te vas desafiando a vos mismo.
Para seguir mi pasión que es el canotaje tuve que tomar decisiones a lo largo de mi vida e ir dejando de lado diversas cosas. Siendo chico son cuestiones que vas eligiendo, como salir de fiesta o no, y a mi, particularmente, no me costó. No siento que eso fue una parte sacrificada de mi vida como por ahí sí otras cosas como no juntarme tanto con mis amigos. Por ejemplo, irme de vacaciones con ellos en la adolescencia nunca lo hice. De todas maneras, en retrospectiva, no me arrepiento. Haría lo mismo si lo tuviera que volver a hacer porque viví cosas espectaculares.
Para poder competir algunas veces tuve suerte de que el Estado bancó económicamente parte de mis viajes y otra parte ponían mis viejos, mis tíos, hacía una rifa, vendía empanadas, inclusive llegué a vender mi propio kayak para poder pagar un viaje a competir. Esa vez cuando vendí mi kayak por ejemplo, cuando volví de ese viaje tuve que entrenar con uno prestado por la confederación o prestado por el club. Vas pasando por un montón de situaciones que también te desgastan. Yo pude seguir hasta la edad que tengo porque justo en el 2010 aparece el ENARD y las cosas cambian para mejor y eso te permite continuar porque sino era insostenible ya que no podés estar todo el tiempo solventando los gastos de los viajes y terminás dejando. Yo conozco muchos buenos deportistas de otras camadas, otras generaciones, que tuvieron que abandonar con 23 o 24 años porque les era insostenible. Hoy en día es diferente porque tenés el ENARD que banca todo esto y te posibilita no estar todo el tiempo pensando de dónde conseguir plata. De todas maneras pasa que hay disciplinas que el ENARD no banca y hay deportistas que si o si tienen que salir conseguir dinero por su cuenta lo cual, como te decía antes, es desgastante e insostenible en el tiempo porque llega un punto en el que inclusive te da vergüenza pedir plata constantemente.
Yo siempre competí por mi, por eso no me arrepiento de nada. Si bien entiendo y es muy lindo que represento a Argentina, represento a Gualeguay y represento a mi familia, siempre todo lo que hice lo hice por mi porque lo disfruté y todo lo que haga lo voy a seguir haciendo porque lo disfruto. Justamente eso es lo que hace que no me arrepienta de nada.