Dr. R. C. Turano: "A esta maravillosa ciudad le entregué mi profesión; la gente me entregó su amistad y reconocimiento"
El próximo jueves 3 del corriente se celebra el Día del Médico, profesión que requiere de una gran entrega por la salud del prójimo, por la vida, nada menos, pero que sin embargo es poco reconocida a nivel estatal.
En este año tan particular, con una pandemia que desconcierta al mundo, su trabajo está expuesto a las mayores exigencias y riesgos, al igual que todo el personal de salud.
Para conmemorar esta fecha traemos a nuestras páginas una charla que mantuvimos hace un tiempo con el médico pediatra Ramón Cirilo Turano, ya retirado de la actividad que desempeñó con gran humildad en pos de la salud de los niños y sus familia.
Un poco de historia
El 3 de diciembre fue establecido como el "Día del Médico" en el Congreso Médico reunido en Dallas, (Texas), en 1933 en conmemoración del nacimiento de Juan Carlos Finlay, un médico e investigador cubano nacido el 3 de diciembre de 1833, que hizo aportes trascendentales para la erradicación de la fiebre amarilla. Le llamaban con sorna "el hombre de los mosquitos".
En la Argentina se conmemora por iniciativa del Colegio Médico de Córdoba, avalada por la Confederación Médica Argentina, y oficializada por decreto del gobierno nacional, en 1956.
Ser médico es una de las profesiones que más dedicación y amor por el prójimo exigen. Ante una afección, el paciente y su familia dejan la salud y la esperanza en manos de estos profesionales de los cuales no debemos olvidar que son personas como todos nosotros, con sus fortalezas y debilidades, con su ciencia y con sus intuiciones y que muchas veces necesitan de la contención de sus pares, de su familia, de sus mismos pacientes.
Esto nos expresó con verdadera alegría el Dr. Turano: "Provengo de una familia de calabreses que tenía dos fábricas en la ciudad de Victoria. Ya con mi título de médico, especializado en pediatría y neurocirugía pediátrica en el Hospital de Niños de Rosario, decidí instalarme en Gualeguay hace 62 años, un 7 de julio de 1958. Llegué con una mano atrás y otra adelante y me puse al servicio de todos los habitantes de esta distinguida y muy querida ciudad, para todos, sin ninguna exclusión, comenzando con la gente más humilde. Empecé trabajando ad honorem en el Hospital San Antonio. Más adelante me desempeñé en la Asistencia Pública, como también profesor de higiene y primeros auxilios en la Cruz Roja".
Más adelante comenta el Dr. Turano: "Por el hecho de tener una hija discapacitada, tuvieron la gentileza de incorporarme al grupo de fundadores de la Escuela Especial Lucecitas, una institución benéfica cuyo presidente de la comisión es hoy nada menos que Mario Amado (h). Las familias Saizar y Amado me abrieron sus puertas y para mí fue un gran honor. Fui el primer médico de Lucecitas, apoderado legal y tesorero, siempre rodeado de las mejores personas".
"Ya hace varios años que me alejé de mi profesión que desempeñé en mi consultorio de la calle Sarmiento, en el Hospital, en la Asistencia, en la Clínica Médica, como Médico de Policía, en los domicilios particulares cuando era solicitada mi presencia para asistir a un niño. Mi vocación y mi deseo de ayudar al prójimo, más aún a los niños, me hicieron muy feliz. Por esto les digo a los médicos jóvenes que la mayor felicidad es la entrega y la generosidad para los que necesitan de nuestra sabiduría y humildad, principalmente", finalizó diciendo el Dr. Turano.